¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien! Salmo 139:14 (NVI)
¿Hay momentos de tu vida que se sienten como fotografías en tu mente? Recuerdas cada detalle. Puedes recordar la ropa que traías puesta. Cuando recuerdas, te dices a ti misma: «Fue entonces cuando todo empezó a cambiar».
Uno de mis momentos sucedió en una reunión del ministerio del campus en la universidad. Me senté con las piernas cruzadas sobre una alfombra gris en un edificio antiguo que olía a café. Usaba una camisa roja y pantalones cortos de mezclilla. Fue entonces que escuché la palabra "introvertida" por primera vez.
Instantáneamente me sentí menos sola y más comprendida. Pero durante años, mi comprensión de ser introvertida se enfocaba en lo que no me gustaba (conversaciones triviales) o lo que no quería hacer (ir a fiestas todas las noches). Pero esa no es toda la historia, ni siquiera la parte más importante, de ser introvertida o extrovertida.
Tal vez tú también has luchado con la duda. Puede que seas una introvertida y te han dicho que eres demasiado callada. O tal vez eres una extrovertida que ha escuchado, «¡Cálmate!». De cualquier manera, lo que quiero que sepas hoy es que Dios intencionalmente nos hizo introvertidas y extrovertidas.
He pasado años como consejera, life coach y autora estudiando por qué somos introvertidas y extrovertidas. La versión corta: no se debe a nuestras personalidades, sino a las formas en que estamos físicamente conectadas, especialmente en nuestro cerebro y sistema nervioso. Creo que Dios creó a las introvertidas y extrovertidas como una pareja complementaria, cada una con dones y un potencial tremendo.
Debido a que en este momento, nuestra cultura se inclina un poco más a favor de las extrovertidas, a veces es más difícil para las introvertidas aceptar esa verdad. Pero creo que es esencial no solo para las introvertidas individualmente, sino también para quienes nos rodean.
Después de ese momento en la universidad, pasé mucho tiempo tratando de ser alguien que no era, y eso me llevó al borde del agotamiento. Tanto si eres introvertida como extrovertida, tal vez hayas hecho lo mismo. Ahora sé que la verdadera libertad y alegría no provienen de tratar de convertirnos en otra persona, sino de aceptar lo que Dios nos creó para ser.
Eres única en tu clase. Nunca ha habido alguien como tú, y nunca lo habrá. Cada detalle de quién eres fue diseñado por Dios. Él creó tu tranquilidad. A Él se le ocurrió tu risa loca. Él te hizo empática o entusiasta, creativa o concreta, una pensadora profunda o una conversadora. Nada de ti es un error o un accidente.
Lo opuesto a dudar de uno mismo no es el orgullo; es la confianza bendita. Como dijo el salmista, “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!” (Salmo 139:14). Cuando entendemos quiénes somos, esa verdad nos lleva a la alabanza y nos da poder para cumplir el propósito que Dios nos dió.
Ojalá pudiera volver a ser esa chica universitaria en pantalones cortos de mezclilla. La tomaría de la mano, la levantaría, la miraría a los ojos y le diría: «No tienes nada que probar. No es necesario que cambies. Ya eres amada. Atrévete a ser quien realmente eres».
Tanto si eres introvertida como extrovertida, hoy te digo lo mismo.
Dios, gracias por crearme de una manera maravillosa y recordarme que hoy soy amada. Dame el valor para ser quien soy y ayudar a otros a hacer lo mismo. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Gálatas 6:4-5, Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie. Pues cada uno es responsable de su propia conducta. (NTV)
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