No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Gálatas 6:9 (NVI)
Los piecitos y las manitas de mi bebé se agarraban de mí con intensidad cuando trataba de entregársela a la hermana muy amable en la sala de bebés de la iglesia. «Solo lloran por unos minutos», prometió la voluntaria de la guardería.
Una hora más tarde, la misma hermana amable, y ahora también cansada, me entregó a mi bebé con la cara llorosa y dijo: «Ustedes las mamás, los tienen toda la semana, nos alegra poder darles un descanso».
No fue difícil interpretar ese mensaje. Sin embargo, como madre experimentada, sabía que si no dejaba a mi bebé en la sala de bebés nuevamente, ella continuaría quedándose conmigo durante el servicio de la iglesia, así que volvimos la semana siguiente.
Esta vez, se la entregué a un hombre muy amable: el Señor Neil. Ella dejó de llorar inmediatamente. Cuando volví una hora después, todavía tenía los ojos secos. El Señor Neil la sostuvo en sus brazos todo el tiempo.
Durante los siguientes seis meses, pasó al regazo del Señor Neil, luego aceptó que el Señor Neil se sentara a su lado, y finalmente llegó a jugar sola mientras el Señor Neil la miraba. Disfrutaba de la escuela dominical y pude volver a escuchar el sermón de la iglesia, algo que mi corazón necesitaba desesperadamente.
Dos años después, me enteré que el primer día que el Señor Neil la conoció se suponía que fuera su último día de servicio en la escuela dominical. Pero cuando vio cuánto mi hija lo necesitaba, extendió el tiempo de su voluntariado... al principio de una semana a otra, y luego lo extendió seis meses, hasta que ella se mudó a la sala de niños pequeños. Todo por una niñita que no podía decir su nombre, que nunca recordaría su entrega, pero por alguna razón, se apegó mucho a él. Lo hizo por ella. Él no tenía idea de que yo lo necesitaba tanto como ella.
Procesar el diagnóstico de cáncer de mi madre mientras criaba a tres niños pequeños bajo el peso de un trabajo exigente me dejó ahogada. Ese servicio en la iglesia de una hora era lo único que me mantenía a flote. Era mi hora favorita de la semana, la única paz que conseguía. Cuando tenía que faltar a la iglesia, literalmente lloraba.
Dios claramente me proporcionó un colaborador cuando más lo necesitaba, aunque no lo vi de esa manera en ese momento. Estoy muy agradecida de que Dios nos arroje salvavidas incluso cuando no reconocemos que vienen de Él.
Pero cuento esta historia por una razón diferente. Es probable que tú también seas una servidora de algún tipo, tengas o no un título oficial. A veces, nuestro servicio a los demás nos da energía. A veces nos agota. Pero la Biblia nos insta a no dejar de hacer el bien (siempre y cuando Dios todavía nos esté llamando a una área de servicio determinada). Gálatas 6:9 nos anima: "No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos". Hay una recompensa eterna esperando al otro lado del servicio fiel: una cosecha abundante.
El Señor Neil podría haber seguido adelante como lo había planeado, pero en cambio, vio una necesidad según su habilidad única para satisfacerla. Así que se quedó, dejando a un lado el cansancio y confiando en que Dios le proporcionaría energía y persistencia.
A veces no vemos la cosecha completa del servicio fiel. La única cosecha que vio el Señor Neil fue una bebé que dejó de llorar solo por él. Por la gracia de Dios, eso fue suficiente. No tenía idea de la cosecha espiritual que resultaría en mí, debido a su cuidado por mi hija.
No te canses de hacer el bien. Dios te ha puesto justo donde estás con un propósito específico: ¡eres una gran ayuda para alguien! Cuando te canses y anheles dejarlo, apóyate en Dios para tu energía y persistencia, confiando en que se acerca una cosecha que traerá a Dios toda la gloria que se merece.
Amado Señor, gracias por enviar ayuda justo cuando más la necesitamos. Y gracias por usarnos como colaboradoras cuando otros lo necesitan. Cuando comencemos a sentirnos cansadas en el trabajo que nos has dado, recuérdanos todo lo bueno que quizás no veamos y permite que eso nos sostenga. En el Nombre de Jesús, Amén.
Verdad para hoy
Colosenses 3:23-24, Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor sirven! (RVA-2015)
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© 2021 por Stacie Stark. Todos los derechos reservados.
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