El que habita al amparo del Altísimo
Morará a la sombra del Omnipotente.
Diré yo al SEÑOR: «Refugio mío y fortaleza mía
Mi Dios, en quien confío». Salmo 91:1-2 (NBLA)
Ten una mejor situación en la cual haces que el miedo se incline a la confianza que tienes en Dios.
Tengo miedo cuando me lastiman.
Puedo apreciar algunas de las primeras palabras registradas del hombre a Dios después de comer el fruto prohibido, “tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí»” (Génesis 3:10, énfasis agregado).
Me identifico con esas palabras profundamente. Tengo miedo de estar emocionalmente desnuda… expuesta… preocupada de volver a ser lastimada. Esas preguntas de “que pasaría si…” tocan los lugares más vulnerables de mi corazón y me pregunto si seré destruida si cualquiera de ellas se hiciera realidad.
Cuando le temo al futuro, le susurro a Dios «a veces tengo miedo». La vida en sí no tiene garantías de que seguiremos hacia adelante sin experimentar dolor. Jesús mismo nos recordó, Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tienen tribulación; pero confíen[a], Yo he vencido al mundo» (Juan 16:33). Cuando has experimentado heridas profundas, puedes comprender muy bien las aflicciones de las cuales habló Jesús. Y realmente necesitas saber que Jesús ha vencido al mundo. Pero ¿cómo podemos aplicar esa verdad en este momento, en esta situación?
Me encanta que los versículos que encontramos en el Salmo 91 nos dan un guión sobre qué tenemos que decirnos en los momentos que sentimos miedo: Diré yo al SEÑOR: «Refugio mío y fortaleza mía, Mi Dios, en quien confío» (Salmo 91:2).
¿No te parece interesante que el salmista describe a Dios como un refugio y fortaleza?
Acudimos a un refugio para encontrar protección. Una fortaleza es construída con el propósito intencional de proveer una seguridad excepcional. La palabra hebrea para fortaleza es metsudah; una de sus definiciones es “un lugar inacesible”. Dios no es solamente un refugio rápido de las tormentas de la vida; Él es el lugar donde ningún miedo tiene acceso a mí. El miedo no puede atrapar lo que ya no puede alcanzar.
Para poder experimentar este nivel de paz, necesitamos estar cerca de Dios. Es una cercanía que vemos a través del Salmo 91 mientras nos recuerda “Morará a la sombra del Omnipotente” (Salmo 91:1), encuentra refugio bajo Sus alas (Salmo 91:4) y haz que Él sea el lugar donde habitamos (Salmo 91:9). Al igual que necesitamos estar lo suficientemente cerca de un árbol para disfrutar de la sombra que nos ofrece del calor ardiente, también debemos estar cerca de Dios si deseamos la comodidad, protección y salvación que se encuentran en Él.
No es que cosas malas nunca pasarán en nuestras vidas. La vida casi nunca es ordenada. Las relaciones no son fáciles. Y el estrés y las tensiones constantes que enfrentamos a diario resultan difíciles para el corazón humano. Un minuto puedo pensar que voy bien manteniendo mi corazón limpio de la amargura y al siguiente me siento como un fracaso total. Cosas que sucedieron en el pasado pueden desencadenar emociones que amenazan con rendirnos al temor de lo que pueda estar a la vuelta de la esquina.
Pero como una hija de Dios, sé perfectamente que no se supone que viva aterrorizada por el miedo. Y mientras me detengo con estos sentimientos, he llegado a la conclusión de que el alcanzar la paz a la cual se refiere Jesús en Juan 16:33 no se trata de la perfección, sino del progreso.
Estoy aprendiendo a hacer progreso con mis temores. Ahora sé que puedo tener miedo, pero no tengo que temer el futuro. Puedo vivir plenamente en este día sin permitir que el miedo robe mi paz. Solo puedo ocuparme de lo que está justo delante de mí. Debo confiar en que Dios sostiene los días por venir.
Una señal de que estás progresando, es que cuando ves que el miedo se acerca, te hace correr hacia Dios, que te acerques a Él en vez de olvidarlo y dejar que el miedo se apodere de tu mente y corazón.
Cuando el miedo toca a la puerta, úsalo como una oportunidad de formar nuevas perspectivas y hábitos sanos:
- Ten un mejor pensamiento.
- Reacciona de una mejor manera.
- Procesa de una mejor manera.
- Ten una mejor conversación.
- Pon un mejor límite que puedas comunicar con amor y mantenerlo consistentemente.
- Toma una mejor decisión de no acudir a las sustancias para adormecer el miedo.
- Ten una mejor postura de tu corazón que se dirija hacia el perdón en lugar del resentimienteo.
- Ten una mejor situación en la cual haces que el miedo se incline a tu confianza en Dios.
- Ten un día en que no te quedas frustrada, enojada o asustada.
- Ten una hora menos que rechazas la gracia de Dios.
No podemos escaparnos perfectamente de la trampa del miedo, pero sí podemos escoger seguir adelante, tomando en cuenta que el progreso imperfecto es bueno. Muy bueno.
Señor, gracias por enviar a Jesús, quien entiende profundamente lo difícil que puede ser procesar el miedo que mora en nuestros corazones frágiles y adoloridos. Gracias por la esperanza que tenemos debido a que Jesús ha vencido al mundo. Ahora ayúdame a vencer lo que enfrento hoy. Gracias por la gracia que no dice que tengo que hacerlo perfectamente. Simplemente tengo que progresar. Te amo, Señor. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Salmo 34:4, Busqué al SEÑOR, y Él me respondió, Y me libró de todos mis temores. (NBLA)
Ora las palabras del Salmo 34:4 hoy. ¿Cómo encuentras ánimo para confiar en Jesús en medio del miedo que estés batallando? Nos encantaría saber de ti en los comentarios.
© 2022 por Lysa TerKeurst. Todos los derechos reservados.
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