Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda Su pacto y Su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que lo aman y guardan Sus mandamientos, Deuteronomio 7:9 (NBLA)

Tienes que reducir el ritmo de tu vida.

Escuchaba esas palabras a menudo en las conversaciones, las veía en las publicaciones en redes sociales y las sentía en mi alma.

Después de unos años llenos de circunstancias desafiantes, trabajando más de lo que quería estando lejos de mi bebé cuando hubiera preferido estar en casa y por fin, la vida empezó a estabilizarse. Sentí como si pudiera respirar de nuevo.

Pero lo que pensaba que iba a ser un alivio que necesitaba, solo hizo que mi ansiedad aumentara. La vida, dándome la espalda demasiadas veces, me había dejado tensa y preparándome para los innumerables “¿y si …?”.

Por más que quería hacer el cambio de esforzarme a rendirme, estaba condicionada a seguir esforzándome… era todo lo que sabía hacer. El trabajar duro había sido programado en mi cabeza y corazón para mantener a mi familia y a mí a flote.

Quizás te identificas con eso. Quieres reducir el ritmo de tu vida y recuperar el aliento, pero cuando finalmente llega la oportunidad, no puedes aceptar totalmente la oferta del descanso. Quizás sea tu situación actual.

En esencia, las buena nueva del evangelio es que su bondad no depende de nuestras acciones. Independientemente de lo que hacemos o elegimos, Dios permanece constante, inalterable y fiel.

Nosotras podemos ver la evidencia clara del amor de Dios que es constante y nunca cambia en Deuteronomio 7:9, nuestro versículo clave: “Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda Su pacto y Su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que lo aman y guardan Sus mandamientos”.

Después de que los israelitas huyeron de sus captores en Egipto y caminaron por tierra seca en el Mar Rojo (Éxodo 14), Dios los guió fiel y continuamente por el desierto con una columna de fuego y de nube. El nombre hebreo usado por Dios en Deuteronomio 7:9, El HaNe’eman, que significa “el Dios que es fiel”, habla del carácter de Dios, aun cuando los israelitas se olvidaron de todo lo que Él había hecho por ellos.

Gran parte de la historia de los israelitas está arraigada en sus propios esfuerzos. Tomaron el asunto en sus propias manos cuando no les gustaba donde se movía Dios; ellos fabricaron imágenes (ídolos) para adorar en lugar de adorar al único Dios verdadero. Su frustración con la agenda de Dios los llevó a la desobediencia y la terquedad. Pero a pesar de sus esfuerzos, Dios permanecía fiel a ellos en cada momento. Su amor inalterable no los pasó por alto, sino que continuó por mil generaciones. Y es lo mismo para nosotras hoy.

Ya sea que elijamos seguir esforzándonos por nuestra propia fuerza o rendirnos y aflojar el ritmo de vida, el amor inalterable de Dios permanecerá igual. Dios no nos ama más porque elegimos rendirnos en lugar de esforzarnos. Sin embargo, al rendirnos, tenemos la oportunidad de experimentar más gozo de manera exponencial, caminando en obediencia a Él. Llegamos a conocerle más íntimamente y somos liberadas de la vergüenza de esforzarnos continuamente.

Si estás intentando desacelerar indecisamente y deseas entrar en una temporada de entrega, encontrarás que Su misericordia permanece constante. En lugar de esforzarte, puedes descargar el peso de la vergüenza que te dice que no eres suficiente y que no estás haciendo lo suficiente. Luego, entrando en el descanso de un ritmo más lento, encontrarás la plenitud de gozo en la comunión con el Creador y Sustentador de tu alma.

Esa recompensa de la entrega es algo que el esfuerzo nunca podrá lograr.

Padre Celestial, anhelo experimentar la plenitud de gozo que viene de la obediencia e intimidad Contigo. Ayúdame a confiar en Ti y rendirme a Ti en lugar de depender de mis propios esfuerzos. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Profundicemos

Salmo 119:76, Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo. (NVI)

Jeremías 31:3, Desde lejos el SEÑOR se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia. (LBLA)

¿Cuál es un área de tu vida en la que sientes que Dios te está llamando a rendirte?

¿En qué maneras te han causado vergüenza tus esfuerzos y te han mantenido lejos de experimentar la plenitud del amor de Dios? ¡Nos encantaría saber de ti en los comentarios!

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