…ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor. Romanos 8:39 (NVI)

Ese día, Jesús se presentó inesperadamente en mi caja registradora.

Aunque mi corazón fue lanzado a la desesperación profunda antes de mi turno, tenía un trabajo que hacer. Así que me sequé las lágrimas, enterré mis emociones bajo una sonrisa pegada y atravesé la puerta con la cabeza en alto.

Trabajaba en una librería cristiana local, así que los libros acerca de Jesús me rodeaban, y canciones tratándose de Jesús me daban una serenata, pero el dolor dentro de mí me hacía sentirme alejada de Él. Era una campeona en ocultar mi dolor de Dios y de los demás, y mi trofeo era una soledad desgarradora.

Por disposición de Dios, una clienta vio más allá de mis pretensiones. Mientras registraba sus artículos, me detuvo y me dijo: «siento que el Espíritu Santo me lleva a abrazarte. ¿Puedo ir detrás del mostrador?».

Acepté su propuesta y la vi caminar lentamente alrededor del mostrador para abrazarme. Mis hombros tensos se ablandaron con la calidez de ser vista.

Esto ocurrió hace 20 años. No recuerdo el nombre de la mujer ni su aspecto, pero nunca olvidaré lo que Dios me enseñó a través de su obediencia.

1. Nuestras penas más profundas no significan una separación del amor de Dios. En el versículo clave de hoy, Romanos 8:39, “apartar” viene de la palabra griega chorizo, que significa dividir, separarse, apartarse o alejarse.

Pablo deja claro que “ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos [chorizo] del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”. ¡Alabado sea Dios! Ni siquiera las profundidades de la desesperación pueden hacer que el amor de Dios se aparte de nosotras.

2. Sentirse separada de Dios a menudo proviene de un anhelo de sentirse vista. Aunque estemos rodeadas de gente en la iglesia, en el supermercado o en nuestra propia casa, nuestra agitación interior puede parecer invisible para los demás. Sin embargo, Dios nos ve tan claramente que conoce cada uno de nuestros cabellos (Lucas 12:7). Y a veces, Él enviará una persona dispuesta a recordarnos que Él nos ve. En otras ocasiones, nosotras mismas podemos ser esa persona que Dios dispone para aquellos que están afligidos.

Momentos santos e inolvidables pueden ocurrir en lugares inesperados cuando alguien es sensible a la guía del Espíritu Santo. Gracias a la obediencia de una mujer, llevo un recuerdo vívido de que Dios está cerca de los quebrantados de corazón (Salmo 34:18). ¿Estamos dispuestas a tener la misma obediencia?

Querida amiga, si estás sola y dolida hoy, oro para que el Señor se manifieste milagrosamente a través de Su Palabra y de Su pueblo. Él ve, Él está cerca, y como dice Juan 10:28, nada te arrebatará de Sus manos.

Padre Celestial, gracias porque a través de Cristo estoy eternamente segura en Tu amor. Cuando el dolor me haga sentir separada de Ti, ayúdame a sentirme vista por Ti. Y ayúdame a compartir Tu amor con otras que están sufriendo. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Amiga, ¿te has sentido sola… ignorada… aislada? Estos sentimientos han sido comunes para muchas de nosotras. Sin embargo, amiga, tenemos una promesa de Dios, que Él nunca nos dejará ni nos abandonará. Siempre está con nosotras. En Nunca estás solo, el pastor y uno de los autores de mayor venta del New York Times, Max Lucado, te mostrará que eres más fuerte de lo que crees porque Dios está más cerca de lo que crees. Te sentirás reconfortada por el Dios vivo, amoroso y milagroso que no se lo piensa dos veces a la hora de meterse en los matorrales espinosos de tu mundo para sacarte de allí. ¡Haz clic aquí para adquirir un ejemplar!

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PROFUNDICEMOS

1 Juan 4:9-10, Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. (NVI)

Juan 10:28, Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. (NVI)

¿Cómo te ha asegurado Dios, a través de Su Palabra y de otras personas, que estás segura en Su amor? ¿Cómo puedes compartir el amor de Dios con otra persona hoy?

Nos encantaría conocer tu experiencia. ¡Comparte tus pensamientos en los comentarios!

 

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