Pero él respondió y dijo: —Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4 (RVA-2015)
Cada mañana, me despierto pensando en lo que debo hacer ese día para cumplir con mi cuota de trabajo.
Mi esposo y yo estamos exiliados, viviendo en algún lugar de las montañas de Corea del Norte. Nos llevaron aquí cuando nos encontraron con una Biblia. Tan pronto como las autoridades se dieron cuenta de que éramos cristianos, la vida tal como la conocíamos llegó a su fin.
Desde temprano en la mañana, a las 6 am, hasta el anochecer, nos vemos obligados a trabajar estos campos áridos. El trabajo aquí es duro. Si no cosechamos suficientes cultivos, seremos golpeados y no tendremos tiempo de buscar comida para nosotros mismos.
Todos los que vivimos aquí estamos hambrientos. Debido a que somos parte de lo que nuestro gobierno llama “la clase hostil”, recibimos muy pocas raciones de alimentos, generalmente sopa aguada; el hambre es un compañero constante. Como siempre, vivimos firmemente en la marcha del sufrimiento (lo que los norcoreanos denominan hambruna). He aceptado que viviré en este pueblo hasta que muera.
Aunque fue difícil, logré escapar una vez a China para traer comida y medicinas. Los líderes de la casa de seguridad donde me escondí me dieron una Biblia nueva y me ofrecieron la oportunidad de quedarme allí. Pero no podía abandonar a mi familia y a mi iglesia, por pequeña que fuera.
Para algunos, una vida de sufrimiento de esta manera puede parecer maldita. Sin embargo, me he dado cuenta, hermana mía, que este sufrimiento es una bendición de nuestro Padre, quien lo ha permitido en nuestras vidas porque es un atajo hacia Él. Entiendo profundamente las palabras de Jesús cuando cita Deuteronomio 8:3 en Mateo 4:4: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Eso significa que cualquier vida que sigue Sus palabras es bendecida. Él conoce nuestro sufrimiento y escucha nuestras oraciones.
Sus palabras y bendiciones me fortalecen para fortalecer a otros. En este lugar donde los guardias están constantemente vigilando, mi esposo y yo hemos compartido nuestra fe en secreto y hemos presentado Su Palabra a muchos otros. Siento la presencia de Jesús cada noche cuando me pongo la capa silenciosamente, salgo por la puerta principal y me dirijo a través del pueblo hacia el bosque donde mi Biblia está escondida en una bolsa de plástico. En la mayoría de las áreas de Corea del Norte, los cristianos deben enterrar sus Biblias en el suelo para evitar que las autoridades las descubran en búsquedas aleatorias.
Cuando llego a casa, mis compañeros de casa me están esperando con las ventanas cubiertas con cobijas y una vela pequeña encendida. Con todos reunidos a mi alrededor, abro la Biblia y, con una voz apenas superior a un susurro, leo la Palabra de Dios. Este es nuestro servicio religioso, y mi esposo y yo tenemos la bendición de dirigirlo.
He aprendido que la gratitud en cada circunstancia y situación me mantiene enfocada en Jesús. Estoy tan agradecida de que todavía soy lo suficientemente fuerte para servir y ser usada como Su sierva, y deseo dedicar mi vida, hasta la muerte, para glorificarlo.
Cuando las autoridades encontraron nuestra Biblia, antes de que nos llevaran a este pueblo, la destruyeron inmediatamente, quemándola en el fuego. Pero como saben, Su Palabra vive en nosotras, en ti y en mi. (Salmo 119:11) Y nada nos podrá separar del amor de nuestro Padre, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir. (Romanos 8:31-39)
Gracias por orar por mí y por los demás creyentes en nuestro pueblo y país. Creo en la Palabra de Dios de que un día todas las rodillas se doblarán y todas las lenguas confesarán que Jesucristo es el Señor. Y oro por ese día. Con sus oraciones, difundiremos el evangelio por toda Corea del Norte.
Dios, gracias por Tu Palabra que trae luz y vida en cada situación. Te agradezco por escuchar mis oraciones y usarme como Tu sirviente. Fortalece a mi familia en la fe, alrededor del mundo, que es perseguida por Tu Nombre. Dales Tu paz que sobrepasa todo entendimiento y anímalos a compartir Tu Buena Nueva. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Bae es una mujer real que dirige una iglesia secreta en Corea del Norte, pero su historia ha sido ligeramente modificada para asegurar que no pueda ser identificada. Donde se hicieron cambios o adiciones, se basan en otros relatos de primera mano de la vida de los cristianos en Corea del Norte.
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Salmo 119:73-74, Tus manos me hicieron y me formaron; Dame entendimiento para que aprenda Tus mandamientos. Que los que te temen, me vean y se alegren, Porque espero en Tu palabra. (NBLA)
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