Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; él es mi herencia eterna. Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del SEÑOR Soberano mi refugio para contar todas sus obras. Salmos 73:26-28 (NVI)
Miré el reloj: las 12:05 a.m. Mis ojos suplicaban cerrarse, pero mi cerebro se negó a desconectarse.
Incapaz de soñar, salí a la terraza trasera y miré fijamente a la noche. Las estrellas y la luna brillaban en el cielo. Impresionante. Las noches pasadas, estuve navegando por las redes sociales para ponerme al día con las noticias nacionales o hablando con amigas sobre los eventos que habían ocurrido recientemente en sus vidas, así que me sentía inquieta… y algo resentida.
Sola en la terraza, grité al vasto cielo nocturno: «¿Por qué, Señor? ¿Por qué parece que nada bueno sucede a mi alrededor? ¿Por qué Tus hijos experimentan tanto sufrimiento mientras aquellos que te niegan parecen prosperar? ¿Por qué siento que estoy en el equipo equivocado?»
En el Salmo 73, conocemos a Asaf, un líder de adoración que estaba luchando con su fe durante la época del rey David. La Escritura no describe la situación exacta, pero está claro que Asaf estaba bastante frustrado.
Aunque era el líder del coro del templo, perseguía la santidad, se negaba a sí mismo y vivía una vida de rectitud, Asaf todavía sufría. Mirando a través de la tierra, vio la “prosperidad de los impíos” (Salmo 73:3), quienes, mientras desafiaban a Dios, vivían vidas aparentemente sin esfuerzo, más saludables y ricos que aquellos que lo adoraban.
No hace falta decir que Asaf se sintió frustrado, creyendo que su fidelidad, obediencia y firmeza al Señor eran en vano. ¿Qué sentido tenía adorar a Dios cuando parecía que él estaría igualmente bien, si no mejor, sin Él?
Sin embargo, la segunda mitad del Salmo 73 revela un claro cambio de actitud cuando, en lugar de mirar a su alrededor y comparar sus circunstancias con las de los demás, Asaf miró hacia arriba, a su Creador. Luego, su perspectiva cambió de la autocompasión a la gratitud. Mientras adoraba en el templo, Dios le recordó a Asaf las promesas de Su pacto para Sus hijos.
A pesar de las condiciones que lo rodeaban, mientras Asaf se acercaba al Señor, encontró consuelo y esperanza en el Eterno.
Leemos en el Salmo 73:26-28 que estar en la presencia de Dios renueva nuestra fe y restaura nuestras almas: Podrán desfallecer mi cuerpo y mi espíritu, pero Dios fortalece mi corazón; Él es mi herencia eterna. Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del SEÑOR Soberano mi refugio para contar todas sus obras.
Cuando yo cuestiono la justicia del Señor, me encuentro huyendo de Él en lugar de ir hacia Él. Enciendo la televisión en lugar de abrir mi Biblia. En vez de orar, hablo con amigas, asumiendo arrogantemente que eventualmente “voy a entender a Dios” por mi propia cuenta. Lamentablemente, todas sufrimos de vez en cuando de amnesia espiritual, por lo que debemos regresar a la fuente de la Verdad y permanecer en Cristo para renovar nuestros corazones anhelantes y pensamientos descarriados.
Dios nos ha dado un regalo mucho mejor que cualquier cosa que este mundo pueda ofrecer: la vida eterna a través de la fe en Cristo. Pero Jesús nunca prometió a Sus seguidores una estancia terrenal cómoda o fácil. De hecho, todo lo contrario; aun así, nuestro yo carnal se vuelve cínico y amargado cuando comparamos nuestras vidas con la de los demás.
En vez de permitir que la comparación frustre la confianza en el plan soberano de Dios para nuestras vidas, aferremonos a la esperanza que tenemos en Sus promesas. Pongamos nuestra mirada en nuestro Padre celestial, ofreciendo alabanza continua por Su fidelidad pasada, presente y futura, porque Él “guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones” (Deuteronomio 7:9, NVI).
Padre celestial, gracias por Tus muchas bendiciones. Que siempre te miremos cuando encontremos nuestra fe vacilante. Guíanos de regreso a Ti cuando nos desviamos y recuérdanos que eres infinitamente mejor que cualquier cosa que este mundo ofrece. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Proverbios 4:18-19, El camino de los justos es como la primera luz del amanecer, que brilla cada vez más hasta que el día alcanza todo su esplendor. Pero el camino de los perversos es como la más densa oscuridad; ni siquiera saben con qué tropiezan (NTV)
Una forma de evitar caer en la trampa de la comparación es enumerar las formas en que Dios provee y cuida a Sus hijos. ¿Cuáles son algunas de las bendiciones que Dios ha otorgado a tu vida?
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© 2022 por Laura Bailey. Todos los derechos reservados.
Estamos agradecidas a nuestras voluntarias por su trabajo realizado en la traducción de este devocional al español. Conócelas aquí.