Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 2 Timoteo 3:14-15 (NVI)
«Mamá, tengo sed».
«Mamá, ella me está molestando».
«Mamá, ya conocemos esta historia de la Biblia».
Hace unas semanas, había comprado una nueva Biblia, llena de ilustraciones coloridas, que tenía preguntas basadas en la fe para diferentes edades y un plan de lectura. Había imaginado a mis tres hijas acurrucadas conmigo en la cama, absorbiendo las Escrituras en silencio y prestando atención… sería un tiempo devocional familiar perfecto.
Pero se me olvidó que eran tres niñas pequeñas, y bueno, muy pocas cosas suelen salir como planeo o imagino.
Ahora estaba exhausta; ya era tarde, y me faltaba energía para otra batalla antes de acostarme. Después de una breve oración, besé sus frentes pequeñas y apagué las luces. Pensando que volveríamos a intentarlo la noche siguiente, bajé las escaleras arrastrando los pies.
Noche tras noche, salía de la habitación de las niñas desanimada mientras trataba de hacerlas partícipe de las Escrituras, pero dudaba de que mis esfuerzos las estuvieran influenciando espiritualmente.
¿Están aprendiendo algo?
¿Debo esperar hasta que sean mayores?
¿Estoy marcando la diferencia?
No pude evitar preguntarme si sería mejor simplemente presionar el botón de “pausa” y esperar hasta que fueran mayores para estudiar la Biblia. Entonces me vino a la mente las cartas de Pablo a Timoteo.
Timoteo estaba pastoreando la iglesia de Éfeso, donde el apóstol Pablo le enviaba cartas llenas de consejos y motivación. El amor de Pablo por Timoteo es palpable; sus cartas están llenas de aliento, amistad y esperanza. Aunque Pablo no era el padre biológico de Timoteo, Pablo se refirió a Timoteo como "mi verdadero hijo” (1 Timoteo 1:2, NVI).
Mientras Pablo concluía su segunda carta a Timoteo, lo alentó con estas palabras de nuestros versículos clave, 2 Timoteo 3:14-15:
Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás convencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste. Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría necesaria para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.
Al inicio de la carta, Pablo le recuerda a Timoteo la influencia piadosa de la madre y la abuela de Timoteo cuando le enseñaron la Palabra de Dios y nutrieron su fe “desde la niñez” (2 Timoteo 3:15, NBLA). Segunda de Timoteo 1:5 dice: “Porque tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”. La madre y la abuela de Timoteo estudiaron diligentemente las Escrituras, compartiendo el Evangelio y su conocimiento del Señor con Timoteo a una edad temprana y durante toda su juventud.
Como todas nosotras, Timoteo probablemente experimentó algunas de las tormentas y tensiones típicas de la adolescencia. No obstante, las mujeres en la vida de Timoteo perseveraron y fueron fieles a lo que Dios ha mandado a los padres cristianos a hacer: enseñar a nuestros hijos acerca del Señor (Deuteronomio 6:7).
Aunque Timoteo experimentó muchos desafíos en su ministerio, al enseñarle la Palabra de Dios, las personas más cercanas a él habían puesto un fundamento espiritual firme sobre el cual él podía mantenerse. Ya seamos madres, madrastras, abuelas o madres espirituales, nosotras también debemos tratar de hacer lo mismo hoy, porque es una confianza permanente en Cristo lo que permitirá que nuestros hijos enfrenten circunstancias difíciles mientras están firmemente arraigados en el conocimiento de la Palabra de Dios.
Tal vez esto signifique perseverar a través de un devocional nocturno (incluso si es imperfecto) con nuestros niños pequeños. Tal vez signifique comprometernos a orar con y por los niños en nuestras vidas. Tal vez signifique servir a los niños en nuestras comunidades.
No te rindas, amiga. Sacia a los niños en tu esfera de influencia: tus hijos, tus nietos, los niños de la iglesia y de tus vecinos con el conocimiento de Dios. Enséñales las Escrituras y muéstrales el amor de Jesús. Construye un fundamento espiritual sólido, lección tras lección, y ora para que se mantengan firmes sobre la roca sólida de Cristo Jesús (Mateo 7:24-27).
Padre celestial, te pedimos que nos des fortaleza y perseverancia al enseñar a nuestros hijos acerca de Ti y de Tu Palabra. Guíanos en todas las temporadas y dirígenos mientras buscamos transmitir la Verdad bíblica a la próxima generación. En el Nombre de Jesús, Amén.
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La fe es algo en lo que siempre estaremos llamadas a crecer. Cuánto más estudiemos Su Palabra, y a medida que crezcamos en fe, también creceremos en sabiduría y obtendremos revelación acerca de Dios. Si te estás haciendo la pregunta: “¿cómo puedo desarrollar una fe que no vacilará ni se derrumbará?”; un estudio del libro de Santiago es justo para ti. La autora Elizabeth George, en su guía de estudio, Santiago: crece en sabiduría y fe, recorre el libro de Santiago para ayudar a responder tus preguntas y más, y ofrece consejos práctica sobre muchos asuntos que afectan a diario a las mujeres cristianas. ¡Presiona aquí para adquirir tu copia del libro electrónico!
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PROFUNDICEMOS
Deuteronomio 11:19, Enséñenlas a sus hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. (NBLA)
La verdad de las palabras de Dios es eterna, pero la forma en que estudiamos con nuestros hijos se verá diferente según nuestras temporadas. En esta etapa de la vida, ¿cómo puedes formar el hábito de enseñar las Escrituras a los niños?
Nos encantaría saber de ti. Siéntate libre de compartir tus pensamientos
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© 2022 por Laura Bailey. Todos los derechos reservados.
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