Devocionales

No eres suficiente (y nunca estuviste destinada a serlo)

Meghan Mellinger 31 de enero de 2023
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4-7 (NVI)

Una amiga me dijo el otro día que soy muy favorecida y amada por Dios.

No lograba creerla.

¿Yo? ¿Muy favorecida? Mi vida es como una montaña rusa: a veces estoy arriba, a veces estoy abajo, a veces se sale un tornillo de algún lugar importante y alguien tiene que poner una cinta de advertencia. Lo único consistente en mi vida es siempre estar estresada, con sueño y hambre.

¿Las cosas que sé que debo hacer? No las he hecho.

¿Las cosas que sé que no debo hacer? Las he hecho todas.

No importa cuánto lo intente o cuántos tutoriales de redes sociales haya visto, a mi desempeño siempre le falta algo.

¿Por qué un Dios perfecto amaría a una persona tan imperfecta?

Porque Dios es amor.

Lo que hace que estas Escrituras famosas sobre el tema del amor sean una imagen clara de nuestro Dios:

El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Corintios 13:4-7).

Tal vez hayamos escuchado este pasaje en las bodas y lo hayamos visto bordado en cojines, pero cambia el panorama cuando pensamos en Dios de esta manera, ¿no es así?

Debido a que Jesús vivió y amó perfectamente, Dios ama a Su pueblo sin condiciones o una lista de control que satisfacer. Él no lleva la cuenta ni guarda rencor a Sus hijos. Su amor es perfecto. Y es gratis. Jesús ya pagó el precio completo en la cruz, y no tenemos que desempeñarnos perfectamente para ganarlo.

Este es un amor perfecto de un Dios perfecto, dado como un regalo a personas imperfectas.

Parece demasiado bueno para ser verdad, ¿no es así? Nos cuesta creer esto porque la versión del amor que vemos todos los días es condicional. Es un amor basado en los números de la balanza o en las cifras de nuestras cuentas bancarias. Desliza el dedo hacia la izquierda o hacia la derecha: si no estás a la altura, no eres digna. Si no obtienes las calificaciones o el trabajo, no eres suficiente.

La verdad es: no somos suficientes.

La buena noticia es: nunca estuvimos destinadas a serlo.

Esto significa que somos libres, libres de nuestros temores, nuestra obsesión por el desempeño, nuestras expectativas poco realistas.

Siempre nos quedaremos cortas, pero Dios no está llevando la cuenta de cada percance y error para condenar a Su pueblo. Él ofrece el perdón. Dios no necesita nuestro desempeño, Él quiere nuestra entrega total. Él quiere que dejemos de intentar ganar nuestro valor y en su lugar creamos lo que es injusto e inmerecido:

Somos amadas incondicionalmente.
Somos redimidas por Su sacrificio.
Somos muy favorecidas cuando caminamos con Él.
No somos suficientes, pero Su amor sí lo es.

Y esa es la belleza del mensaje del evangelio.

Creámoslo y recibámoslo hoy.

Dios precioso y perfecto, ayúdame a recordar que mi valor no está en mi desempeño, sino en quien dices que soy: amada sin condiciones. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Efesios 1:4, Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de él. En amor… (NVI)

El hecho de que seas amada es sólo la punta del iceberg cuando se trata de quién Dios dice que eres. Comienza una lista en tu diario o teléfono de «quién dice Dios que soy» y construye tu identidad en la Palabra de Dios, no en tu propio desempeño.

Reflexionando sobre 1 Corintios 13:4-7, ¿qué características del amor de Dios necesitabas escuchar hoy? Déjanos saber en los comentarios.

© 2023 por Meghan Mellinger. Todos los derechos reservados.

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