Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí. Juan 15:4 (NTV)
Siempre he luchado con una sensación de soledad interior. No importa cuántas personas conozca o con quién esté, ya sea en una multitud o en casa, lucho contra ese profundo y oscuro sentimiento de soledad.
Lo mismo sucedió la noche en que me convertí en cristiana. Tenía 24 años, estaba en una habitación de hotel, sintiéndome sola, como si no tuviera una amiga verdadera en el mundo, y luchaba con la culpa y la vergüenza de mi pasado. Para ser honesta, estaba contemplando quitarme la vida.
Sintiéndome tan desesperada, finalmente clamé, por primera vez, a lo que parecía un Dios invisible y le pedí a Jesús que entrara en mi corazón y en mi vida. En ese momento, ocurrió algo que me hizo saber que la presencia y el amor de Dios son muy reales porque, por primera vez, no me sentí sola.
Cuando empecé a conocer al Señor y a caminar con Él, pensé que nunca más tendría que luchar contra ese sentimiento de soledad. ¡Pero estaba equivocada!
A decir verdad, esta temporada ha sido la más difícil de mi vida. Hace cinco años, me dieron ocho semanas de vida a causa de un cáncer en etapa 4. Poco después, mi matrimonio se desmoronó, mis hijos adultos se mudaron al otro lado del país, y mi madre, a la que no conocí muy bien mientras crecía, también fue diagnosticada con cáncer y vino a vivir conmigo para que pudiera cuidarla.
En mi hora más oscura, Dios me dio lo que más necesitaba: la sanidad divina en mi corazón, mente y espíritu. Complementé el trabajo que el Espíritu Santo estaba haciendo con la ayuda de un consejero cristiano profesional y recibí alivio para mi soledad porque estaba conectada a Cristo de la manera correcta.
Una de las cosas más hermosas que he descubierto durante esta temporada de sanidad es que Dios es quien se acerca a los quebrantados de corazón porque sabe lo difícil que es para nosotras acercarnos a Él cuando tenemos el corazón roto.
En medio de mi dolor más profundo, Dios, de alguna manera, me ha dado lo que más anhelaba: alivio para mi soledad y gozo y contentamiento en Él. Honestamente, fue difícil ver al Espíritu Santo obrando hasta que me vi forzada a estar totalmente sola sin tener a nadie más a quien acudir ¡excepto a mi Salvador!
No quiero minimizar el dolor que es parte de esta vida porque, de verdad, lo conozco bien. No quiero simplificar la conexión con el Creador del universo. Sin embargo, la vid a la que se refiere Jesús en Juan 15:4 es como una conexión Wi-Fi, siempre está ahí, pero no nos beneficia hasta que nos conectamos a ella.
Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid, y ustedes tampoco pueden ser fructíferos a menos que permanezcan en mí (Juan 15:4).
Me tomó un tiempo rendirme por completo al Único que nunca me dejará ni me abandonará. El Señor me reveló a través de mis muchas lágrimas que la razón por la que me sentía sola era porque confiaba más en el pueblo de Dios que en Dios. Para encontrar alivio para mi soledad, ¡necesitaba pasar tiempo a solas con Dios!
Lo cierto es que Él estuvo allí todo el tiempo, como una conexión Wi-Fi, esperando con amor y paciencia que conectara mi corazón, mente y espíritu a Su vid celestial: ¡Sólo Cristo!
Aunque toda mi vida, tal como la conocía, fue completamente desmantelada, hoy tengo gozo y estoy sana, y no dependo de otras personas o circunstancias para sentirme conectada. Sé que hay un Salvador que dio Su vida para conectarse conmigo ahora y para siempre, así que camino en fé sobre un fundamento mucho más sólido, uno que no puede ser sacudido.
Querido Dios, a veces me siento lejos de Ti o lucho por encontrar una manera de conectarme contigo. Oro para que pueda sentir Tu toque hoy. Revélate a mí de una manera completamente nueva, y abre mis ojos para poder ver Tu obra en mi vida. Abre mi corazón para recibir todo el amor que quieres derramar en mí, y abre mi espíritu para que pueda sentir esa hermosa conexión contigo. En el Nombre de Jesús, Amén
Verdad para hoy
Apocalipsis 3:20, »¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigos. (NTV)
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