Pero Rut respondió: —¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! »Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Rut 1:16 (NVI)

Hacía sólo una semana que me había mudado a otra ciudad donde no conocía a nadie. Una nueva compañera de trabajo me había invitado a una fiesta en la casa de una amiga. Estaba agradecida por la invitación, pero al mismo tiempo me sentía nerviosa.

La ansiedad en mi estómago fue empeorando progresivamente mientras iba de camino, siguiendo mi GPS. En silencio me cuestionaba acerca de la ropa que había elegido. Cuando llegué a la casa desconocida y entré tímidamente por la puerta principal, mi mente se llenó de preguntas: ¿serían estas las personas a las que llamaría mis amigos? ¿Les caería bien?

Entrar en una fiesta llena de gente que no conocía es un pequeño ejemplo de un miedo mayor que se oculta en los lugares más profundos de mi corazón, llenos de incógnitas, oraciones sin respuesta, resultados inciertos e interminables tiempos de espera.

¿Me será fiel Dios en esta nueva etapa?

La mudanza me asustaba y dejar atrás una vida que amaba por otra de la que no sabía nada me hacía sentir vulnerable. La vulnerabilidad pone al descubierto cómo nos escondemos, pero también nos expone a cosas duras de las que nos hemos estado escondiendo. En este caso, mostró en qué ponía realmente mi confianza … y no siempre era en Dios.

Tal vez estés en un lugar que te ha hecho cuestionar la fidelidad de Dios hacia ti. Ya sea en una circunstancia específica que estamos enfrentando o a través de años de preguntarnos dónde está Dios y qué está haciendo, puede ser fácil aferrarnos a lo que sea que nos rodea para sentirnos seguras y firmes. Cuando esas cosas ya no están ahí, ¿a dónde recurrimos?

Por eso admiro tanto a Rut. Cuando dijo las palabras del versículo clave de hoy a su suegra, Noemí, Rut decidió dejar atrás toda su vida y todo lo que le era familiar:

—¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! »Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios (Rut 1:16).

Rut dejó su pueblo y su hogar para seguir a Noemí y a un Dios que apenas conocía. Y el lugar al que se trasladó no solía acoger a moabitas como ella, pues se les consideraba enemigos del pueblo de Dios.

Pero ella confió en la fidelidad de Dios sin saber cuál sería el resultado. ¿Cómo lo hizo?

1. Se comprometió a ir y quedarse donde Dios la llamara. Independientemente de si sería aceptada o no, decidió creer que Dios estaría con ella. No esperó a que Él se manifestara en una gran manera; simplemente siguió hacia donde creía que Él la guiaba.

2. Decidió aferrarse a Dios como su Dios. Cuando hubiera sido más fácil seguir a los falsos dioses y la vida que conocía en Moab, ella puso su identidad en Dios. A pesar de lo que le esperaba, confió en Él.

Al igual que Rut, tenemos una opción: aferrarnos a lo que es cómodo y familiar para nuestra seguridad o confiar en Dios. Podemos mirar a Su Palabra y a Su carácter que ha demostrado que Él es quien dice ser y que hará lo que dice que hará. No sólo para Rut, sino también para ti y para mí.

Cuando nos sentimos inseguras, las promesas de Dios son seguras. Cuando tenemos dudas, la fidelidad de Dios permanece.

Al mirar hacia atrás en tu vida, ¿dónde ves destellos de la fidelidad de Dios? Puede que no sean situaciones grandes y extravagantes, pero si estás viva y leyendo esto hoy, es una prueba de que Dios ha sido fiel en Su búsqueda de ti.

La prueba definitiva de la fidelidad de Dios está en Jesús. El mismo Jesús que nació a través del linaje de la familia de Rut va a hacer nuevas todas las cosas en este mundo (Apocalipsis 21:5).

Cuando te sientas insegura, recuerda: Dios es fiel, y podemos aferrarnos a Él.

Padre, en los días en que me siento insegura y tengo dudas acerca del futuro, recuérdame Tu fidelidad. Has ido antes de mí. Tú caminas delante mío. Tú estás aquí conmigo. No me abandonarás. No me defraudarás. No me dejarás. No voy a ser intimidada. No voy a estar desanimada ni desalentada. Elegiré no preocuparme porque puedo poner mi confianza en Ti. Gracias por Tu fidelidad y bondad amorosa al no dejarme vacía. En el Nombre de Jesús, Amén.

RECOMENDAMOS

Amiga, ¿te resulta difícil aferrarte a las promesas de Dios? ¿Sientes que Dios se ha olvidado de ti? Todas tenemos momentos así, pero debemos recordar que Dios es un cumplidor de promesas. Cuando leemos Sus promesas, que se encuentran en Su Palabra, podemos creer que son verdaderas. “¿A Dios le importa por lo que estoy pasando? 10 promesas de Dios que puedes recordar cuando te sientas olvidada” es un recurso gratuito que te ayudará a recordar las promesas que Dios te ha hecho cuando te sientas olvidada. Comienza a declarar las promesas de Dios sobre tu vida hoy mismo, inscribiéndote para obtener tu copia.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 89:1, Oh SEÑOR, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad. (NVI)

¿En qué área de tu vida te sientes insegura hoy?

Al considerar la fidelidad de Dios hacia Rut, anota tres maneras en que Dios te ha sido fiel esta semana. Toma unos minutos para alabarle por Su fidelidad y comparte tus pensamientos con nosotras en los comentarios.

© 2023 por Meghan Ryan. Todos los derechos reservados.

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