Ustedes tendrán angustia, pero su angustia se convertirá en gozo. Juan 16:20b (RVA-2015)

La mujer que una vez fui parecía ser una cosa del pasado.

Meses de trauma emocional a raíz de la separación y el divorcio, sumado a problemas y temores irremediables, más de los que uno podría manejar, finalmente me pasaron factura.

A veces, el solo hecho de respirar me costaba trabajo. Algunos días, obligarme a salir de la cama era un reto. Lo único que quería hacer era esconderme en la oscuridad y no enfrentarme a mi nueva realidad.

Mi espíritu estaba devastado.
Mi esperanza se desvanecía.
Mis oraciones parecían no ser escuchadas.

Aunque la gente solía comentar lo fuerte que era, la verdad es que era débil y agonizaba por dentro. Llevaba el peso del mundo sobre mis hombros mientras luchaba contra el estrés, enormes inseguridades, dolor y depresión. Mi cerebro ni siquiera podía contemplar la idea de volver a ser feliz.

Pero anhelaba desesperadamente serlo.

Cuando la vida es dura, la tragedia nos golpea, el rechazo nos hiere, los matrimonios se terminan o los problemas que nos quitan el gozo parecen no tener solución ni fin, la verdadera felicidad y paz pueden convertirse en nada más que un recuerdo. Podemos perder gradualmente la determinación de luchar por nuestro gozo.

Pero en Juan 15 y 16, Jesús nos anima a que, sin importar nuestra situación, Dios puede convertir nuestra tristeza en gozo.

En el capítulo 15, Jesús estaba enseñando a los discípulos la importancia de permanecer firmes en la fe y encontrar gozo solamente en Él (Juan 15:11). Sabía que la vida estaba a punto de volverse abrumadoramente dolorosa para ellos debido a Su inminente sufrimiento y crucifixión. A menudo, las dificultades generan dudas sobre la bondad de Dios, por lo que también dio una advertencia en Juan 16:1, Les he dicho estas cosas para que no abandonen su fe. (NTV)

Luego, en el versículo clave de hoy, vemos que Jesús dio una grandísima esperanza a Sus discípulos: Ustedes tendrán angustia, pero su angustia se convertirá en gozo. (Juan 16:20b)

Los discípulos no lo entendieron del todo. Pero lo que Jesús sabía era que, aunque Su muerte causaría una angustia y tristeza profunda, después de Su resurrección el lamento se convertiría en un gozo que nunca les sería arrebatado.

Jesús no les dijo que no tendrían más problemas en la vida. De hecho, en Juan 16:33 dijo exactamente lo contrario. Pero, sí prometió que, a su debido tiempo, su llanto se convertiría en celebración, y su fe llegaría a ser la fuente principal de su felicidad a pesar de sus circunstancias.

Todas vamos a tener luchas, decepciones, y angustias. Pero el gozo de Cristo nos da el ánimo para sonreír cuando nuestros corazones están quebrantados, nos fortalece para perseverar cuando queremos rendirnos, nos impulsa a permanecer firmes en la fe cuando la esperanza flaquea, y nos prepara para confiar en que Jesús siempre puede sacar belleza del quebrantamiento. El gozo de Cristo nos da vida.

Avancemos dos años desde la mañana en que no quería levantarme de la cama hasta el día en que salí temprano una mañana para dar un paseo. El sol brillaba intensamente, haciendo que el rocío sobre la hierba brillara y resplandeciera. El aire era fresco y desprendía un aroma dulce a madreselvas y gardenias. Los pájaros trinaban. Dos conejitos mordisqueaban tréboles en el jardín. Una vecina me saludó y sonrió al pasar junto con su perro.

Entonces, de la nada, una inesperada sensación de felicidad brotó en mi espíritu. Me sentí aliviada, entusiasmada y llena de paz mientras los rayos del sol rozaban mis mejillas. Todas estas emociones, que había pensado que nunca volvería a sentir, me tomaron totalmente desprevenida. Se me llenaron los ojos de lágrimas al darme cuenta de que ya no estaba donde solía estar. ¿Y la mujer alegre que alguna vez fui? Estaba de regreso.

La lucha había terminado. No las luchas cotidianas, esas todavía estaban y siempre estarían. Pero la lucha por la felicidad y la capacidad para amarme y amar mi vida tal y como era, esa lucha había terminado. El gozo había vuelto. La redención había vencido.

Mi dolor había sido tan sofocantemente pesado, pero con el tiempo, tal como prometió, Dios verdaderamente convirtió mi dolor en gozo.

La fe es la clave para tener la fuerza de voluntad que nos permite luchar por el gozo incluso cuando sentimos que no nos quedan fuerzas. Confía en que Dios te dará el gozo de Cristo, ¡el que nadie te podrá arrebatar!

Amado Señor, soy débil. Te suplico me des la fuerza sobrenatural para perseverar en mis circunstancias, y llena mi corazón con Tu gozo. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Juan 15:11, Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto (NBLA)

Juan 16:33, Les he dicho todo lo anterior para que en Mí tengan paz. Aquí en el mundo tendrán muchas pruebas y tristezas; pero anímense, porque yo he vencido al mundo. (NTV)

¿Qué es lo que te rompe el corazón en este momento? ¿De qué forma puedes confiar en Dios para convertir tu dolor en gozo? ¡Déjanos saber en los comentarios!

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