Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos. Hebreos 13:8 (NBLA)
El corazón se me cayó al estómago. Ni en un millón de años me había esperado esto.
Había estado dando vueltas en la cama, finalmente rindiéndome a una noche de insomnio. Atontada, tomé mi teléfono para mirar las redes sociales sin motivo. Cuando una imagen de un viejo amigo apareció en mi pantalla, mi cerebro nublado se despertó.
Este amigo estaba anunciando que dejaba su fe y su iglesia. La verdad se precipitó hacia mí como un camión que atraviesa una noche de niebla a toda velocidad. Alguien conocido por seguir apasionadamente a Jesús hace años atrás, ahora se alejaba hacia un estilo de vida diferente. Esto no es lo que yo esperaba.
Me gustaría poder decir que inmediatamente clamé a Jesús. En cambio, me quedé atascada en la intersección de la decepción y la curiosidad. Me avergüenza aún más admitir que me puse a investigar más acerca de la situación. Me convertí en una Sherlock Holmes de las redes sociales, dispuesta a descubrir las piezas de este misterio. ¿Cómo había pasado esto? ¿Qué llevó a esta enorme decisión de vida? Al mismo tiempo, lamenté que un compañero creyente pudiera cambiar su visión del mundo de forma tan drástica.
Eventualmente, mi búsqueda de respuestas se convirtió en una búsqueda de esperanza. No sólo por esta circunstancia, sino por lo que representaba: la vida está llena de expectativas no cumplidas. Los amigos pueden alejarse de la fe. Los cónyuges pueden desviarse. Los mentores pueden decepcionarnos. ¿Dónde está la esperanza?
En momentos como éste, el Espíritu Santo me recuerda la esperanza singular sobre la cual debe edificarse mi vida: Jesucristo mismo. Hebreos 13:8 promete: “Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos”. El mismo Dios que dio la vista a los ciegos, que convirtió el agua en vino y que se entregó por nosotras está hoy con nosotras. ¡Él es nuestra esperanza!
Me hace reír pensar en ello de esta manera, pero imagina que Dios tuviera una cuenta en las redes sociales. Sus actualizaciones de estado podrían decir:
“Todavía fiel”. (Hebreos 10:23)
“Todavía justo”. (Salmo 97:2)
“Todavía amoroso”. (Oseas 3:1)
“Todavía tu fuente de esperanza”. (Romanos 15:13)
Creo que Dios vería con buenos ojos que husmeáramos en Su página de redes sociales. De hecho, ¿y si Dios está esperando que dediquemos tiempo investigar lo que dice Su Palabra — orando, escuchando, estudiándola — para poder mostrarnos de primera mano que Él nunca falla? ¿Y si nuestras mayores decepciones son la invitación de Dios a una relación más profunda con Él, el Único que sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos?
Amiga, si estás desanimada, imagina a Jesús de pie en la brecha entre tus expectativas y la realidad. Toma Su mano extendida. Siéntate en silencio con Él. Estudia Su Palabra. Investiga más sobre Dios. Encontrarás un suelo fértil donde tu fe puede echar raíces y donde la esperanza florecerá.
Querido Dios, cuando las expectativas no cumplidas rompen nuestros corazones, recuérdanos que Tú eres nuestra fuente de esperanza. Acércanos para que encontremos consuelo, fuerza y poder transformador en Tu amor inmutable. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Colosenses 2:6-7, Por lo tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, ahora deben seguir sus pasos. Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud. (NTV)
Filipenses 3:8a, Así es, todo lo demás no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor.(NTV)
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© 2021 por Allison Delagrange. Todos los derechos reservados.
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