Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros. Hebreos 6:18 (NVI)

La frescura de un nuevo año genera emoción, esperanza y anticipación por lo que está por venir. Una hoja en blanco, de 12 meses sin estrenar.

Como la nieve prístina fuera de mi ventana, la novedad abunda. Pero, sinceramente, todavía estoy pedaleando duro por los residuos de las luchas del año pasado, esperando la sanidad del COVID-19 a largo plazo y la ansiedad, que me ha dejado exhausta física, mental y emocionalmente.

Sí, un nuevo año está aquí, pero ¿cómo adentrarnos en este cuando sentimos que no ha habido una marca divisoria entre las temporadas, cuando los días y las semanas han fluido del uno al siguiente sin muchos cambios? ¿Cómo marcamos este nuevo año como el potencial de posibilidad cuando las circunstancias que nos rodean dicen “lo mismo de siempre”?

Recuerdo el anhelo de Abraham por un hijo prometido que comenzaría el linaje israelita (Génesis 17:16-17). Pasaron los años, pero no venía ningún hijo. A medida que Abraham y Sara envejecían, la promesa de Dios parecía desvanecerse en la distancia.

Pero Hebreos 6:13-20 habla de cómo Dios reforzó la certeza de Su promesa a Abraham con dos cosas inmutables: Su propósito y Su juramento. Nosotras también podemos dejar que este pasaje nos dé esperanza en la fidelidad de Dios.

Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito es inmutable, la confirmó con un juramento. Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros (Hebreos 6:17-18, NVI).

Puesto que no había nadie mayor con quien pactar, Dios hizo un juramento sobre Sí mismo, prometiendo que lo que Él profesaba se haría realidad en la vida de Su siervo Abraham.

Tanto los juramentos como las promesas que hacen los seres humanos son inconstantes y falibles, son rotas e incumplidas frecuentemente. Sin embargo, el juramento de Dios es totalmente diferente: confiable, verdadero e inquebrantable. Dios no necesitaba hacer un juramento porque Dios mismo es Verdad, pero lo hizo para enfatizar lo inmutable que es.

El juramento se hizo en beneficio de Abraham, para que supiera con certeza que Dios cumpliría la promesa que le hizo.

Y amiga, el juramento también se hizo para nuestro bien.

Dios no necesariamente nos promete un hijo como lo prometió a Abraham, pero en Su grandeza y misericordia, Él nos ha dado este pasaje para mostrar cuán sólido es Su propósito para nuestras vidas.

Puede que estemos viviendo en medio de la historia, todavía esperando ver una mejoría en nuestras circunstancias, pero podemos enganchar nuestro corazón al corazón de Dios, quien nos da una gran esperanza porque Él nos da Su Palabra.

Si Él dice que no temamos porque Él está con nosotras, entonces Él está con nosotras y no nos abandonará (Isaías 41:10).

Si Él dice que no tiene planes para hacernos daño sino para darnos esperanza, podemos descansar porque la esperanza está aquí (Jeremías 29:11).

Si Él dice que Jesús vino a darnos vida en abundancia, entonces la abundancia de cada aspecto de la vida es nuestra (Juan 10:10).

Como Dios prometió, Abraham eventualmente recibió a su hijo Isaac. En la espera, Dios está obrando. Podemos aferrarnos a la esperanza mientras todavía estamos caminando a través de lo que parece una espera interminable y edificar nuestra confianza de que Él nos guiará.

Si este nuevo año te tiene navegando por las mismas dificultades y la lucha continua para mantener la fe, aférrate a la esperanza de estas dos cosas inmutables: la promesa de Dios de Sus buenos propósitos y Su juramento de Su carácter.

La vista puede parecer sombría cuando pasamos las primeras páginas de un nuevo calendario, pero la esperanza está aquí. Anímate, querida hermana. El Dios de pactos inmutables te ha dado promesas. Él permanece firme, y nuestro aliento puede revivir mientras esperamos que se cumplan Sus promesas.

Oh Señor, gracias por ser grandioso y amoroso. Gracias porque deseas el bien para Tus hijos y porque has dado muchas promesas que son reforzadas por un juramento de Ti mismo. ¿Me fortalecerías con Tu Verdad? Mientras espero, por favor ayúdame a mantener la esperanza en todo lo que prometes a través de Tu Palabra. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Hebreos 10:23, Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió. (NBLA)

¿Cómo te anima la fidelidad de Dios cuando te sientes invisible?

Haz una lista de las características de Dios y las maneras en que ha sido fiel a lo largo de tu vida. Usa estos recordatorios como puntos de esperanza para aferrarte a Sus promesas para ti en esta temporada.

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© 2023 por Sarah Freymuth. Todos los derechos reservados.

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