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Cómo aprender a calmar y acallar el alma

Sarah J. Hauser 17 de mayo de 2023
Sino que he calmado y acallado mi alma; Como un niño destetado en el regazo de su madre, Como un niño destetado está mi alma dentro de mí. Salmo 131:2 (NBLA)

Son muchos los días en que mi alma se siente agitada y abrumada, apresurada o incluso cargada. A veces me acuesto en la cama por la noche, mirando al techo, haciendo inventario de todo lo que no logré hacer. O me paso buscando en Google mis preguntas, buscando soluciones a mis problemas y respuestas a mis angustias.

Ya sea que esté haciendo malabarismos con las responsabilidades cotidianas o procesando dolor profundo, a menudo me encuentro inquieta, temerosa e insegura.

Quizás te sientes identificada. Tal vez te encuentres saltando de una tarea a otra, y el ritmo de tu vida no solo hace que tu cuerpo se sienta apresurado, sino también tu alma. O tal vez estás en una temporada de dolor, y los pedazos rotos de tu corazón se sienten como si estuvieran siendo sacudidos por olas implacables.

Sean cuales sean tus circunstancias, puedes encontrar un descanso verdadero y profundo. El rey David llevaba el peso de un reino sobre sus hombros. Fue perseguido por sus enemigos, sufrió pérdidas y luchó contra el pecado. Pero en el Salmo 131:2, dijo: “he calmado y acallado mi alma…”

Puede parecer imposible tener un alma calmada y acallada. Hay tanto que hacer en un día, tanto en que pensar y hay tanta gente sufriendo en este mundo. ¿Cómo podemos tener un alma calmada y acallada en medio de todo esto?

En el Salmo 131:1, David escribió: SEÑOR, mi corazón no es soberbio, ni mis ojos altivos; No ando tras las grandezas, Ni en cosas demasiado difíciles para mí (NBLA).

En otras palabras, David se humilló. No era arrogante, sino que reconocía quién era él en relación con quién es Dios. Sin humildad, David no habría sido capaz de admitir su necesidad de descanso y su necesidad del cuidado y la provisión de Dios.

El descanso requiere humildad.

Luego, en el versículo siguiente, Salmo 131:2, David dijo que era como un niño destetado con su madre. Un niño destetado no clama por la leche de su madre. Un niño destetado está contento en los brazos de su madre, confiando en que ella le proveerá.

He aprendido de mis cuatro hijos que el proceso de destete no siempre es fácil. Al principio, un niño que se desteta llorará y gritará para pedir lo que quiere, pero la madre no ama menos al niño porque no le esté dando lo que ansía. Está ayudando a ese niño a pasar de la infancia a la madurez. Ella sigue proporcionándole lo que él necesita, pero lo que él necesita puede ser diferente de lo que él quiere.

A menudo somos bebés que gritan, arañando a Dios para que nos dé lo que queremos, y Él puede ocuparse de todos nuestros gritos y preguntas. Pero, con el tiempo, el niño reconocerá que su madre no le está ocultando nada cuando no le da el pecho. Empieza a comprender que será alimentado.

Como aquel niño tranquilo y sosegado en los brazos de su madre, podemos encontrar descanso en los brazos de nuestro Dios. Cuando confiamos humildemente en Él, podemos encontrar una paz verdadera y duradera, pase lo que pase. A veces, como el niño que está siendo destetado, podemos sentir que Dios está reteniendo Su provisión. Pero no es así. Él nos proporciona lo que necesitamos cuando lo necesitamos, haciéndonos crecer para que seamos “perfectos y maduros, sin que les falte nada” (Santiago 1:4, NBV).

Como David, podemos calmar y acallar nuestras almas, no porque las circunstancias de la vida sean pacíficas o porque nuestras ingobernables listas de tareas pendientes están por fin domadas. Más bien, podemos calmar y acallar nuestras almas porque Dios es un proveedor fiable y fiel que nos invita a descansar en Sus brazos.

Oh Dios, gracias por proveer siempre para mí. Calma y acalla mi alma mientras aprendo a confiar en Ti más profundamente. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Mateo 11:28, »Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. (NVI)

¿Cómo describirías tu alma? ¿Abrumada? ¿Tranquila? ¿Estable? ¿Ansiosa? ¿Qué cargas necesitas llevar hoy a Jesús, confiándole a Él para que puedas tener un alma calmada y acallada? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!

© 2023 por Sarah J. Hauser. Todos los derechos reservados.

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