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Cómo criar a un niño de voluntad firme con amor y gracia

Lucille Williams 5 de octubre de 2021
No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos. Gálatas 6:9 (NBLA)

Un día cuando recogía a mi hija, Mónica, de la escuela primaria, ella se dio cuenta de que había olvidado algo y tuvo que volver a su aula. Le dije que se apresurara porque teníamos una cita.

Cuando la vi de regreso, caminando lentamente, le indiqué que se moviera más rápidamente y para mi frustración, ella iba aún más lento. Cuando llegó al auto, le pregunté por qué no me había obedecido y ella respondió en tono desafiante, «¡No quise!». Por supuesto, le hice saber que su desobediencia iba a tener consecuencias.

Durante esa época de crianza de mi hija, aún las tareas más simples requerían mucho esfuerzo, como el de cepillarse los dientes. Le preguntaba si se había cepillado sus dientes, y ella tercamente decía que “sí”, pero al comprobarlo, era obvio que no lo había hecho. Y entonces tenía que elegir: ¿hacer que se cepille los dientes o lidiar con la mentira? Abordar ambas cosas era agotador.

Seguíamos probando nuevos métodos de crianza, con la esperanza de que algo funcionara. A veces no me sentía como un ser humano adulto, sino como una niña pequeña temerosa, intentando jugar a la casita con una niña por la cual me dejaba manejar. Siempre la amaba, pero simplemente me sentía derrotada por el esfuerzo que me costó guiarla.

En esa época, busqué aliento en la Palabra de Dios. Un versículo preferido era Gálatas 6:9, que dice, “No nos cansemos de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos”. Aunque este versículo no fue escrito específicamente para el contexto de la crianza de los hijos, se aplica a toda la vida cristiana y nos anima que hay una cosecha o recompensa para aquellos que perseveren en las pruebas que se les presenten.

Como padres, es fácil suponer, “Siempre y cuando haga todo correctamente, mis hijos saldrán bien”. Sin embargo, esta idea omite el libre albedrío... el mismo libre albedrío que Dios nos da a cada una de nosotras. No tenemos control sobre las elecciones de nuestros hijos. Puedes hacer todo bien y aun así tu hijo puede optar por alejarse de Dios o tomar lo que consideramos malas decisiones de vida. El pensar que, de alguna manera, tienes control sobre el destino de tu hijo es enloquecedor y ejerce una presión indebida sobre ti. Lo entiendo bien ya que he sido parte de esa locura.

Consideremos esto, ¿Y si, el conflicto es exactamente lo que necesitan nuestros hijos para desarrollar todo su potencial?

Si tienes un hijo de carácter fuerte o voluntad firme, no te alarmes. Acéptalo y sé agradecida, porque es ese mismo espíritu fuerte que le permitirá resistir la presión de sus compañeros. Es ese mismo temperamento fuerte que le permitirá tomar decisiones sabias y elecciones buenas. Es esa misma personalidad fuerte la que guiará a los demás y conquistará obstáculos que otros solo sueñan con vencer.

Pero quizás tienes hijos mayores y los ves usando su carácter fuerte para infligir destrucción en sus vidas y quizás en la tuya también. Déjame animarte en esto, incluso si tus hijos no están caminando con el Señor, siempre existe la esperanza de que volverán y lo buscarán. Cada día nuevo es una oportunidad que Dios les ofrece para venir a Él. Nadie está demasiado lejos para que Dios no lo pueda alcanzar. Sigue orando por tus hijos, sin importar su edad, y ora que Dios te dé un corazón compasivo hacia ellos.

Durante años, busqué al Señor mientras criaba a Mónica, pero mucho más que eso, oré fervientemente por su corazón. Finalmente, a los 17 años, emergió una belleza en Mónica, y para alentarte, aquí está un extracto de una carta que me escribió:

Solo quería que supieras lo mucho que te amo. Haces tanto y recibes tan poco a cambio. Quiero agradecerte por todo lo que haces. Realmente quiero que sepas, que veo todo que sacrificas por mí y no puedo expresar suficientemente lo agradecida que estoy de que lo haces. Te digo que nada de lo que haces es en vano. Estoy observando y aprendiendo de ti y me gusta lo que veo.

Mamá, cuando sientas que tu hijo no recibe lo que le comunicas, lo está. Cuando sientas cómo ella no está viendo todo lo que haces, sí lo está. Cuando sientas que no está prestando atención a lo que haces, sí lo está. Lo que haces no es en vano. Tu hijo lo está asimilando todo. La cosecha está al otro lado, si nos mantenemos fieles. Vale la pena.

Querido Señor, gracias por Tu fidelidad e instrucción. Ayúdame a no desanimarme en hacer el bien y a seguir siendo fiel. Ayúdame a buscar Tu Verdad en todas las cosas. En el Nombre de Jesús, Amén.

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© 2021 por Lucille Williams. Todos los derechos reservados.

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