Devocionales

Tu arte sí importa

Rachel Marie Kang 5 de octubre de 2022
Y dijo Dios: «¡Que exista la luz!» Y la luz llegó a existir. Génesis 1:3 (NVI)

Era solo una niña cuando aprendí a ver el quebrantamiento más que cualquier otra cosa.

Incluso cuando no podía nombrarlo, lo buscaba: en las ruinas de los edificios deteriorados, en las flores marchitas que no florecían.

Más que solo ver el quebrantamiento, podía sentirlo, lo sentía moverse a mi alrededor, filtrándose dentro y fuera de mí. Era tan buena juntando cosas rotas, enterrándolas en lo más profundo, hasta que ya no solo contemplaba el quebrantamiento, sino que terminó apoderándose de mí.

Mi identidad estaba arraigada en el quebrantamiento.

Todas nacemos en este quebrantamiento. Todas nacemos y somos traídas a esta tierra de oscuridad inevitable, una oscuridad que arde debajo de los huesos.

Ya conoces la historia de una serpiente siseando susurros de vergüenza, del fruto prohibido y de la caída inevitable del hombre (Génesis 3). Entonces, en lugar de contarte acerca de la mujer que mordió y rompió el corazón de Dios, te contaré la historia del quebrantamiento de Dios, te contaré de cuando Dios rompió las tinieblas y creó la luz.

Es la historia de Dios mirando hacia las tinieblas, a lo que le dice: “«¡Que exista la luz!»” (Génesis 1:3).

Es aquí donde comienzan nuestras historias. Es aquí donde la posibilidad inminente de las cosas increíblemente duras y terribles que suceden en nuestras vidas persisten por primera vez. Nuestras historias comenzaron cuando Dios creó límites para contener y controlar la oscuridad y el abismo.

Comenzamos con el mundo que Dios llamó bueno pero que aún permite que permanezca con “una sensación de caos y desenfreno que aún debe ser controlado”, en las palabras de Jeffery M. Leonard, docente de Estudios Bíblicos en la Universidad de Samford y autor de Creation Rediscovered. Por supuesto, ese desenfreno y caos es culpa de la humanidad, no de Dios; es el resultado de nuestro pecado.

Leonard también escribe que “Dios encarga a la humanidad que tome el manto divino de crear y trabajar para empujar aún más los límites de este caos”.

Es dentro de esta tensión de un caos controlado, que aún no se ha desechado por completo, que Dios finalmente inicia el tikkun olam. Este es un concepto judaico que define esta tensión como el propósito de Dios en dejar espacio para la restauración en este mundo. En este plan restaurador, Dios nos invita a participar en el trabajo de contrarrestar la oscuridad en este mundo, de conservar este planeta salvaje, de cuidar nuestros propios corazones salvajes y de desempeñar un papel en la restauración de todas las cosas de la manera en que podrían y deberían ser.

La restauración de todas las cosas a la paz.

Es por esta razón que importa tu arte. Cada anotación escrita en el diario, cada fotografía capturada, cada canción tocada e ilustración gráfica diseñada, cada letra escrita, gotea y se inunda con más peso y asombro de lo que posiblemente puedas llegar a imaginar o comprender. Ya sea en público o en privado, presentamos el arte no como una forma de afirmar que tenemos razón en algo, sino como una forma de volver a escalar de nuevo hacia la luz.

El plan de Dios al principio no era simplemente salvarnos de lo inevitable del pecado. Su deseo desde el principio fue que nosotras, al igual que Él, viviéramos y anheláramos contrarrestar la oscuridad y mantener para siempre nuestra mirada en Su bondad y Su gran luz.

A ver, esto no quiere decir que desempeñemos algún papel en el trabajo por nuestra propia salvación. Jesucristo completó esa obra en la cruz de una vez por todas. Más bien, es el trabajo de restauración de las cosas (comunidades, clases, iglesias, relaciones, nuestras propias vidas) a lo que estamos invitadas… y el arte es solo una de las muchas maneras de hacerlo.

En respuesta a Su gran amor y gracia, cantaremos, bailaremos y cultivaremos la creatividad en los rincones de nuestros hogares.

Leeremos libros y escribiremos los nuestros.

Compondremos poemas y publicaremos fotos en nuestras redes sociales.

Tejeremos bufandas para mantener calientes a desconocidos.

Encontraremos soluciones creativas para educar a nuestros hijos y cuidar la tierra.

Experimentaremos con recetas e invitaremos a otros a nuestros hogares acogedores.

Viviremos nuestras vidas con valentía, cultivando nuestro arte y dejándonos cautivar por el arte de los demás.

Y sabemos que, en todo lo que decimos, hacemos y creamos, estamos llegando a conocer a Cristo y ayudando a darlo a conocer.

Dios, déjame escuchar el sonido y la canción de Tu amor sobre las mentiras. Despierta el valor en mí mientras vivo para cultivar la creatividad. Haz brillar una luz en mi corazón y libera Tu sanación en el mundo a través de mi arte. Que así sea, en y a través de mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Amós 4:13, He aquí el que forma las montañas, el que crea el viento, el que revela al hombre sus designios, el que convierte la aurora en tinieblas, el que marcha sobre las alturas de la tierra: su nombre es el SEÑOR Dios Todopoderoso. (NVI)

¿De qué manera el arte y el acto de crear han traído esperanza y luz a tu vida? ¿De qué maneras puedes usar el arte y el acto de crear para traer esperanza y luz al mundo?

Siempre estamos aquí para escuchar tu corazón: ven y comparte tus pensamientos en los comentarios.

© 2022 por Rachel Marie Kang. Todos los derechos reservados.


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