Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Corintios 12:10 (NVI)
Nota del editor: La historia de Amina es difícil pero poderosa. Su esposo fue asesinado por su fe por Boko Haram, un grupo extremista islámico del África subsahariana. El grupo aterroriza a los cristianos y a cualquiera que no se adhiera a su estricta interpretación del Islam. Se calcula que más de 25,000 personas permanecen cautivas de Boko Haram.
Doy gracias a Dios por haber crecido leyendo la Biblia y porque la Biblia no me ocultó nada sobre la persecución. Leía sobre Pablo y cómo sufrió. Fue golpeado, apedreado, naufragado, arrestado y encarcelado una y otra vez.
Pero a través de todo ello, caminó con Jesús y confió en Él, sabiendo que las pruebas revelaban la fuerza de Jesús en su vida. El poder de Jesús en la vida de Pablo le dio la fortaleza para mantenerse en pie, como dice la Biblia en 2 Corintios 12:10:
Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
De las Escrituras aprendí que cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Mirando hacia atrás, la Palabra de Dios me preparó para afrontar mis pruebas.
Vivía con mi esposo Daniel y nuestros cinco hijos, cuatro varones y una hija en la región noreste de Nigeria, en Maiduguri, una ciudad de un millón de habitantes.
Pero eso fue antes del 2 de octubre de 2012. Aquella noche, toda la familia estaba en casa viendo la televisión, intentando huir del calor de 90 grados que hacía afuera, cuando empezamos a oír golpes en la puerta principal. En cuestión de segundos, unos hombres armados habían entrado por la fuerza, gritándonos. Fue un caos.
Le dijeron a Daniel: «Hoy es tu día; mañana no es tuyo».
Cuando escuché esto, empecé a orar, «Dios, no quiero ser viuda; ¡por favor, ayúdame, Señor!».
Llevaron a Daniel y a mis hijos afuera y les dijeron que renunciaran a Cristo. Cuando se negaron, los atacantes les dijeron: «Si no van a renunciar a Cristo, los vamos a matar hoy».
Ese día, quedé viuda. El Señor guardó la vida de mis hijos. ¡Alabado sea Dios! Estuvieron un mes en el hospital con heridas graves, pero hoy están conmigo. Mis hijos dicen que las cicatrices del ataque son su testimonio, la prueba de la existencia de Dios.
Cinco años después, no tenía ni idea de que mi fe también sería puesta a prueba de la misma manera que la de mi esposo. Iba de camino a un funeral, viajando con otras 15 personas, cuando escuchamos disparos. Todos nos tiramos al piso de la camioneta y oré en silencio el Salmo 118:17: “No moriré, sino que viviré y contaré las obras del SEÑOR” (RVA-2015).
Los terroristas llevaron a la mayoría de las mujeres al bosque de Sambisa, donde vivimos en cautiverio durante las siguientes cinco semanas. Cada día, pasamos la mayor parte del tiempo ayunando y orando. Enviaban a su imán (maestro musulmán) para que nos predicara, y después preguntaban: «¿Quién de ustedes quiere renunciar a Cristo?».
Cada vez que decíamos «No», sabía que ese aliento podría ser el último. Filipenses 1:21 se convirtió en nuestro versículo: “para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (NVI). Creo que los años que pasé estudiando la Biblia me dieron fuerzas para estos días en cautiverio.
Finalmente, tras negociaciones con el gobierno, fuimos liberadas. El día que regresamos a casa, recuerdo que entré a solas en una habitación, me arrodillé y le di las gracias a Dios, alabándole entre lágrimas. Salí de la habitación cantando la letra de una canción que ahora canto a menudo:
Por su gracia, estoy vivo /
Por eso estoy cantando /
Jehová salvó mi vida.
Por la gracia de Dios, he aprendido poco a poco a vivir sin mi esposo y ser madre soltera. Todas estas cosas que me han sucedido me acercan cada vez más a Jesús.
Como Pablo, entiendo que mis pruebas pueden revelar la fortaleza de Jesús si permanezco y camino con Él. A veces me siento tan débil y cansada, pero sé que es la fuerza de Jesús lo que me sostiene.
Quiero pedirte, hermana mía, que ores por mí. Ora por la sabiduría mientras educo y cuido a mi familia. Ora por protección y para que Dios siga dándonos corazones fuertes. Lo que hicieron estos hombres ha cambiado para siempre nuestras vidas. Pero por la gracia y la provisión de Dios, las cicatrices físicas y emocionales siguen sanando en mí y en mi familia. Nuestras cicatrices siguen acercándonos más profundamente a Cristo.
Dios, gracias por Tu sanidad y restauración mientras vivo con mis cicatrices. Que pueda ver mis cicatrices como testimonios de Tu gracia y fortaleza. Por favor, trabaja en las vidas de Amina y su familia y del resto de mis hermanos y hermanas que sufren alrededor del mundo, y que son perseguidos por su profunda fe en Ti. Te pido que les des Tu valentía, recordándoles que Tu Espíritu vive dentro de ellos. Y por eso, pueden caminar en Tu poder y paz. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Amina es una viuda y madre cristiana que vive en el noreste de Nigeria. Debido a que ella y su familia corren el riesgo de sufrir más persecución, no puede proporcionar su apellido para su publicación. Open Doors USA está publicando este devocional en nombre de Amina para ayudar a protegerla a ella y a su familia.
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Profundicemos
Filipenses 3:12-14, No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado. Pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. (NBLA)
¿Cómo ha caminado Dios contigo en tus pruebas anteriores? Mira hacia atrás y alábale.
¿A qué cicatrices te aferras que necesitas entregar a Jesús y dejar que las use para acercarte más a Su corazón? Únete a nosotras hoy en los comentarios.
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