Encomienda al SEÑOR tu camino, Confía en Él, que Él actuará; Salmos 37:5 (NBLA)

Tenía 14 años cuando un médico me diagnosticó fibromialgia, una enfermedad crónica debilitante que suele afectar a las mujeres en sus últimos años.

Hasta ese momento, la vida había sido relativamente fácil. Viento en popa. No hubo demasiados baches en el camino ni desviaciones de los planes que yo tenía para mi vida, hasta ese diagnóstico desgarrador.

De repente, la vida tomó un camino completamente diferente de lo que esperaba. A través de ese diagnóstico, Dios me mostró que por muy bien intencionados que fueran mis planes, me estaba aferrando con todas mis fuerzas a mis ideas y mi historia, en lugar de confiar en que Él dirigiera mis caminos.

Verás, el mundo predica un mensaje seductor de manifestación, de ser la chica que manda, así como del poder del pensamiento positivo. A primera vista, nos parece llamativo y atractivo. Es decir, la idea de centrarnos en lo positivo y perseguir lo que queremos en la vida, no suena tan mal.

Pero aquí está el truco, amiga mía: el hacer planes, soñar y vivir responsablemente a la luz de lo que Dios nos ha dado es una cosa. ¿Pero aferrarnos a nuestros planes con tanta fuerza que no estamos dispuestas a rendirnos a la mano soberana y al plan de Dios? Eso es otra cosa.

El rey David nos instruye en el Salmo 37:5 que le demos nuestros planes al Señor: “Encomienda al SEÑOR tu camino, Confía en Él, que Él actuará”. Este compromiso se trata de confiar en que Yahweh produzca el resultado y no en nosotras mismas. Brindamos un corazón rendido, y Dios brinda el desenlace de nuestras historias.

Cuando Jesús habló a Sus discípulos en Lucas 9:23-27, expuso lo que significa seguirlo. El primer paso era que tenían que negarse a sí mismos o renunciar al control personal sobre sus vidas. Este mensaje también es para nosotras. La idea de “dejar ir y dejar a Dios” es difícil y contracultural. Yo también he luchado por entregar mi vida a Dios por temor a no obtener lo que quiero de la vida. Pero la noticia buena es que la entrega trae más libertad, propósito y satisfacción de lo que jamás podrían lograr el esfuerzo y el control.

Debido a que Dios nos creó y nos ama, podemos confiar en que Él tiene un mejor resultado para nuestras vidas de lo que jamás podríamos imaginar. Debido a que Dios lo sabe todo y lo ve todo, podemos confiar en que, incluso si nuestras historias no salen como pensamos originalmente, Él es el Redentor que obra todo para nuestro bien y para Su gloria (Romanos 8:28).

Cuando ofrecemos nuestras vidas como sacrificios vivos en rendición a Dios, podemos estar seguras de que Dios actuará de acuerdo con la bondad de Su corazón y las promesas de Su Palabra. Estamos a salvo en la rendición. No tenemos que controlar todo ya que servimos a un Dios que todo lo tiene bajo control.

Señor, ayúdame a soltar mi control mortal y en su lugar rendirme a Tu voluntad y Tu camino. Tu Palabra promete que cuando te entrego mi vida, actuarás en mi nombre. Gracias por amarme lo suficiente como para escribir una historia hermosa para mi vida. Ayúdame a confiar en Ti, incluso en lo desconocido. Ayúdame a caminar en fe, incluso cuando no puedo ver. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Lucas 9:23-24, Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de Mí, ese la salvará. (NBLA)

¿Qué es lo que en este momento de tu vida te cuesta mucho rendirle a Dios? ¿Qué pasos diarios puedes tomar para confiar más en Él? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

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