y deseará el Rey tu hermosura; e inclínate a él, porque él es tu Señor. Salmo 45:11 (JBS)

Antes de conocer a Cristo, había elegido un camino de destrucción que habría convertido en polvo todos los sueños y esperanzas que me atrevía a albergar.

Todavía recuerdo la tangible sensación de alivio que sentí esa noche cuando escuché por primera vez que Dios realmente me amaba y que no estaba enojado conmigo.

Pero las buenas noticias no se quedaron ahí. Aprendí que, en la cruz, Jesús borró el registro de todos y cada uno de los pecados que había cometido. Inmediatamente me sentí más ligera. Mi respiración se volvió más profunda y sentí tranquilidad. La pesada mortaja que el pecado y la vergüenza habían puesto sobre mi cuerpo fue removida y el manto de la justicia de Cristo tomó su lugar.

Dios es el Único capaz de llevar un registro exacto de nuestros pecados y, sin embargo, se niega a hacerlo. En lugar de detallar nuestros pecados, Él sumerge cualquier recuerdo de su mancha y corrupción en el olvido, como dice Miqueas 7:19:

Volverás a tener compasión de nosotros.¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano! (NTV)

Me encantan las imágenes capturadas en este versículo. Por compasión, Dios aplasta las mismas cosas que amenazan aplastarnos. Nuestras malas acciones y vicios se derrumban bajo el peso de Su paso. Y una vez que esos ídolos del pecado y la vergüenza son reducidos a fragmentos irreconocibles, Él los arroja al océano, donde se hunden en sus profundidades frías y sombrías, para no volver a levantarse jamás.

Esta es una invitación a temblar de admiración y asombro desenfrenado ante el Dios Altísimo, quien lo sabe todo y, sin embargo, nos ama tan bien. De hecho, es hora de que cuestionemos la forma en que pensamos lo que Dios piensa acerca de nosotras.

Tal vez has entretenido creencias como las que yo alguna vez tuve de que Dios está enojado y disgustado contigo. Te animo a que apliques lo que sugiere el salmista en el Salmo 45:11: “y deseará el Rey tu hermosura; e inclínate a él, porque él es tu Señor”. ¡La adoración resulta de la revelación de Su amor desenfrenado por ti!

El Dios que es Verdad no puede mentir. ¡Él está loco por ti!

Como hijas e hijos de nuestro Señor, estamos bajo Su ley, y Su ley es el amor. Una manera en que podemos honrar Su señorío es elegir aceptar lo que Él siente por nosotras. Su amor por nosotras no depende de cómo nos sentimos con nosotras mismas, sin importar lo que hayamos hecho o cuán tentadas estemos a vivir en el pasado.

Su amor es desinteresado. Él es amor. Su amor es independiente de cómo nos veamos, sintamos o actuemos. Deberíamos rendirnos de una vez a ese amor que va más allá de nuestra comprensión.

Esta revelación, que Dios, quien es amor, nos ama, es emocionante. Si la idea de que Dios nos ama nos aburre, puede ser porque la hemos escuchado, pero nunca la hemos experimentado. La comprensión de que Él piensa constantemente en nosotras es emocionante y debe despertar un nuevo entusiasmo en todos los aspectos de nuestro caminar con el Padre.

Él es sincero en lo que ha dicho acerca de nosotras. Su corazón está puesto en nosotras, y nada de lo que hagamos o digamos puede quitarnos Su sello de amor. En Cristo, Su amor está establecido para siempre.

Ha llegado el momento de que lo creamos por nosotras mismas.

Querido Padre, Tú has prometido amarme con un amor desenfrenado e intenso. Muéstrame cómo creer plenamente en esa verdad y caminar Contigo con entusiasmo y con una sensación fresca de expectativa por cómo estás obrando en mi vida. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Profundicemos

Salmos 139:17-18, ¡Cuán preciosos también son para mí, oh Dios, Tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si los contara, serían más que la arena; Al despertar aún estoy contigo. (NBLA)

¿De qué pecado y vergüenza te ha liberado Dios? ¿Cómo descansarás en el amor desenfrenado de Dios por ti?

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© 2022 por Lisa Bevere. Todos los derechos reservados.

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