¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo.
Gálatas 1:10 (NVI)
Hola, mi nombre es Lysa, y lucho con el ser complaciente con la gente o querer complacer a los demás.
Durante años he tenido que enfrentarme a la realidad de ser una mujer de “sí”, aún cuando no tenía la capacidad u, honestamente, el deseo de hacer lo que otros me pedían. Y si soy realmente honesta, a menudo no era puramente por amor a las personas que me esforzaba demasiado. Era porque no podía descifrar cómo manejar el temor de lo que me costaría decepcionarlos.
Y esta mentalidad se convirtió en un obstáculo muy evidente cuando intenté establecer límites saludables en mis relaciones.
Verás, esta lucha por complacer a la gente me convirtió en la candidata perfecta para resistir establecer límites y considerar cualquier tipo de límite como poco amable. Pero el problema es que si vivimos permitiendo que las opiniones de los demás definan quiénes somos, estaremos desesperadas por intentar controlar las percepciones que la gente tiene de nosotras. Nos pasaremos la vida manejando las opiniones para asegurarnos de que siempre nos sean favorables y poder sentirnos bien con nosotras mismas.
Pero piensa en la realidad trágica de esto… estar demasiado preocupada por ganar la aprobación de los demás puede darnos un corazón dividido con Dios. Ay.
Nuestro versículo clave de hoy señala esta cuestión: “¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10).
Es imposible complacer a todo el mundo todo el tiempo. Lo sabemos… hasta que se nos olvida. Especialmente con las personas cuyas opiniones nos afectan. Por eso, cuando decepcionamos a las personas, pensamos de forma diferente a ellos, no hacemos todo lo que creen que deberíamos hacer o intentamos poner límites con los que no están de acuerdo, los demás pueden pensar mal de nosotras. Y si piensan mal de nosotras, tememos que sea imposible sentirnos bien con nosotras mismas.
Creo que esto afecta mi temor en torno a establecer límites. Si pongo un límite, alguien dejará de verme como quiero que me vean. Ya no me conocerán como quiero que me conozcan. Ya no creerán lo mejor de mí, y hay algo dentro de mí que realmente quiere que crean lo mejor de mí.
Pero esto es lo que no me había dado cuenta hasta ahora: todas las personas tienen límites físicos, financieros, relacionales, emocionales. Todas estamos limitadas. Sólo Dios es ilimitado. El complacer a la gente te hará sentir que poner límites significa que has fracasado. Pero creo que poner límites significa que has tenido la hermosa revelación bíblica de que sólo Dios puede satisfacer las necesidades de todos. (Filipenses 4:19)
¿Quiero ser amada por los demás? Por supuesto que sí.
¿Quiero temer que el amor de otra persona por mí se base en que siempre la haga feliz? No, en absoluto.
El amor debe ser lo que nos une, no lo que nos separa. Y he visto lo mucho que ayudan los límites con esto en mi propia vida.
Mientras dejas que todas estas palabras se asienten en ti, quiero dejarte con estas palabras sencillas que escribí por primera vez en mi diario hace años: “el amor de Dios no se basa en mí. Simplemente se me ha entregado. Y es el lugar desde el que debería vivir… amada”.
Vive como una persona que es amada, hoy, amiga.
Jesús, gracias por ser un lugar tan seguro al que puedo regresar cuando estoy luchando con mi identidad. Cuando tenga la tentación de mirar a los demás en busca de validación y aceptación, recuérdame, por favor, que te mire a Ti. Oro para que el Espíritu Santo me dé ojos para hacer un inventario de mi propia vida y de las limitaciones comprensibles de mi capacidad, y oro pidiendo sabiduría mientras considero personalmente cualquier cambio que deba implementar. En el Nombre de Jesús, Amén.
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¿Te cuesta decirle que no a la gente? ¿Complacer a los demás te impide mantener límites saludables? Pues bien, la autora y conferencista Karen Ehman conoce de primera mano cómo el hecho de complacer a la gente nos encierra en una prisión, atrapándonos en hábitos poco saludables que nos distraen de nuestro verdadero ser y del propósito que Dios nos ha dado. Cuando hacer felices a los demás te hace sentir miserable es la clave que necesitas para dejar el juego de la complacencia, retomar tu vida y caminar con Dios en paz y confianza. ¡Descubre cómo puedes implementar límites saludables, cultivar una estrategia para saber cuándo decir sí y cómo decir no y aprender a navegar por la tensión entre seguir a Dios y amar a las personas que te rodean adquiriendo una copia hoy!
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PROFUNDICEMOS
Proverbios 29:25, El temor al hombre pone trampas, pero el que confía en el SEÑOR estará a salvo. (RVA-2015)
Cuando tengas la tentación de evitar poner límites por temor a lo que piense la otra persona, recuerda esta advertencia: no caigas en la trampa de las opiniones de los demás. Tómate un tiempo hoy para escribir todas las razones por las que es seguro confiar en el Señor. Entonces, ¡compártelas con nosotras en los comentarios!
© 2022 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.
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