Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 1 Juan 2:16 (NBLA)

Algo que oro regularmente es que Dios me de una conciencia sagaz para reconocer los planes y artimañas del enemigo en mi contra. Quiero ser capaz de reconocer sus trampas y evitarlas.

Creo que parte de Su respuesta vino un día mientras estudiaba la historia de Satanás tentando a Eva (en Génesis 3) y en nuestro versículo clave: “Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16)

Mientras comparaba estos pasajes, tuve una verdadera epifanía sobre cómo Satanás va tras nosotras. Estos versículos describen el plan de ataque tridimensional sobre nuestros corazones. ¡Y es el mismo plan que le vemos emplear mientras tentó a Jesús en el desierto en Mateo 4:1-11! Un hecho que me dice que aunque el enemigo sea poderoso, también es predecible.

Echemos un vistazo más de cerca al plan de Satanás mientras se revela en las historias de Eva y de Jesús:

1. Haz que anhelen algún tipo de gratificación física hasta el punto en que no pueden pensar en nada más.

Satanás tentó a Eva con el fruto del árbol, el cual “era bueno para comer” (Génesis 3:6b, NVI).

Satanás tentó a Jesús con pan mientras Él estaba ayunando (Mateo 4:3-4).

Satanás nos tienta con cualquier sensación física que nos consuma, ya sea un sabor, olor, sonido, tacto o vista. Dios dice que nuestros sentidos son buenos. Él nos los dio para disfrutarlos dentro de Sus límites. Pero al aventurarse fuera de la intención de Dios para ellos, se convierten en un intento de satisfacer nuestras necesidades fuera de la voluntad de Dios.

2. Haz que quieran adquirir cosas hasta el punto de que se inclinen ante el dios del materialismo. Mantenlos distraídos causando que sus ojos deseen más y más cosas.

Satanás tentó a Eva al atraer su atención a lo que era “agradable a los ojos” (Génesis 3:6c, NBLA).

Satanás le mostró a Jesús los reinos del mundo y le dijo que podría tenerlos todos (Mateo 4:8-10).

Satanás nos muestra las cosas más nuevas, grandes y aparentemente mejores de este mundo, tratando de atraernos para que pensemos que debemos tenerlo. Él nos tienta a pensar: esto me llenará. Esto me hará feliz. Y luego se desgasta, se descompone, envejece y revela lo temporal que es todo lo material.

3. Haz que presuman de lo que tienen o hacen. Mantenlos distraídos y obsesionados con su estatus y significado. Ahoga sus vidas usando los tentáculos de su propio orgullo.

Satanás tentó a Eva prometiéndole una conciencia ampliada que la haría ser más como Dios (Génesis 3:4-5).

Satanás tentó a Jesús al decirle que se arrojara de la parte más alta del templo y ordenara a los ángeles que lo salvaran (Mateo 4:5-7). Esto sería muy impresionante y elevaría el estatus y la importancia de Jesús a los ojos del mundo.

De la misma forma, Satanás nos tienta a tratar de elevarnos por encima de los demás. Pensamos erróneamente que tenemos que convertirnos en algo que el mundo llame digno. Esto crea una necesidad dentro de nuestra carne de que la gente se fije en nosotras, nos elogie, nos reverencie y acaricie nuestro orgullo. Entonces nos atrevemos a presumir de todo lo que somos.

Querida hermana, aquí es donde debemos detenernos y recordarnos a nosotras mismas que no tenemos que ser rehenes de Satanás. Estamos al tanto de quién es él y de sus artimañas. Y el poder del enemigo no se compara con las promesas de Dios. Las tácticas enemigas no son rival para la Verdad de Dios. Dios tiene un buen plan para cosas buenas.

Hubo una gran diferencia entre la respuesta de Eva a Satanás y la respuesta de Jesús a Satanás. Eva dialogó con Satanás y le permitió tejer su red enredada de justificaciones. Jesús, por el otro lado, citó Deuteronomio con cada tentación mientras respondía: “escrito está…” e inmediatamente calló a Satanás con la Verdad de Dios.

¿Cuál será nuestra respuesta?

La decisión es nuestra.

Cada momento, cada decisión, cada paso, ¿operaremos en la Verdad todopoderosa de Dios o permitiremos que Satanás nos enrede en sus mentiras?

Padre Dios, estoy tan agradecida de que no nos hayas dejado indefensas. Tus promesas son siempre la respuesta perfecta para nuestros problemas. El enemigo no es rival para Tus promesas. Guíame, equípame e infunde Tu confianza santa en mí mientras me mantengo firme contra el enemigo hoy. En el Nombre de Jesús, Amén.

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