El SEÑOR te guiará continuamente, Saciará tu deseo en los lugares áridos Y dará vigor a tus huesos. Serás como huerto regado… Isaías 58:11 (NBLA)
En nuestra cultura de Instagram, el futuro muchas veces está relacionado con palabras como sueños, metas y oportunidades. Pero para quien está pasando por una temporada difícil, puede parecer como que el futuro no tiene nada que ofrecer más que pérdidas.
Nadie está exento de las temporadas así. Se deslizan a través de nuestros peores fracasos; entran silenciosamente a través de las circunstancias inesperadas tal como una enfermedad física o mental. Se meten a través del dolor y el trauma. Y hacen ciertas declaraciones sobre nuestro futuro.
He aprendido que más allá de los lugares áridos de la vida, un huerto bien regado nos espera. Vemos esta metáfora cuando el profeta Isaías, proclama al pueblo judío, quienes habían perdido todo, que Dios tenía la intención de obrar un cambio en sus vidas. Sus “lugares áridos” llegarían a ser, un día, como un “huerto regado”.
El SEÑOR te guiará continuamente, Saciará tu deseo en los lugares áridos Y dará vigor a tus huesos. Serás como huerto regado… (Isaías 58:11).
A los veintipico años, pasé por un divorcio que no quería y de repente mi futuro se veía sin esperanza. Todos mis sueños estaban hechos pedazos. Como había sido rechazada por un hombre en quien confiaba, sentí como si, en mi esencia, yo era rechazable, como si estuviera defectuosa de alguna manera. Puede que entre en el cielo por la gracia de Dios. Pero aquí en esta tierra, siempre sería inferior. Nadie me querría después de esto.
Mentiras como éstas pueden echar raíces profundas. Pueden robarnos la esperanza y cambiar nuestro futuro en un desierto árido. Si no tenemos cuidado, podríamos establecer nuestros cimientos sobre esas mentiras e intentar construir un hogar permanente sobre aquellas arenas movedizas.
Al estar en pie al otro lado de esta experiencia “abrasadora”, ahora veo con asombro que un esplendor nos espera cuando llegamos más allá de estos quebrantamientos grandes del alma. Es por eso que he llegado a tener un gran respeto por ellos. He aprendido las lecciones más transformadoras de mi vida en momentos cuando sentía cómo mi corazón se hacía añicos.
En primer lugar, he aprendido sobre un tipo de resiliencia que no tiene nada que ver con la manera frágil en que estoy hecha. Por naturaleza, soy emocional y físicamente frágil. Lo más mínimo me puede inquietar. Sin embargo, al otro lado de estas temporadas oscuras, he encontrado una resiliencia espiritual; una fuerza que fluye de Dios y me permite navegar en un mundo cada vez más difícil, sin desfallecer.
En segundo lugar, he profundizado en mi propósito dado por Dios, en una manera que nunca lo hubiera experimentado a menos que caminara por mis temporadas abrasadoras. Si Dios no me hubiera permitido transitar aquellos valles, puede que aún hubiera caminado en mi don, pero de una manera más superficial. Mi influencia para bien, mi utilidad en el Reino de Dios, habría sido enormemente disminuida.
En tercer lugar, he aprendido a entrar en relaciones con un nivel de salud y gozo que me faltaba antes de experimentar una angustia devastadora.
Esto me recuerda cómo, años después de que la profecía de Isaías fuera hablada, esos mismos judíos, ahora en cautiverio en Babilonia, podían mirar hacía arriba y ver lo asombroso de los jardines colgantes. Quizás recordaron la promesa del profeta mientras miraban esta imposibilidad: un jardín con árboles grandes y arroyos que fluyen, encima de una azotea. En el calor abrasador de Babilonia, lo que debe haber sido un lugar quemado y árido, esta azotea, este toldo de ladrillos y bitumen, había sido transformado en un jardín verde. ¡Qué recuerdo más impresionante de la promesa de Dios a través de Isaías!
Quizás te encuentres en tu propia temporada abrasadora. Quizás cuando miras hacia arriba, solo ves una azotea. Una imposibilidad. Quizás algún acontecimiento te susurra a tu corazón, tu futuro es un desastre. O peor, tú eres una fracasada.
Quiero decirte que más allá de ese lugar árido, un jardín te espera. Aguanta, amada. Tu momento decisivo está por llegar.
Querido Jesús, ayúdame a agarrarme fuertemente de Ti mientras camino por esta temporada abrasadora. Transforma esta angustia. Fortalece los huesos de mi espíritu. Enséñame Tu resiliencia. Llévame más profundamente en mi propósito. Ayúdame a caminar en mejor salud relacional. Cámbiame en un jardín bien regado. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Profundicemos
Jeremías 31:12c, …Su alma será como huerto regado, Y nunca más languidecerán. (NBLA) …Serán como un jardín bien regado y no volverán a desmayar. (NVI)
¿Qué parte “árida” específicamente hay en tu vida que quieres que Dios transforme en un “jardín”? Comparte tus pensamientos en los comentarios.
© 2022 por Tessa Afshar. Todos los derechos reservados.
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