Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos. Lucas 11:1 (NVI)
«¡Bueno! ¿Quién quiere orar esta noche?»
Los ojos de mi esposo observaron las caras de los niños mientras esperábamos algún voluntario ansioso y con deseos de contestar. Yo preparé mi discurso mentalmente para ellos: «Tenemos que tomar turnos; ¡no todos pueden orar primero!» y «Mantengan la calma. ¡Les prometo que todos tendrán su tiempo para orar!»
No tuve la oportunidad de expresar mis amonestaciones porque la pregunta de mi esposo fue contestada con silencio. Los niños miraban hacia abajo evitando contacto visual. Les preguntamos a cada uno individualmente, pero lo único que hicieron fue suspirar y sacudir sus cabezas en señal de “no”.
«¡Bueno, entonces yo oraré!», dijo mi esposo con una sonrisa. Envidiaba su actitud positiva mientras daba lugar a mi decepción. Más tarde, mientras mi esposo y yo comentamos lo sucedido, él me recordó, «tenemos que seguir modelando la oración para ellos. Ellos seguirán nuestro ejemplo».
Como madre, una de mis prioridades es enseñar a mis hijos a orar. Quiero que ellos entiendan el regalo que es el hablar con el Dios viviente. Pero muchas veces me desanimo. Particularmente cuando mis niños muestran desinterés en la oración, inmediatamente empiezo a sentir que nunca van a amar a Dios y que es una señal segura de su estado espiritual para la eternidad.
Afortunadamente, esto no es cierto.
Mi esposo tiene razón: una de las mejores cosas que podemos hacer como padres es no presionar a nuestros hijos para que oren, sino modelar la oración regular y auténtica en nuestras propias vidas. Cuando se trata de enseñar a mis propios hijos a orar, no puedo evitar pensar en los discípulos pidiéndole a Jesús que les enseñe a orar: “… le dijo uno de sus discípulos: —Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos” (Lucas 11:1).
En respuesta a esta pregunta, Jesús no dio una lista con viñetas de cinco formas de orar, ni ofreció argumentos tratando de convencerlos de la eficacia de la oración, ni presentó un caso práctico sobre cómo funciona. Simplemente oró.
Jesús les enseñó a Sus discípulos cómo orar, orando Él mismo.
Sabemos por los Evangelios que Jesús oró mucho. Pero no solo lo hizo para dar ejemplo; también lo hizo como Dios hecho hombre, porque tenía una relación de amor íntima y dependiente con el Padre. En Su humanidad, necesitaba hablar con Dios. Sabemos que Jesús crecía en sabiduría cada año (Lucas 2:52) y dependía del Espíritu Santo para ayudarlo. (Hechos 10:37-38) Confiaba en el Padre y Su Palabra, aprendiendo la obediencia a través del sufrimiento. (Hebreos 5:8) En todo esto, oró tanto por Él mismo como por Sus discípulos, hablando con Su Padre sobre cualquier cosa, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Entonces, quizás, en lugar de preguntarnos “¿cómo les enseño a orar a mis hijos?” la pregunta debería ser, “¿cómo puedo cultivar la oración en mi propia vida?” Puede que no nos guste tanto esta pregunta. Esta pregunta nos hace tener más convicción. Y a veces se siente más difícil. Pero si anhelamos que nuestros hijos tengan conversaciones continuas y honestas con Dios, tenemos que empezar por nosotras mismas.
Tus hijos podrán darse cuenta que lo que tienes con el Padre es real y, a medida que el Espíritu obra en sus corazones, Su amor les resultará atractivo. Como Jesús con los discípulos, orar engendra oración, para tus hijos y también en tu propio corazón.
Mamá, confía en que Dios hará que el evangelio sea hermoso para tus hijos. Ora lo que Jesús oró en Juan 17 - que tus hijos vean la gloria de Dios, conozcan el amor del Padre y sean uno con Él. Ora por ti misma y tus hijos para que tengan ojos para ver y un corazón que ame hablar con el Padre sobre cualquier cosa, en cualquier momento y en cualquier lugar.
Padre, por favor ayúdame a modelar una auténtica vida de oración y devoción hacia Ti. Trabaja en el corazón de mis hijos, cómo has trabajado en el mío, para acercarlos a Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Recomendamos
Para obtener un recurso útil para leer con tus hijos sobre la oración y el plan de Dios para Su pueblo, consulta el nuevo libro de Laura Wifler, Any Time, Any Place, Any Prayer: A True Story of How You Can Talk with God.
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Profundicemos
Juan 17:20-21a, »No te pido solo por estos discípulos, sino también por todos los que creerán en mí por el mensaje de ellos. Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. (NTV)
Pasa tiempo hoy hablando con Dios sobre lo que hay en tu corazón. Y en los comentarios, comparte lo que has encontrado más útil en la enseñanza a tus hijos sobre la oración.
© 2021 por Laura Wifler. Todos los derechos reservados.
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