¡No hay otro dios que pueda rescatar de esta manera!». Daniel 3:29b (NTV)

Tenías un matrimonio feliz.
Estabas segura económicamente.
Estabas en buena salud.
Pensabas que tus hijos adultos amaban a Jesús.
Tenías un trabajo estable, amigas constantes, una vida estable... hasta que _________________.

Te presentaron una demanda de divorcio, el médico te dio el diagnóstico, hubo despidos, o te mudaste lejos de todo y de todos tus seres queridos, y todo ardió en llamas.

Buenas noticias: tres personas de la Biblia saben exactamente cómo nos sentimos.

Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron escogidos para ser instruidos como altos funcionarios en Babilonia. Se ganaron el respeto del rey, ¿y sabes qué más?, eran conocidos por ser “sanos, fuertes y bien parecidos” (Daniel 1:4b, NTV).

¡La vida les estaba favoreciendo!

Hasta que el rey Nabucodonosor hizo una estatua de 90 pies con un mensaje claro: inclínate o arde. Con un horno ardiente a la vista, “…toda la gente… se inclinó rostro en tierra y rindió culto a la estatua de oro…” (Daniel 3:7, NTV).

Bueno, todos menos tres.

Sadrac, Mesac y Abed-nego se mantuvieron de pie, y mientras el rey les ofreció una segunda oportunidad para postrarse, los escuchamos decir una verdad impresionante:

—Oh Nabucodonosor, no necesitamos defendernos delante de usted. Si nos arrojan al horno ardiente, el Dios a quien servimos es capaz de salvarnos. Él nos rescatará de su poder, su majestad; pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado (Daniel 3:16-18, NTV).

El rostro del rey “se le desfiguró a causa de la ira” (Daniel 3:19, NTV), lo que nos da una pista de que esto no salió bien. Y con una orden singular de Nabucodonosor, estos tres rebeldes fueron atados y arrojados al fuego.

Un momento, ¿qué, qué?

Lo sé. Parece un poco injusto, ¿no? Se mantuvieron fieles a Dios y firmes en sus convicciones… ¿y aun así fueron castigados por ello? ¿Todo literalmente ardió en llamas? Pero, ¿dónde estaba Dios? (¿Por casualidad alguien sabe cómo presentar un reclamo de seguro contra incendios?)

De pronto, Nabucodonosor, lleno de asombro, se puso de pie de un salto y exclamó a sus asesores: —¿No eran tres los hombres que atamos y arrojamos dentro del horno? —Sí, su majestad, así es—le contestaron. —¡Miren!—gritó Nabucodonosor—. ¡Yo veo a cuatro hombres desatados que caminan en medio del fuego sin sufrir daño! ¡Y el cuarto hombre se parece a un dios! (Daniel 3:24-25, NTV).

¿Lo ves? Fue solo en el fuego que el rey pudo ver la gloria de Dios.

Esta es la realidad: Resulta fácil cantar las alabanzas de Dios después de la oración contestada, pero ¿qué pasa si el llamado se trata de mantenerse firme en la fe antes de que llegue la respuesta? ¿Qué pasa si esperamos confiadamente a que nuestro Salvador nos salve incluso cuando las llamas arden en torno a nuestro matrimonio, hijos, finanzas y salud? En última instancia, Dios se puede mostrar a través de las llamas para que los que observan puedan verlo a Él.

Dado que Dios es el mismo ayer y hoy, y Él “hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (Romanos 8:28, NTV), podemos enfrentar con confianza los fuegos de la vida, sabiendo que la ayuda siempre está en camino para nosotras.

Cuando llegue ese día para nosotras, tal vez aquellos, como el rey Nabucodonosor, finalmente verán por sí mismos el poder del Señor y, con los ojos desorbitados, declararán: “¡No hay otro dios que pueda rescatar de esta manera!»” (Daniel 3:29b).

¿Quién sabe? Tal vez ese era el objetivo desde el inicio …

Dios, gracias por Tu presencia fiel en el fuego. En el calor de todo, confío en Ti; por favor, hazte conocer. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Isaías 43:2c-3a, Cuando pases por el fuego de la opresión, no te quemarás; las llamas no te consumirán. Pues yo soy el SEÑOR, tu Dios, el Santo de Israel, tu Salvador. (NTV)

¿De qué manera puedes exponer a Jesús mientras estás en las llamas hoy? ¡Nos encantaría conocer tu respuesta en los comentarios!

© 2023 por Heidi Lee Anderson. Todos los derechos reservados.

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