Devocionales

El trabajo lento y sanador del invierno

Jennifer Dukes Lee 10 de febrero de 2022
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: Eclesiastés 3:1 (RVA-2015)

Mientras crecía en una comunidad rural, mi primer trabajo fue "recolectora de piedras".

El trabajo era tan glamoroso como suena.

Un granjero reunía a un grupo de niños para que fueran a su granja y "recogieran piedra". Es una expresión curiosa, ahora que lo pienso, porque no recogíamos una sola piedra. Había cientos.

Nos sentábamos en un remolque de plataforma, enganchado a un tractor y él nos conducía directamente al campo mientras nos sacudíamos con cada bache.

Si veíamos una roca, saltábamos, corríamos a agarrarla y gritábamos «¡piedra!» antes de lanzarla al remolque. El grito era de advertencia para que los demás saltaran y evitaran ser golpeados en la cabeza. (Claramente, teníamos altos estándares de seguridad en el lugar de trabajo). Nuestro equipo de recolectores de piedras cubría millas cada día.

Al año siguiente volvíamos, recogiendo piedras de los mismos campos porque siempre salían piedras nuevas. Cualquier agricultor te dirá que las piedras son una molestia, pero simplemente deben ser manejadas. Si se dejan en los campos, las piedras pueden dañar la maquinaria agrícola.

Quizás te preguntes cómo es que las piedras seguían saliendo. No hay un "hada de las piedras" que las lanza en los campos para molestar a los agricultores. Lo que pasa es que las piedras emergen a través del ciclo de heladas y deshielos de la tierra.

Mi esposo, un agricultor, dice que esta es la manera del invierno de “sanar la tierra”. ¿No es una forma hermosa de pensar acerca de este proceso?

La tierra no puede sanar sin el invierno.

Pienso que lo mismo es cierto para nosotras. Necesitamos las estaciones de invierno para sanar, y para desenterrar cargas que parecen piedras incrustadas en el suelo de nuestros corazones.

Donde vivo, la mayoría de la gente quiere evitar el frío y la monotonía del invierno. Preferimos la esperanza de la primavera, la calidez del verano y la vitalidad del otoño.

De la misma manera, la mayoría de la gente quiere evitar las estaciones invernales de la vida. Nunca he escuchado a alguien decir: «¡Estoy tan emocionada por una temporada de invierno en mi alma!». Preferimos pasar continuamente por la primavera, el verano y el otoño, disfrutando del crecimiento y la alegría que traen esas estaciones.

Sin embargo, el sabio Salomón nos dice que la experiencia humana se desarrolla en todas las estaciones, no solo en nuestras favoritas. Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora: (Eclesiastés 3:1).

En Eclesiastés 3, él escribe que la vida es un paso a través de varios tiempos: un tiempo para nacer y para morir, para llorar y para reír, para callar y para hablar. No todos esos versículos son del tipo que bordarías sobre un cojín. Sin embargo, no hay duda de que pasaremos por todas las estaciones, incluido el invierno.

Quizás esto es algo bueno. Si el campo necesita del invierno para sanar, la gente también lo necesita. Las estaciones de invierno nos obligan a desacelerar, reflexionar y darle espacio a Dios para que "recoja piedras" en nuestros corazones.

Todas tenemos rocas: las cargas invisibles que llevamos en nuestros corazones como equipaje indeseado. Mis piedras son pesadas:

Palabras hirientes que me dijeron cuando era niña.
El miedo secreto de que no merezco ser amada.
Preocupaciones por mis hijos que me quitan el sueño.
Mis pecados.
Malos hábitos nuevos que he adquirido con el tiempo.

Soy buena para mantener las piedras viejas enterradas, poniendo la mano en el arado para no tener que lidiar con ellas. Pero las piedras ocultas aún nos cortan por dentro. ¿Qué piedras están hiriendo tu alma?

Así como el invierno sana la tierra, Jesús quiere sanarnos a nosotras. ¿Le dejaremos?

Imagina que tu corazón es como un campo. Si Jesús estuviera parado contigo al borde de ese campo, me imagino que no dejaría piedra sin remover. Como escribió Salomón Todo tiene su tiempo (Eclesiastés 3:1), incluyendo tiempo para juntar piedras: tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras; (Eclesiastés 3:5, RVA-2015).

Qué hermosa imagen: Jesús recogiendo piedras para renovar el terreno de tu corazón. No hay roca demasiado grande para Jesús. Se especializa en hacer rodar piedras, incluida la que está frente a Su propia tumba.

Amiga mía, baja el ritmo. Deja que el invierno haga su trabajo. Jesús ha llegado a “recoger piedra”.

Querido Dios, parte de mí resiste el trabajo lento y sanador del invierno. Pero sé que hay piedras en el terreno de mi corazón, y solo Tú eres Aquel puede hacerlas rodar. Por favor, ven a "recoger piedra" en mi corazón ahora mismo, mostrándome los lugares difíciles de los que ni siquiera me doy cuenta, y labra la tierra para que puedas hacer crecer algo nuevo y hermoso en mí. Gracias porque estás conmigo en cada paso de mi sanación. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Profundicemos

Salmo 74:17, Tú fijaste todas las fronteras de la tierra. El verano y el invierno, tú los formaste. (RVR-2015)

Los campos necesitan temporadas de invierno para sanar y descansar. La gente también. Identifica un momento de tu vida en el que la inactividad invernal te ayudó a crecer como persona.

Dios desea “recoger piedra” en tu corazón. ¿Qué roca te gustaría que Él se llevará? ¡Comparte tus pensamientos con nosotras en los comentarios!

© 2022 por Jennifer Dukes Lee. Todos los derechos reservados.


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