No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del SEÑOR nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana. Lamentaciones 3:21-23 (NTV)

Mi cabello se estaba cayendo.

Sí, yo, la chica con la cabellera negra, cuyas estilistas siempre decían: «¡Vaya! ¡Tienes MUCHO cabello!». Ahora me asustaba silenciosamente cada vez que me lavaba el pelo.

Comenzó durante la pandemia de COVID-19. Al principio, no estaba muy preocupada. Ah, bueno, volverá a crecer. Las cosas mejorarán para el verano, me dije suspirando.

Con la presión en mi mente de trabajos pendientes, mi ansiedad aumentó mientras intentaba hacer malabares con las miles de responsabilidades que tenía: desde mamá porrista hasta consejera de crisis, árbitro y maestra de educación en el hogar por primera vez, y hasta cocinera a tiempo completo.

Mis prioridades eran mi esposo y mis hijos. ¿Y yo? Me haré cargo de mí misma más tarde. Pero cuanto más se extendía la pandemia, mis reservas emocionales, alguna vez llenas de optimismo, comenzaron a disminuirse junto con mi cabello. Cuanto más estresada estaba, más parecía perder cabello.

Lo que necesitaba era esperanza. El optimismo es imaginar cómo mejorarán las circunstancias, pero la esperanza es ver el amor y el cuidado de Dios en medio de circunstancias adversas. La esperanza es nuestro refugio en la incertidumbre incluso cuando el optimismo se agota.

¿Te sientes cansada también? ¿Estás en medio de una temporada difícil que pensabas que sería pasajera, solo para descubrir que ésta te ha estirado tanto que estás agotada, perdiendo tu alegría y esperanza? A menudo no sabemos que estamos estresadas hasta que nuestro cuerpo nos envía señales. Nuestro cabello comienza a caerse. La fibromialgia empeora. Podríamos tener migrañas, espasmos en los ojos o insomnio.

Pero Dios se preocupa por ti. Le rompe el corazón verte, Su querida niña, corriendo cansada.

Hay una historia de una niña en la Biblia que todos pensaron que se había ido para siempre mientras permanecía en su cama sin aliento. Todos habían perdido la esperanza, al igual que yo. Pero cuando Jesús vino a sentarse junto a su cama y tomó su mano suavemente, Su caricia cariñosa la devolvió a la vida. ¿Adivina qué fue lo primero que dijo Jesús?

“… les dijo que le dieran de comer a la niña” (Marcos 5:43b, NTV).

Jesús no le dijo que fuera a saludar a la multitud reunida afuera. Jesús no le dijo que fuera a hacer sus tareas. En cambio, Jesús se enfocó amorosamente en su bienestar. Es importante para Dios que alimentemos nuestros cuerpos con descanso y tomemos tiempo para sentir Su toque amoroso reviviendonos a través de Su Palabra.

Me di cuenta de que Dios quería que creyera que merecía atención y que actuara en esa dirección en medio de mi momento difícil y complicado. Para animarte, aquí hay tres cambios prácticos que me ayudaron:

• Primero, inicié hábitos alimenticios más saludables. Debido a que estaba tratando de completar una lista interminable de tareas pendientes, no estaba almorzando sino comiendo refrigerios pequeños. ¡Almuerza, Bonnie! Necesitas energía.


• En segundo lugar, enfrenté mi miedo. Tuve que soltar las responsabilidades que ya no eran saludables para mí. A pesar de que me rondaban por la cabeza los peores escenarios, le pedí valentía a Dios y pedí a mis amistades que me ayudaran a crear límites.


• Tercero, hice "oraciones de aliento". Estas oraciones alimentaron la esperanza cada vez que me sentía abrumada. Es una forma sencilla de orar usando las Escrituras para liberar la tensión de tu cuerpo y reoxigenar tu alma con la paz de Dios.

Emplea esta oración de aliento de Lamentaciones 3:21-23: No obstante, aún me atrevo a tener esperanza cuando recuerdo lo siguiente: ¡El fiel amor del SEÑOR nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana.

Inhala: El fiel amor del Señor nunca se acaba.
Exhala: Tus misericordias son nuevas cada mañana.

El tener esperanza otra vez es creer que Dios te ayudará. La esperanza te da permiso para hacer las cosas de manera diferente y creer que Dios será fiel. Su amor alimenta tu esperanza, y la esperanza es el oxígeno que respira tu alma.

Desde que hice cambios en mi horario, nutrición y hábitos de oración, mi cabello dejó de caerse tanto. Con el tiempo, espero que la salud de mi cabello se recupere.

Dios puede renovar tu esperanza. Jesús toma tiernamente tu mano en la Suya, amándote incondicionalmente.

Gracias, Jesús, por ser mi ancla y esperanza. Ayúdame a descansar en Ti. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Hebreos 6:19a, Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme… (NBLA)

Salmo 119:114, Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza. (NVI)

¿Cómo te está invitando Dios a tener esperanza de nuevo? ¿Qué podrías hacer diferente si eligieras vivir con esperanza bajo el cuidado de Dios? ¡Comparte con nosotras en la sección de comentarios!

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