Entonces trajeron algunos niños a Jesús para que pusiera las manos sobre ellos y orara; Mateo 19:13a (NBLA)

Mi madre es experta en la decoración de interiores. Obtuvo su “título” de la revista Better Homes and Gardens. Cada rincón, mostrador y estante de su casa luce hermoso.

A mis hijos les encanta visitar la casa de la abuela al inicio de una nueva temporada. Atraviesan la puerta principal y recorren todas las habitaciones para ver cómo ha redecorado la casa.

Cuando mi esposo y yo compramos nuestra primera casa, estaba muy emocionada de decorarla. No podía esperar para hacerla nuestra y que reflejara nuestro estilo y gustos.

Pero no tardé mucho en darme cuenta de que no sabía nada sobre diseño. No podía entender qué había hecho mal, pero mientras miraba las habitaciones de mi casa, no solo carecían de belleza, sino que, ni siquiera disfrutaba pasar tiempo en ellas.

El problema era que solo hacía lo que veía hacer a mi madre: comprar artículos y colocarlos en mi casa. La realidad es que nunca aprendí los elementos del buen diseño o cómo hacer que un espacio luciera encantador. No fue hasta meses después que mi madre me explicó el “por qué” y el “cómo” detrás de sus decisiones de diseño y un poco de su proceso para alcanzarlo.

Cuando se trata de diseño, está bien si mis hijos no heredan el ingenio de su abuela. Pero cuando se trata de la oración y la fe, no solo quiero transmitir la “apariencia”.

Sin intencionalidad ni explicación, mis hijos solo aprenderán a imitar mis acciones. Pero así como comprar y colocar artículos en un estante no significaba que entendía de diseño, que mis hijos sepan cómo inclinar su cabeza no significa que sepan cómo depender de Dios en oración.

Aunque siento que mis acciones resultan más en fracaso que en éxito, mi esposo y yo nos hemos propuesto acompañar a nuestros hijos en oración para que sepan cómo buscar a Dios por sí mismos.

Por ejemplo, después de enterarnos recientemente de un desastre natural, sentamos a los niños para compartírselo y vimos un breve segmento de noticias describiendo el evento. Luego decidimos orar. Pero antes de hacerlo, hablamos sobre la importancia de la oración y cómo Dios nos escucha. Les recordamos la vez que Elías oró para que dejara de llover y la lluvia cesó (Santiago 5:17).

Y la oración no es solo algo que hacemos como padres; invitamos a los niños a tomar la iniciativa. A veces ellos son los únicos que oran en voz alta.

Descubrí que los niños también pueden tener momentos de oración increíblemente significativos. Después de conversar con mi hija mayor sobre un problema que estaba teniendo, no sabía cómo ayudarla. «Bueno, deberías orar al respecto», le dije. Mi sugerencia fue genuina, pero me avergüenza admitir que también estaba ganando tiempo para pensar en otras maneras de ayudar. Su respuesta me sorprendió: «¡Oh, pero mamá, yo sí he estado orando!» Continuó diciendo que había estado orando al respecto en su diario.

¡Guau! Ella no necesitaba que yo le dijera que orara. Sabía que podía buscar a Dios por su cuenta, que podía reunirse con Él para hablar de este problema, compartir su carga y confiar en que Él se encargaría.

Amiga, no solo imitemos la oración para que nuestros hijos se vuelvan aparentemente buenos en eso. Acompañémoslos en el recorrido para que experimenten las particularidades de la oración. Podemos invitarlos a la oración en los momentos buenos y en las temporadas realmente difíciles. Podemos guiarlos a través de la teología de la oración y el valor de la oración, enseñándoles cómo orar.

Mateo 19:13 dice: “Entonces trajeron algunos niños a Jesús para que pusiera las manos sobre ellos y orara”. Al igual que los padres, abuelos y cuidadores en Mateo, ¡llevemos a nuestros hijos directamente a Jesús para que puedan experimentar hablar con Él por sí mismos!

Padre celestial, mantennos humildes ante Ti. Que nunca nos cansemos de buscar Tu rostro. Danos la gracia de acompañar a nuestros hijos en oración y de alguna manera comunicar la belleza y la gloria de hablarte. En el Nombre de Jesús, Amén.

Las dos secciones siguientes pueden contener enlaces de contenido solo en inglés.

RECOMENDAMOS

Para un recurso excelente sobre el enseñar a tus hijos a orar, puedes buscar el libro de Erica Renaud, Pray with Me: Help Your Children Engage in Authentic and Powerful Prayer.

También puedes enseñarles a tus hijos acerca de la oración ayudándolos a experimentar la Palabra de Dios por sí mismos. La Biblia ilustrada, grandes sueños y oraciones poderosas por Mark Betterson ofrece a los niños y niñas 30 historias inspiradoras del Antiguo y Nuevo Testamento que les ayudan a comprender y acoger el poder de la oración. ¡Adquiere tu copia hoy!

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PROFUNDICEMOS

Deuteronomio 5:29, ¡Oh, si ellos tuvieran tal corazón que me temieran, y guardaran siempre todos Mis mandamientos, para que les fuera bien a ellos y a sus hijos para siempre! (NBLA)

Santiago 5:17, Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. (NBLA)

¿Qué es lo que te hubiera gustado que te enseñaran sobre la oración cuando eras niña? ¿Cómo podrías enseñarle eso a tus hijos o a los niños en tu vida? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

© 2023 por Erica Renaud. Todos los derechos reservados.

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