Devocionales

Lo duro y lo hermoso de que nos llamen la atención

Jennie Allen 15 de junio de 2022
Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, Gálatas 6:1a (NBLA)

¿Qué pasa cuando el rendir cuentas nos avergüenza?

En esencia, esa responsabilidad nos llama a ser quienes estamos destinadas a ser, a través de la verdad mezclada con la gracia. Sin embargo, la declaración de independencia personal de nuestra generación nos ha alejado de esto. Nos molesta que cuestionen nuestro comportamiento. Pero, ¿y si ese elemento faltante es exactamente la razón por la que sentimos que nuestras relaciones no son profundas?

Conocí a Jey por primera vez a través de amigos en común. Es joven, inteligente y alegre. Cuando comenzó a contarme de su crianza, recuerdo haber pensado: definitivamente no parece ser posible que esta persona y su historia vayan juntas.

La niñez de Jey en los barrios marginales de Nairobi fue dura. Quiero decir, sumamente dura.

Dura, como cuando fue encarcelado a los 9 años por haber robado alimentos que su madre soltera y sus hermanos necesitaban desesperadamente para evitar morir de hambre.

Aquí está lo divertido de Jey: cuando lo haces hablar de su niñez, sonríe. Me contó historias sobre la norma en Kenia de “tomarse de la mano”:

«Los niños aparecían en nuestra casita porque no teníamos puertas ni cerraduras en nuestra choza pequeña, y mi abuela, que vivía con nosotros, no tenía idea de cuándo habían comido por última vez». Ella apenas podía mantener vivos a sus propios hijos, recuerda, pero aún así, hacía pasar a esos niños adentro, los sentaba a la mesa y los alimentaba como si fueran suyos.

Aunque Nairobi es una ciudad de millones, en el vecindario de Jey, su abuela y otros sirvieron como una comunidad del tamaño de una aldea.

Él dijo: «Yo podía estar corriendo al otro lado del barrio pobre jugando con amigos, y podía escuchar mi nombre, ya que la gente mayor estaba por todas partes. Y ellos, por supuesto, me tomaban por el cuello, me castigaban y mi abuela se enteraba».

Durante la siguiente década, Jey trabajó duro en la escuela y logró encontrar empleo que eventualmente lo llevó a los Estados Unidos, donde ahora vive en Atlanta.

Lo que Jey no pudo haber anticipado fue que, si bien la vida en Kenia había sido dura durante todos esos años, había disfrutado de un tipo de prosperidad que no reconoció hasta que desapareció. Cuando habló sobre lo que extrañaba de Nairobi y los barrios marginales, dijo: «Extraño a todos los que entraban y salían de nuestras vidas. Ojalá esto fuese real aquí. Es tan diferente. Estoy agradecido por todo lo que tenemos aquí, pero desearía que mis hijos crecieran con los ancianos tribales en sus oídos. Ojalá pudiéramos ser parte de un pueblo aquí».

Cuando no tenemos un pueblo repleto de compañeros de equipo constantes e interconectados en nuestras vidas, nos sentimos invisibles, y cuando nos dejan solas y sin molestias, nos convertimos en la peor versión de nosotras mismas. Ya sean vecinas, mentores, abuelos o nuestras amigas más cercanas, necesitamos personas que nos vean y nos llamen la atención. Nuestro versículo clave, Gálatas 6:1a, nos instruye sobre cómo hacer esto: “Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre”.

Una vez que hayas identificado a una(s) amiga(s) sabia(s) y confiable(s), de esta manera buscarás intencionalmente rendirle cuentas:

1. Dale permiso a esta persona o personas para que te digan la verdad.

2. Pregunta regularmente: ¿en qué área de mi vida necesito crecer? ¿Cuáles hábitos necesito adoptar para crecer y madurar? ¿Me harás responsable de este cambio?

3. Planifica reuniones de seguimiento. Programa un momento en el que puedas volver a tener esta conversación.

4. Pregúntale(s) a tu(s) amiga(s) si puedes ayudarle(s) a asumir responsabilidad por algo.

¡Dios nos hizo para la comunidad! Y es cuando estamos en comunidad con otras que están comprometidas a hacernos responsables y nos convertirnos en la mejor versión de nosotras mismas.

Dios, gracias por el regalo de la responsabilidad al rendir cuentas. ¿Me ayudarás a dejar de lado cualquier orgullo en mi vida que me impida vivir conectada de esta manera? Ayúdame a encontrar a mi gente que me buscará y me llamará la atención para vivir más como Cristo. En el Nombre de Jesús, Amén.

Como devocional patrocinado, las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.

Recomendamos

Si estás lista para encontrar a tu gente y comenzar a vivir en una comunidad profunda e intencional, toma una copia del libro nuevo de Jennie Allen, Find Your People: Building Deep Community in a Lonely World.

Conéctate

La vida de Jey cambió cuando Compassion International intervino y ya no necesitaba robar comida para su familia. Esta organización a través de la iglesia local, fue parte de la comunidad de la vida de Jey. Debido a que una persona dijo que sí al apadrinamiento, Jey ya no tuvo que preocuparse si terminaría la escuela. No solo lo hizo, sino que se graduó de la Universidad Daystar en Nairobi, Kenia.

¿Serás esa persona hoy? ¿Dirías “sí” para marcar la diferencia en la vida de un niño a través del apadrinamiento?  Haz click aquí para patrocinar y recibirás una copia del nuevo libro de Jennie, Find Your People.

Profundicemos

Efesios 4:25, Por tanto, dejando a un lado la falsedad, HABLEN VERDAD CADA CUAL CON SU PRÓJIMO, porque somos miembros los unos de los otros. (NBLA)

Proverbios 27:17, Como el hierro se afila con hierro, así un amigo se afila con su amigo. (NTV)

¿Quiénes son las personas en tu vida que te aman, aman a Dios y pueden buscarte y llamarte la atención para vivir más como Cristo?

Si no tienes a estas personas, ¿quiénes son las personas en tu vida que pueden ayudarte a rendir cuentas en tu vida? ¡Cuéntanos tu respuesta a esta invitación en los comentarios!

© 2022 por Jennie Allen. Todos los derechos reservados.

Proverbs 31 Ministries agradece a Compassion International por patrocinar el devocional de hoy.

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