Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo. 2 Corintios 10:5 (NVI)

Después de acomodar la primera esquina de la sábana ajustable sobre el colchón, me moví a la segunda esquina, pero descubrí que había comenzado por el extremo del lado corto. Girando la sábana, lo intenté de nuevo. Pero mientras acomodaba la segunda esquina, la primera se desprendió. ¡Ah!

Llena de frustración, le di un tirón a la sábana, murmurando, «no es mi día».

Un momento, ¿de dónde salió eso? ¿Acaso no había escrito sobre la alegría de la mañana a mis amistades de Facebook apenas unas horas antes? «Es una hermosa mañana. El sol está brillando, hay una brisa fresca, los pájaros cantan, y tengo una taza de café caliente… ¡momento feliz!»

Sin embargo, repentinamente, mi boca soltó palabras que clasificaron el día entero como malo a causa de una sábana ajustable obstinada.

En el panorama general, una sábana es un destello en el radar de la vida. Y no importa qué luchas entren en mi día, no necesito adoptar una mentalidad de un “mal día”. Dios todavía está en el trono, Él es bueno, Él me ama, y Sus bendiciones acogen cada aspecto de mi vida.

Aún así, me encuentro pensando esas frases negativas e irrelevantes más frecuentemente de lo que quisiera admitir:

Siempre haces eso.
Ellos nunca cambiarán.
No soy lo suficientemente buena.
Nunca puedo hacer algo bien.

Sé que no son ciertas. Y podría hacer a un lado mis pensamientos, justificándolos por la emoción del momento. Pero el problema es que si tú y yo decimos o pensamos estas ideas negativas con suficiente frecuencia, se convierten en pequeñas semillas que germinan y echan raíz en los rincones bien irrigados de nuestros recuerdos. Dentro de poco, el mismo pensamiento aparece con más frecuencia y con mayor intensidad, y aceptamos como verdad lo que en realidad es una mentira que nuestro enemigo quiere que creamos.

Me gusta el consejo práctico que Pablo le dio a la iglesia de Corintio en 2 Corintios 10:5: “Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo”.

¿Por qué deberíamos destruir y llevar cautivos los argumentos y declaraciones que van en contra de lo que dice Dios? Porque al no hacerlo, le damos rienda suelta a aquellos pensamientos. Y residirán en nuestros cerebros. Eventualmente haremos esas declaraciones y quienes nos escuchen también se infectarán con esa negatividad. Esas declaraciones casuales y falsas son tan nocivas como cualquier lenguaje grosero y no ayudan para fortalecer nuestra fe ni benefician a quienes nos escuchan (Efesios 4:29).

No podemos prevenir que esos pensamientos suenen en nuestros cerebros, pero podemos negarnos a reflexionar sobre ellos. Piensa en la imágen que usó Pablo: “llevamos cautivo todo pensamiento”. Al igual que se puede poner un bloqueo para desviar el tráfico no deseado, tenemos la opción de confinar nuestros pensamientos negativos y palabras falsas. Nos rehusamos a dejar que estos pensamientos continúen; de hecho, nos alejamos de su influencia.

Otra de las cartas de Pablo nos anima a mantener nuestras mentes enfocadas en lo que es verdadero, justo, amable y digno de admiración (Filipenses 4:8). Al leer eso, puede que pienses: ¡pero mis pensamientos son verdaderos! Sólo que no siempre son positivos…

Si ésa eres tú, considera esto: fijarte en lo positivo o en lo que es amable revela tanta verdad como lo hace el fijarte en el lado negativo de las cosas, así que, ¿por qué no equilibrar nuestra conversación con palabras positivas?

Consideré esto mientras respiraba profundamente y solté la sábana de mis puños. Sí, era mi día. Aún más importante, era el día de Dios porque Él lo hizo. Nada tenía que separarme de los pensamientos sobre el gran amor que Dios tiene para mí, ni siquiera una sábana ajustable.

Tampoco tienes que permitir que los pensamientos negativos arruinen tu día. Lucha contra esos pensamientos con las palabras que Dios ha pronunciado sobre quién es Él y quién eres tú a través de Él.

Padre, perdóname por tener pensamientos sobre mí y de los demás que van en contra de lo que Tú has escrito en Tu Palabra. Cada vez que surjan esos sentimientos, por favor contrarréstalos con palabras de verdad. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Juan 8:32, y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. (NVI)

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Coloca tu lista en algún lugar donde la puedas verla diariamente, y úsala para luchar contra las declaraciones negativas que el diablo quiere que creas. ¡También puedes compartir tu lista sobre “lo que Dios dice sobre mí” en los comentarios!

© 2023 por Karen Wingate. Todos los derechos reservados.

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