»Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. Juan 3:16-17 (NVI)

«Dios es un romántico eterno» fueron las palabras de la querida maestra de Biblia en un retiro de mujeres.

Sus palabras me sorprendieron y tocaron mi corazón. Siempre he sido una romántica sin remedio: me encantan las comedias románticas, las películas navideñas de televisión y los finales felices para siempre.

Habiendo crecido en la iglesia, a menudo escuché a Dios ser descrito como Padre, Amigo, Hacedor de Caminos y Consejero Maravilloso, por nombrar algunos. Estos nombres eran fáciles de aceptar como verdaderos, pero “romántico” era un poco difícil de acoger.

Yo había reservado la palabra “romance” para los hombres montados en caballos blancos que mataban villanos y rescataban damiselas en apuros. Los románticos eran príncipes azules vestidos de esmoquin, con rosas en una mano y chocolates en la otra. Cuando imaginaba a un romántico, no imaginaba a Dios.

Pero en el transcurso del retiro de fin de semana, Dios comenzó a ampliar mi comprensión del romance. Esta palabra no se limita a las novelas y las noches de citas. Esta palabra involucra el amor inmenso de Dios y Su búsqueda incesante de la humanidad. Lo vi a lo largo de las Escrituras.

Dios buscó a Adán y Eva después de que pecaran en el jardín del Edén (Génesis 3).
Dios buscó a Agar cuando huía de sus problemas (Génesis 16).
Dios buscó a Elías cuando huía de Acab y Jezabel (1 Reyes 18-19).
Dios buscó a Pablo en el camino de Damasco (Hechos 9).
Y Dios nos busca.

Motivado por un amor inexplicable, Dios busca a la humanidad. Sin importar nuestro estado en la vida: casadas, solteras, saliendo con alguien, viviendo para Dios o huyendo de Él, Dios busca ganar el afecto de nuestros corazones persiguiéndonos implacable y fielmente.

Vemos una clara descripción de esta búsqueda en nuestros versículos clave, Juan 3:16-17: “Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”.

El amor al que se refiere Juan en esta Escritura es el amor ágape, que es sacrificial y se considera la forma más elevada de amor que existe. Este amor fue costoso para Dios, pero Él nos buscó a través del acto radical de sacrificar a Su Hijo. El amor de Dios es inigualable y mucho más grande que cualquier caja de chocolates o ramo de flores.

Y aún más asombroso es que Dios demostró Su amor generoso y sacrificado aún cuando éramos pecadoras. Nos buscó mientras no pensábamos en Él. Sus acciones en nuestro favor opacan al hombre del caballo blanco. De una vez por todas, Dios salvó valientemente a la humanidad, cuando estábamos en apuros, del villano espiritual Satanás.

Pero la búsqueda de Dios no terminó con la muerte sacrificial y la resurrección de Cristo. Durante todos nuestros días, Él continuará buscándonos con Su amor inexplicable.

Si anhelas ser cortejada y buscada, que esto te anime: eres el objeto del afecto de Dios. Te ha buscado incesantemente y seguirá buscándote.

Querido Dios, gracias por buscarme. Continúa recordándome de Tu gran amor durante todos mis días. Ayúdame a descansar en el hecho de que soy amada abundantemente por Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Romanos 5:8, Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (RVA)

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