Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables. 1 Pedro 5:10 (NVI)
Quiero que la sanidad sea tan ordenada y predecible como una lista de verificación. No quiero que me moleste, y ciertamente no quiero que las emociones que le acompañan me tomen desprevenida.
Claro que si alguna vez has tenido que recuperarte porque te rompieron el corazón de manera insoportable, sabes que no se puede programar la sanidad. No puedes apresurarte. Y no puedes controlar cómo y cuándo querrás que te atiendan.
Parte de lo que dificulta la sanidad es el profundo dolor que queda después del trauma. La pérdida nos envuelve con un fuerte dolor que llega en oleadas impredecibles. Es difícil saber si estás mejorando cuando una serie de días buenos de repente termina en un choque emocional inesperado.
Te sientes más enojada que nunca por la injusticia de todo esto. Las heridas parecen crudas, confusas y sin sanar. Y solo desearías que alguien te dijera cómo se supone que debes sobrevivir los 86.400 segundos de este día en medio de tanto dolor.
Créeme cuando digo que comprendo todos estos sentimientos. Sé lo increíblemente difícil que puede ser continuar en medio de la vida diaria cuando te preguntas si tu corazón se sentirá completo de nuevo.
Como la vez que agaché mi cabeza frente a los bananos en el supermercado, completamente agotada durante uno de los períodos más devastadores de mi vida. Estaba parada allí con un carrito vacío, un corazón lleno de dolor y mi cara presionada contra los bananos. El empleado joven me vio y no se explicaba qué yo estaba haciendo. Supongo que asumió que estaba abrumada por las opciones de frutas que tenía ante mí. Entonces, el pobre preguntó, «¿Puedo ayudarla?» Volví mi rostro hacia él. Las lágrimas brotaron. Y todo lo que se me ocurrió decir fue, «Necesito un pañuelo».
Qué bonito. Nada hace que un día sea tan completo como un colapso nervioso frente a un completo extraño en el supermercado.
Pero he descubierto que esos días no tienen porqué ser retrocesos. Pueden ser una prueba de que estamos atravesando las partes más difíciles de la sanidad. Las nuevas lágrimas sobre viejas heridas son una prueba de que estamos atendiendo nuestras emociones. Estamos procesando el dolor. Estamos luchando bien con el dolor de nuestra alma.
Sentir el dolor es el primer paso para curarlo. ¿Y todas esas emociones que siguen brotando y derramándose inesperadamente? Son evidencia de que no estás muerta por dentro. Hay vida debajo de la superficie. Y aunque los sentimientos no deberían ser los dictadores de cómo vivimos, son excelentes indicadores de lo que aún hay que superar.
Cuando amamos profundamente, sufrimos profundamente. Por eso tenemos que aprender a confiar en el proceso de sanidad. Tenemos que dejar que los vaivenes de la sanidad fluyan dentro y a través de nosotras. Tenemos que darle acceso a nuestro corazón.
Y cuando empezamos a ver la sanidad como el despliegue de capas de fuerza inesperada y sabiduría ricamente revelada, no parece tan injusto. Comienza a sentirse como una sabiduría secreta que Dios susurra en lo más profundo de nuestra alma.
Entonces, un día, de repente nos damos cuenta de que el futuro se siente increíblemente atractivo. No porque las circunstancias hayan cambiado, sino porque hemos abrazado la realidad, liberado el control y hemos descubierto que esta versión sana de nosotras mismas es lo que habíamos estado buscando todo el tiempo.
No sé qué tipo de dolor o angustia puedes estar atravesando en este momento. Pero sí quiero señalarte la esperanza que se encuentra en nuestro versículo clave: “Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables”. 1 Pedro 5:10 (NVI)
Nuestro Dios es un Dios de restauración. Y todo ese dolor dentro de ti es prueba de que hay una hermosa reconstrucción en proceso. No te rindas.
Dios te ama. No estás sola. La sanidad es posible.
Padre Dios, cuando todo lo que quiero es terminar con mi proceso de sanidad, recuérdame que puedo confiar en Ti en ello. Gracias por ser un Dios que cumple sus promesas. Sé que usarás este corazón roto para bien. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Salmo 34:18, El SEÑOR está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido. (NVI)
Recursos Adicionales
¿Alguna vez te has sentido atrapado en un ciclo de dolor sin resolver, repitiendo las ofensas una y otra vez en tu mente? Sabes que no puedes continuar así, pero no sabes qué hacer. Lysa TerKeurst ha luchado en este proceso también. Pero de una manera sorprendente, ha descubierto cómo deshacerse del resentimiento acumulado y superar la resistencia a perdonar a las personas que no están dispuestas a hacer las cosas bien. ¡Descubre cómo al leer Perdona lo que no puedes olvidar! Obtén tu copia hoy.
Reflexiona y responde
¿Alguna vez has atravesado una larga temporada de sufrimiento que resultó en que Dios construyera en ti una fuerza que nunca esperabas tener? ¡Nos encantaría que animaras a las demás en los comentarios de hoy!
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