Abriré ríos en las alturas desoladas, Y manantiales en medio de los valles. Transformaré el desierto en estanque de aguas, Y la tierra seca en manantiales. Isaías 41:18 (NBLA)

La tarde antes del nacimiento de mi segundo hijo, abracé a mi hijo primogénito de 2 años.

Desde que nació, mi primogénito me había traído alegría pura todos los días. Mientras leíamos un libro ilustrado, le besaba sus remolinos de cabello color miel. Trataba de imaginarme amando a su hermanito tanto como lo amaba a él. En ese momento, parecía imposible.

Atesoré esas últimas horas cuando mi primer hijo era hijo único. Mientras el bebé se revolvía en mi vientre, dudé si tenía un amor tan fuerte, tierno e intenso dentro de mi corazón para este niño nuevo.

Mientras conducía esa noche al hospital para ser inducida, reflexioné sobre una transmisión de radio de un locutor cristiano. Consoló a una madre que estaba llamando con los mismos temores que yo tenía. El locutor explicó que cada vez que nacía uno de sus hijos, se abría una nueva reserva de amor en su corazón y proveía una vía abundante para amar al niño nuevo.

Dijo que como Dios es amor (1 Juan 4:8) y fuimos creados a la imagen de Dios (Génesis 1:27), tenemos grandes capacidades para amar a otros. Existen en nuestros corazones unas reservas de amor, sin uso previo, y Dios las abre en el momento justo.

He aquí una hermosa expresión de esta verdad bíblica:

Abriré ríos en las alturas desoladas, Y manantiales en medio de los valles. Transformaré el desierto en estanque de aguas, Y la tierra seca en manantiales (Isaías 41:18).

Ya sea que Dios esté hablando de ríos físicos o espirituales, o de ambos, en este pasaje, nos muestra la capacidad de Dios para crear ríos en lugares áridos, para cambiar la naturaleza de las cosas para producir abundancia donde hay esterilidad.

Cuando sentimos que nuestra capacidad de amar se ha agotado, Dios puede abrir nuevas reservas de amor que debemos compartir.

Él hace fluir ríos de amor en lugares que una vez fueron estériles, y riega los desiertos sedientos de nuestras almas con manantiales abundantes. Donde una vez sentimos que nada más era posible, Dios llena un estanque gigante subterráneo con amor para bendecirnos a nosotras y a otras.

La nueva reserva de amor por mi segundo hijo se abrió de golpe en el momento en que escuché su primer llanto. Nada podría haber detenido esa oleada instantánea de amor desde lo más profundo de mi corazón. Y descubrí otra fuente de amor escondida en mi corazón cuando nació su hermanita dos años después.

Tal vez estás en una temporada en la que tu corazón se siente estéril. Quizás el amor ha parecido estar fuera de alcance en el suelo infértil de tu alma. Si el dolor, las heridas, la pena o la traición te han acosado en el valle, es posible que creas que nunca volverás a amar.

Te animo a considerar que Dios tiene escondido una reserva de amor dentro de ti. Pídele a Dios que te dé valor para volver a amar y para abrir esas reservas.

Quizás Dios tiene en mente una nueva persona para que la ames, como los bebés que me dio. También es posible que Él quiera que saques de una nueva reserva de amor al comenzar de nuevo en un matrimonio, una relación familiar o una amistad.

Siempre que necesites más amor para compartir, pídele a Dios que te ayude a amar a los demás con el amor que Él ha compartido contigo. Entonces siempre tendrás un suministro sobrenaturalmente abundante de amor para derramar sobre los lugares secos y estériles de otros. Incluso puedes tener la oportunidad de ser el estanque de agua en el desierto de alguien, compartiendo el amor de Dios donde más se necesita.

Padre celestial, gracias por crearme para amar como un reflejo de Tu imagen. Cuando sienta que no tengo más amor para dar, abre una nueva reserva en mí. Que Tu amor se derrame en mí para que libremente pueda derramarlo como agua fresca sobre los lugares secos de los demás. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

Es importante amar bien a quienes nos rodean. Jesús nos instruye, “‘Ama a tu prójimo como a ti mismo’” (Marcos 12:31b, NVI). Jesús no presenta ciertas razones o momentos en los que debemos amar a los demás. Él nos ordena amar de la misma manera como nos amamos a nosotras mismas, y todas nos amamos a nosotras mismas. Así que amiga, si estás teniendo dificultades para derramar amor por tu cónyuge y tus hijos, puedes comenzar aprendiendo sus lenguajes de amor. El autor Gary Chapman tiene dos recursos que te ayudarán a comprender cómo amar bien a tu cónyuge e hijos. En Los 5 lenguajes del amor de los niños, Chapman te ayudará a descubrir el estilo de comunicación único de cada uno de tus hijos, para que puedas satisfacer mejor sus necesidades emocionales más profundas. Y en Los 5 Lenguajes del amor, presenta consejos sabios y prácticos para restaurar relaciones. ¡Adquiere tu copia de estos dos libros hoy para que ames bien a tu familia!

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PROFUNDICEMOS

Proverbios 4:23, Con toda diligencia guarda tu corazón, Porque de él brotan los manantiales de la vida. (NBLA)

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© 2022 por Sarah Geringer. Todos los derechos reservados.

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