Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. 2 Corintios 4:8-9 (NBLA)
Mi hija, Joy, es una vencedora de la adversidad.
Nació con síndrome de Down en un país que no maneja muy bien las diferencias.
Fue abandonada en el umbral de la puerta de una estación de policía.
Fue trasladada de un orfanato a otro.
Aunque sabemos que tomamos la decisión correcta, su adopción en nuestra familia significaba que tendría que conocer un país e idioma nuevo. Ha mostrado una resiliencia increíble en los pocos años que lleva en nuestra familia.
Joy lleva con nosotros cuatro años, y sus terrores nocturnos han desaparecido lentamente. Le ha llevado un tiempo, con recaídas a lo largo del camino, pero se ha adaptado a nuestra familia y nuestra vida en los Estados Unidos. Juega con amistades, va a la escuela y ama la iglesia. Ella recibe nuevos desafíos con los brazos abiertos, y aunque no lo podría decir exactamente de esta manera, ella permite que cada una de esas experiencias la transforme. Joy es el ejemplo vivo de la resiliencia en nuestra familia.
Me he sentido desafiada por Joy, pidiéndole a Dios que me aporte un poco de su resiliencia para mi propia vida. Me recuerda al Apóstol Pablo y su enseñanza acerca del poder del evangelio que habita en nosotras:
Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la extraordinaria grandeza del poder sea de Dios y no de nosotros. Afligidos en todo, pero no agobiados; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos (2 Corintios 4:7-9).
Desde que Joy llegó a casa, he considerado estas palabras, intentando entender lo que significan para mí en mi propia búsqueda de cultivar la resiliencia en medio del caos.
He descubierto que la Biblia no promete que tendremos una vida fácil y sin preocupaciones si seguimos a Jesús. De hecho, nos enseña justo lo contrario. Como creyentes en Cristo, estamos destinadas a sufrir incluso más adversidades al vivir vidas contraculturales en un mundo que es hostil a nuestra fe. Nos veremos afligidas, perplejas, perseguidas y derribadas. Aún así, Pablo prometió que si afrontamos la adversidad inevitable de frente con el poder del evangelio y practicamos la renovación interior día tras día, podemos cultivar una vida de resiliencia.
La adversidad puede llegar como resultado de nuestras propias decisiones, pero también puede llegar en forma de dificultades que nos suceden. ¿Por qué tipo de adversidad has pasado? Quizás has perdido un trabajo, un ser querido, un matrimonio. O has comenzado un nuevo trabajo, estás criando un hijo, o te has comprometido en matrimonio. Te has dado cuenta de que tu dinero no alcanza para pagar las cuentas. Has descubierto que no puedes tener hijos o que el hijo que tuviste tiene una adicción que amenaza su vida. Estás cuidando de un padre o una madre con una enfermedad que requiere de una atención médica considerable. Tal vez eres tú esa madre que necesita ese nivel de cuidado.
Y cuando afrontamos la adversidad, nuestros cuerpos se desmoronan. Los momentos difíciles causan picos drásticos de ansiedad, nuestra paciencia se acorta, y nuestro instinto es buscar un mecanismo de afrontamiento.
La buena noticia es que no estamos estancadas en nuestros miedos, ansiedades o maneras de pensar actuales. Romanos 12:2 dice, “Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente…” (NBLA). Renovamos nuestras mentes haciendo lo que dice Colosenses 3:2: Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (NBLA).
Podemos invitar a Dios a nuestra lucha y compartir lo que nos abruma, pidiéndole que nos revele lo que Él nos quiere obsequiar en esta temporada. Salmos 46:1 dice, “Dios es nuestro refugio y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (NBLA).
La adversidad tratará de acabar contigo. Pero si permites que Dios te guíe en y a través de la adversidad, podrás resurgir siendo una persona más resiliente.
Querido Señor, eres tan buen Padre. Gracias por amarnos. Conoces nuestros corazones; conoces nuestros pensamientos más íntimos y nuestras luchas más difíciles. Algunos días es difícil mantener las preocupaciones a una buena distancia con tanto caos a nuestro alrededor. Señor, te invitamos a nuestra lucha, y te pedimos que nos reveles cómo usar los obsequios de esta temporada. Te amamos. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Romanos 5:3-4, Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza. (NBLA)
Anota las adversidades actuales en tu vida. ¿Cuáles has asumido voluntariamente? ¿Cuáles han sido inesperadas?
Haz una lista de las personas más resilientes que conoces. ¿Qué características tienen en común?
Toma un momento para hablar con Dios y pídele que te revele los obsequios de esta temporada. Nos encantaría saber de ti, comparte con nosotras aquí.
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