Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos... Romanos 12:4-6 (NBLA)

Mi deseo más profundo era ser usada por Dios ya que había crecido en la iglesia. Sin embargo, a través de la cultura de comparación, el enemigo me convenció de que debido a (inserta aquí la lista larga de mis defectos), yo no tenía un impacto significativo en el Reino.

Durante años, luché contra esta mentalidad hasta que un día, mientras me comparaba con una persona específica, Dios me recordó tiernamente: «Yo las hice a las dos». Amiga, te cuento que en ese momento, fui liberada por esta verdad:

No hay competencia en el Reino de Dios.

La Palabra de Dios se refiere intencionalmente a Su pueblo como “el cuerpo” de Cristo. En Romanos 12:4-5, Pablo establece: “Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros”. Debido a sus diferentes propósitos, todas las partes del cuerpo son esenciales para su éxito.

¿Sabías que el hueso más pequeño del cuerpo humano se encuentra en tu oído medio y mide sólo 3 por 2.5 milímetros? Si el tamaño indicase importancia, podríamos descartar rápidamente a este pequeño hueso como innecesario. Y aún así, sin él, podríamos experimentar una grave pérdida auditiva.

Como seguidoras de Cristo, cada una estamos llamadas a ministrar a nuestros círculos de influencia con nuestros dones (1 Pedro 4:10-11). Me pregunto, ¿cuántos miembros del cuerpo no pueden escuchar lo que Dios está hablando porque permitimos que la comparación, competencia y nuestras inseguridades resultantes nos impidan liberar lo que Él ha puesto en nosotras?

Cuán diferente sería la historia si los héroes ocultos de la Biblia no hubieran obedecido el llamado de Dios. Conocemos el legado de Moisés, pero rara vez escuchamos sobre Sifrá y Fuvá, las dos parteras cuya fidelidad a Dios salvó a Moisés en la infancia (Éxodo 1:17). Hablamos de la valentía de Elías, pero rara vez discutimos cómo fue la simple obediencia del siervo de Acab, Abdías, lo que llevó a Elías al Monte Carmelo (1 Reyes 18). ¿Será que un momento del Reino está esperando tu voluntad para decir “sí” a los propósitos que tiene Dios para ti?

Amiga, no permitas que el enemigo te silencie a ti o a lo que llevas con sentimientos de insignificancia. Tanto tú como tus dones son esenciales para el éxito del cuerpo, y él lo sabe. Cualquiera que sea el don que se te haya otorgado, debes estar dispuesta a compartirlo.

Pero teniendo diferentes dones, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría. (Romanos 12:6-8, NBLA)

Podría significar predicar a miles desde una plataforma, o compartir tu testimonio con una amiga durante el almuerzo. Podría significar escribir una canción de adoración que alcance a muchas naciones o cantar las Escrituras a tus pequeños mientras se quedan dormidos.

El éxito del Reino no se mide con estándares de la tierra. Si tu obediencia lleva a solamente una persona a Jesús, todo el cielo se regocija. Eso es lo que significa la importancia en el Reino.

Señor, gracias por cada don que has puesto en mí. Perdóname cuando dejo que la trampa de la comparación me impida administrarlos bien. Cuando el enemigo me haga sentir insignificante, recuérdame que, a través de Ti, estoy equipada y capacitada de forma única para lograr Tus propósitos en la tierra. Gracias por permitirme ser parte de la historia de Tu Reino y brindarte gloria. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

Como hijas de Dios, todas hemos recibido dones y talentos que podemos usar para el Reino. A veces podemos sentir como si nuestro don fuera insignificante porque tiene un impacto pequeño, pero Dios valora todos los dones y talentos que cada una de nosotras posee. Si estás luchando por encontrar valor y significado dentro del Reino, el libro del autor Mark Batterson, Tu destino divino, es justo para ti. En Tu destino divino, aprenderás cómo experimentar el gozo de descubrir quién eres... y la libertad de descubrir lo que no eres. La realidad maravillosa es que tu exclusividad, al mismo tiempo que un regalo de Dios para ti, es un regalo tuyo para Dios. El cuerpo de Cristo necesita tus dones y talentos, así que obtén tu copia hoy, y recuerda: nunca ha habido y nunca habrá alguien como tú.

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PROFUNDICEMOS

1 Corintios 12:17-18, Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. (NVI)

Efesios 2:10, Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica. (NVI)

¿Hay algo que llevas, ya sea un don, un servicio, un testimonio o un mensaje, que sientes que Dios te está llamando a liberar en esta temporada?

¿Cuál es una forma o una persona con quien puedes compartirlo para bendecir a otros y traer gloria a Dios hoy? ¡Déjanos saber en los comentarios!

© 2022 por Savannah Gwinn-Wright. Todos los derechos reservados.

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