Yo sé cómo vivir en pobreza o en abundancia. Conozco el secreto de estar feliz en todos los momentos y circunstancias: pasando hambre o estando satisfecho; teniendo mucho o teniendo poco. Filipenses 4:12 (PDT)
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Nota del editor: Aunque Siria ya no está en las noticias y las cámaras están enfocadas en otras partes del mundo, el sufrimiento del pueblo sirio continúa. La guerra civil de una década en Siria continúa. Para Ferial Jamil Labbad, esposa cristiana y madre de dos hijos en Latakia, Siria, los horrores de la guerra casi destrozaron a su familia.
Cuando estalló la guerra en Siria en 2011, vivíamos en Alepo, en una zona muy afectada. Vivíamos muy cerca de los grupos de milicianos. Mis hijos eran pequeños en aquel entonces y yo vivía con miedo, temerosa por ellos. Cuando los aviones sobrevolaban nuestra casa, mi esposo y yo sacábamos a los niños de la cama y nos escondíamos en el baño.
Incluso las tareas simples eran arriesgadas. Recuerdo un día que mi esposo, Gandhi, y los niños fueron al mercado. En su camino de regreso, hubo muchos disparos, incluso les dispararon a ellos. Empezaron a correr; mis hijos estaban llorando. Solo por la protección de Dios pudieron regresar a casa sanos y salvos.
Finalmente, mi esposo tuvo que irse a buscar trabajo para que pudiéramos vivir. Tenía amigos que vivían en el campo de Latakia, a unas tres horas de nosotros. Salimos de Alepo llorando, especialmente los niños, porque amaban la casa. Trajimos solo algo de ropa con nosotros, pensando que volveríamos pronto.
Eso fue hace ocho años.
Los primeros meses en Latakia fueron muy duros y diferentes. Me peleaba con mi esposo y lloraba todas las noches, pensando en todo lo que dejamos atrás. Aquí, tenemos un pequeño dormitorio compartido y una sala de estar. No tenemos mucha comida y nos las arreglamos con arroz y lentejas. Y solo tenemos electricidad durante 30 minutos, tres veces al día.
Pero mi esposo me recordaba una y otra vez que habíamos huido para proteger a nuestros hijos de la guerra. Por primera vez en lo que parecían años, sentí que mis hijos estaban seguros aquí. Empecé a agradecer a Dios porque dimos el paso correcto, por más duro que fuera, y empecé a tener más paz. La gratitud se ha convertido en una práctica diaria.
Hemos crecido en nuestro amor por Jesús aquí. Me he dado cuenta de la importancia de ser parte del cuerpo de una iglesia local. La iglesia que encontramos me ha motivado a amar a Jesús aún más de lo que solía hacerlo. Y encontrar esta comunidad ayudó a aliviar el dolor de dejar nuestro hogar. Ya no me preocupa Alepo ni nuestra situación financiera. En cambio, me siento diferente, más cerca del modelo de Jesús. Dios está vivo en nosotros. Él está con nosotros, cuidándonos, nutriéndonos.
Me siento igual que Pablo cuando dijo: “Yo sé cómo vivir en pobreza o en abundancia. Conozco el secreto de estar feliz en todos los momentos y circunstancias: pasando hambre o estando satisfecho; teniendo mucho o teniendo poco” (Filipenses 4:12).
Y he crecido a través de un grupo de discipulado de mujeres que estudiamos juntas la Biblia y compartimos nuestras vidas entre nosotras. A través de este grupo he aprendido a abrir la Biblia, leerla y vivirla. A pesar de lo pequeña que es mi casa, me encanta abrir mi hogar para que este grupo se reúna.
La situación en Siria sigue siendo muy desesperada y todavía tenemos poco. Los precios continúan subiendo cada día; por mucho que trabajemos, no podemos ganar lo suficiente para comprar los alimentos que necesitamos. Pero he aprendido que aunque no tengamos nada, podemos intentar ayudar a los que están en peores condiciones. Cada mañana oro, aunque no tenga nada, Jesús, quiero dar algo.
Hay esperanza para nuestro futuro. Incluso en medio de las crisis, siento paz interior porque sé que Jesús nunca nos dejará.
Jesús, gracias porque sea cual sea la crisis que enfrente, Tu Palabra promete que nunca me dejarás, una promesa en la que siempre puedo confiar, sin importar cuán difíciles sean las cosas. Gracias porque mi alegría proviene de conocerte y confiar en Ti, no de mis circunstancias. Ayúdame a hacer de la gratitud una práctica diaria. Incluso si no tengo nada, quiero dar algo. Por favor, fortalece a Ferial y a su familia y continúa trayendo Tu paz mientras te siguen y te sirven. Y mantente siempre presente con mis hermanas y hermanos en todo el mundo mientras luchan en la vida y, sin embargo, aprovechan cada oportunidad para testificar de Tu bondad y poder. En el Nombre de Jesús, Amén.
Recomendamos
Los cristianos perseguidos como Ferial te piden que ores con ellos para que se mantengan firmes en su sufrimiento. ¿Te comprometerás a orar con ellos mediante Open Doors USA? Descarga la aplicación para celular Pray for the Persecuted para recibir notificaciones en tiempo real y pedidos de oración directamente de los creyentes perseguidos. También puedes descargar la guía de oración de 52 semanas de Open Doors y orar con creyentes como Ferial en los 50 países más peligrosos para los cristianos.
Conéctate
Ferial vive con su marido, Ghandi, y sus dos hijos, Anna Maria y Ohannes, en Latakia, en la región noroeste de Siria. Son muy activos en su iglesia, donde Ferial trabaja como maestra de escuela. Open Doors USA está publicando este devocional en nombre de Ferial para compartir su historia de cómo Dios ha trabajado en ella mientras enfrentaba crisis tras crisis. Aprenda más de Ferial y otros cristianos perseguidos en OpenDoorsUSA.org.
Profundicemos
Santiago 1:2-4, Hermanos míos, alégrense cuando tengan que enfrentar diversas dificultades. Ustedes ya saben que así se pone a prueba su fe, y eso los hará más pacientes. Ahora bien, la paciencia debe alcanzar la meta de hacerlos completamente maduros y mantenerlos sin defecto. (PDT)
¿Estás luchando por estar contenta o encontrar alegría en este momento?
¿Qué prácticas diarias pueden ayudarte a comenzar a enfocarte en Jesús y en Su gran amor por ti? Únete a nosotras en la sección de comentarios hoy.
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