Porque, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido según lo que tiene, y no según lo que no tiene. 2 Corintios 8:12 (NVI)
Si eres como yo, has empezado a recibir los catálogos de regalos que envían las organizaciones cristianas en esta época del año. A mis hijos les encanta ojear y ver que por una cierta cantidad de dinero podemos regalar una cabra a una familia al otro lado del mundo y así, cambiar sus vidas.
Pero este año se ha llevado tantas cosas de cada una de nosotras, y de algunas más que de otras. Los empleos que se han perdido, la buena salud ha sido secuestrada…y las bodas, las graduaciones, los viajes, los planes y otros eventos que solo se dan una vez en la vida, se han visto reducidos, pospuestos o cancelados. Y para algunas, sus seres queridos se han ido inesperadamente a la eternidad.
Cada vez que pienso sobre el dar generosamente esta Navidad – tanto a aquellas personas al otro lado del mundo como a aquellas personas que quiero mucho – se forma un nudo en mi estómago. ¿Cómo se supone que entremos en el espíritu de dar y ejercer la generosidad cuando muchas de nosotras estamos económica y emocionalmente agotadas por los efectos del COVID-19?
Es lo suficiente desilusionante mirar a mis propios hijos sabiendo que nuestra Navidad en familia este año será un poco diferente, como seguramente lo será para ti también. Con menos regalos debajo del árbol, las visitas a los abuelos y otros familiares mayores serán distintas y no podremos participar en las tradiciones memorables como los intercambios de galletas y cantar villancicos en el vecindario. La “culpa maternal” se cuela en mi mente mientras pienso en los recuerdos siendo robados de su niñez y el poco tiempo que me queda con mis pequeños.
Quiero ser generosa. Realmente lo quiero ser. Sin embargo, este año me ha hecho sentir como si no tuviera mucho que dar. ¿Cómo puedo dar cuando lo que siento es escasez?
Una mañana, cuando todo esto estaba dando mil vueltas en mi corazón abatido, leí el versículo 2 Corintios 8:12 que nos dice, “Porque, si uno lo hace de buena voluntad, lo que da es bien recibido según lo que tiene, y no según lo que no tiene”.
En aquel momento sentí un alivio tremendo. Mientras la desilusión se desvanecía lentamente de mi corazón, Dios me susurró, «Sólo pido que estés dispuesta a dar».
La disposición es todo lo que Dios pide de nosotras – la disposición de poner un poquito de lo que tenemos en Sus manos y verle transformarlo en algo hermoso. La cantidad de la dádiva no importa. Al igual que la viuda con sólo sus dos monedas pequeñas de poco valor, (Marcos 12:41-44), nosotras podemos estar raspando el fondo de nuestros monederos para poder dar algo este año. Y cuando encontramos lo poco que nos queda por todo lo que el COVID-19 se ha llevado y humildemente lo ofrecemos a Dios, Él hace con ello exactamente lo que Jesús hizo con los cinco panes y los dos pescados del niño (Juan 6:1-14). Él multiplica nuestro poco más allá de nuestra comprensión.
¿Qué tenían en común la viuda y el niño, que hicieron que sus maneras de dar fueran tan estimadas y agradables a Dios? La respuesta es – sus corazones. Detrás de su generosidad, ellos tenían el mismo corazón dispuesto.
Servimos a un Dios de abundancia que le interesa más el corazón del dador que la dádiva en sí.
Quizás nuestros planes hayan sido cancelados, pero nuestro llamado de ser generosas, no. ¿Te unirás a mí para pedir al Señor que nos haga, tanto a mí como a ti, más dispuestas a ser utilizadas en cualquiera manera que Él crea conveniente?
Un lugar donde sé que mis dones tendrán un efecto eterno es compartiendo la Verdad a mujeres que tanto la necesitan. Cuando escucho el hecho que una de cada tres mujeres no sabe leer las Biblias que posee, me doy cuenta de cuántas están sufriendo sin la Palabra de Dios en sus vidas. Me acuerdo de aquella mañana cuando Dios me habló a través de 2 Corintios 8:12 y pienso en cómo seguiría mi corazón tan abrumado si no hubiera sido lavado por la Palabra de Dios. En Proverbs 31 Ministries, nuestro día a día se pasa erradicando esta pobreza bíblica llevando la Verdad de fácil acceso a los hogares de millones de mujeres.
Aún si nuestro cantar, servir a los demás, nuestra repostería y el reunirnos con personas serán muy distintos en estas navidades, debemos compartir “según lo que tengamos”. Ya sea que dispongas de $10, $100 o $1.000 para dar a una mujer que más lo necesita, tienes que saber que dar la Verdad es siempre un regalo eterno…un regalo que ni siquiera el COVID-19 podrá cancelar.
Querido Padre, gracias por todo lo que misericordiosamente me das. Mi deseo es tener un corazón dispuesto para devolverte lo que Tú nos has dado para traerte gloria. Ayúdame a enfocarme en lo que sí tengo en esta época de Navidad, para que pueda dar de la abundancia que me has dado a mí. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Marcos 12:43-44, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha echado en el tesoro más que todos los demás. Estos dieron de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento». (NVI)
Juan 6:9,11, ─ Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente? … Jesús tomó los panes, dio gracias y distribuyó a los que estaban sentados todo lo que quisieron. Lo mismo hizo con los pescados. (NVI)
Recursos Adicionales
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Reflexiona y responde
¿Alguna vez has deseado tener más para dar? ¿Cómo has visto a Dios utilizar lo que tienes, aunque sea poquito?
¿Has visto el efecto que puede tener la Palabra de Dios sobre todo lo demás en algún miembro familiar, amigo (a), o en tu propia vida ? ¡Comparte con nosotras en los comentarios hoy!
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