Levantaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene del SEÑOR, Que hizo los cielos y la tierra. Salmo 121:1-2 (NBLA)
Se acerca el anochecer, pero en lugar de dejar que entre por las ventanas de mi apartamento, me siento atraída por buscar más el sol. Estoy cansada física, mental y emocionalmente, pero me pongo la chaqueta y la bufanda, salgo por la puerta y pongo mis pies en el pavimento.
Es un día inusualmente cálido para esta época del año en Wisconsin, así que aprovecho el efímero buen clima y me dirijo a un pequeño parque que consiste en una colina pequeña pero empinada.
Ha sido una temporada larga llena de preguntas sin respuesta, muchas esperas y un montón de incertidumbre. Ha habido momentos en los que he orado y suplicado a Dios solo para no recibir respuesta, y me he sentido sola y no escuchada.
Pero esta semana, el Salmo 121 ha estado resonando en mi mente. Me atrajo, lo leí muchas veces y recordé a Dios como Ayudador y Cuidador.
Mis botas pasan del pavimento a parches de grama y nieve cuando entro al parque. Mientras tanto, repito partes del salmo para mí misma, respirando fresco y claramente:
Levantaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi ayuda? Mi ayuda viene del SEÑOR, Que hizo los cielos y la tierra (Salmo 121:1-2).
El sol se está poniendo detrás de las nubes, pero queda suficiente color para saber que se acerca la puesta de sol. Empiezo a subir la colina, que ya está resbaladiza por la nieve acumulada y una capa de hielo. Después de resbalar en mis botas, que están diseñadas más para comodidad que para funcionalidad, me aferro a los postes nevados de la valla y me arrastro lentamente hasta la cima, donde observo el cielo teñido de frambuesa, naranja llameante y rojo suave mientras el sol se abre paso entre las nubes.
Los rayos de luz anaranjada atraviesan las nubes de color carbón y púrpura hacia el cielo azul aún brillante. Con música de adoración en mis auriculares, estoy de pie con las manos extendidas, sabiendo que me estoy reuniendo con el Dios, a quien mis ojos se han elevado. Observo y adoro al Dios que hace girar los colores sin esfuerzo.
Mi situación no cambia ni se aclara de inmediato, pero mientras estoy de pie y adoro, el simple hecho de estar en Su presencia me ayuda a recordar que Él está sobre todas las cosas, que Él es el Creador del cielo y la tierra.
El SEÑOR te guardará de todo mal; él guardará tu vida. El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre (Salmo 121:7-8, RVA-2015).
Puede que estemos cansadas de cosas que no parecen cambiar (problemas de salud, relaciones tensas, desafíos laborales, soledad por la necesidad de ser parte de una comunidad), pero podemos levantar la mirada hacia el Señor, quien no permitirá que tropecemos. Aquel que brinda belleza en un atardecer multicolor en lo alto de una pequeña colina seguramente nos ve a nosotras, Sus hijas. Él nos invita a descansar en Su gracia inmutable, empaparnos de Su fuerza, estar quietas y saber que Él está con nosotras.
Cuando hacemos una pausa y asimilamos la magnitud de Su gloria, recordamos cuán fiel ha sido con nosotras en el pasado y confiamos en que nos está cuidando hoy.
Cuando levantamos los ojos a los montes y ponemos nuestra esperanza más arriba que nuestra visión, el Señor aparece a la vista.
Él está por encima de nuestros desafíos y dolor, sin embargo Él reside personalmente dentro de nosotras, acercándonos, susurrando a nuestros corazones lastimados. Levantemos la mirada a los montes de la esperanza y miremos de dónde viene nuestra ayuda: Dios, que abre camino y nos sostiene firmes.
Padre, estoy rodeada de circunstancias que me abruman. Me estoy hundiendo en mi dolor y preocupación, pero Tú ves todo lo que está pasando. Levanto mis ojos hacia Ti y recuerdo que Tú eres mi Ayudador y Cuidador. Gracias porque eres fiel. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Isaías 41:10, No temas, porque Yo estoy contigo; No te desalientes, porque Yo soy tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, Sí, te sostendré con la diestra de Mi justicia”. (NBLA)
¿Cómo puedes consolarte sabiendo que Dios está contigo y promete ayudarte?
Tómate un tiempo para ver un atardecer y estar en Su presencia, dándole gracias porque el Dios de los cielos es el Dios de tu corazón.
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© 2022 por Sarah Freymuth. Todos los derechos reservados.
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