Probada es toda palabra de Dios; él es escudo a los que en él se refugian. Proverbios 30:5 (RVA-2015)

El ruido de los cristales rotos la hizo salir corriendo de la habitación. Y cuando llegué a la escena, lo único que quedaba de la taza que mi hija sostenía, era jugo de manzana regado y un desparramo de vidrios rotos.

Después de limpiar el desorden, encontré a mi hija menor agachada entre la cómoda alta y blanca y la pared amarilla en la esquina de su habitación.

Me asomé entre el espacio sombreado. «¿Por qué te escondes?»

«Papá se va a enojar porque quebré mi taza de niña grande», respondió mi hija de tres años. Me quedé mirando los hombros caídos de mi pequeña y traté de formular una respuesta sabia.

Las palabras “enojado” y “papá” rara vez aparecen en la misma frase en nuestra casa. El carácter de mi marido es usualmente amable. Es lento para alzar la voz y rápido para ofrecer gracia. Es paciente e indulgente, de buen humor y tranquilo.

Pero antes de que pudiera responder, su hermana mayor dejó de leer su libro y soltó una risita. «¡Eso no suena a mi papá!», declaró encogiéndose de hombros.

Asentí con la cabeza a mi hija mayor y luego me dirigí a esa cara llena de lágrimas que estaba detrás de la cómoda. «Tu papá se preocupa más por ti que por esa taza. Creo que se alegrará de que no te hayas lastimado».

Cuando mi esposo llegó a casa, la ansiedad de mi hija había sido reemplazada por alivio. Y los mismos pies que la habían llevado a esconderse, corrieron directamente a los brazos de su papá al llegar.

Incluso si nunca hemos tenido un padre terrenal que nos mostró su compasión en un momento de angustia, o en absoluto, y aunque no midamos tres pies de altura, cuando se trata de nuestra relación con nuestro Padre celestial, más de lo que nos gustaría admitir, a veces nos parecemos a esa niña detrás de la cómoda. Sé que yo lo hago.

He experimentado la bondad y la fidelidad de Dios, Su misericordia y Su amor. Sin embargo, cuando estoy sentada en mi propio espacio de decepción o miedo, tiendo a pintar el carácter de mi Padre celestial a través del filtro de mis sentimientos.

Cuando las circunstancias a mi alrededor son complicadas, puedo pensar que Dios no está obrando a mi favor.

Al enfrentarme al dolor de la pérdida, puedo pensar que a Dios no le importa.

Cuando mis oraciones sin respuesta me dejan frustrada y triste, puedo asumir que Dios no está escuchando.

Es en esos momentos, cuando mis sentimientos bloquean la verdad, es cuando necesito una voz que contrarreste mis afirmaciones erróneas. Así que abro mi Biblia y le pido al Espíritu Santo que hable más fuerte que mis dudas y más claramente que mi confusión.

Según Proverbios 30:5, la Palabra de Dios no sólo es un refugio para nuestros corazones tambaleantes; también es una voz en la que se puede confiar: Probada es toda palabra de Dios; él es escudo a los que en él se refugian.

Al igual que mi hija, que desafió la incredulidad de su hermana menor, la historia de las Escrituras me lleva gentilmente al corazón de mi Padre celestial. Me recuerda quién es Dios y quién será siempre.

Cuando pienso que a Dios no le importa, la voz de la Escritura declara: Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes. (1 Pedro 5:7, NVI)

Cuando creo que Él ha dejado de obrar a mi favor, la voz de las Escrituras anuncia: Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. (Romanos 8:28, NTV)

Cuando sospecho que Dios no está escuchando, la voz de la Escritura grita: ¡Pero Dios escuchó! Él prestó oídos a mi oración. (Salmo 66:19, NTV).

En otras palabras: “Eso no suena a mi papá!”

Amigas, ¡así es como pasamos de las sombras estrechas del escondite a la amplia extensión de la confianza! Cuando nos encontramos en la brecha entre lo que sentimos en nuestros corazones y lo que conocemos del corazón de Dios, invitamos Su Palabra para acortar esa distancia.

Y al hacerlo, nos encontramos anhelando conocerle más. Así que adelante, acércate. Porque tu Padre te ama pase lo que pase, y siempre te está esperando con los brazos abiertos.

Querido Jesús, háblame a través de Tu Espíritu y Tu Palabra. Revela cualquier idea errónea que tenga sobre mi Padre celestial. Ayúdame a conocerlo y a confiar más en Él. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Éxodo 34:6, El SEÑOR pasó por delante de Moisés proclamando: «¡Yahveh! ¡El SEÑOR! ¡El Dios de compasión y misericordia! Soy lento para enojarme y estoy lleno de amor inagotable y fidelidad. (NTV)

Cuando leas tu Biblia esta semana, escucha lo que la Palabra te dice sobre Dios. ¿No sabes por dónde comenzar? Lee las historias sobre Jesús. (Hebreos 1:3 nos recuerda que Jesús es la expresión exacta de la esencia de Su Padre).

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