En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra Ti. Salmo 119:11 (NBLA)
Era un día soleado a 73 grados y decidí llevar mi computadora portátil y un café preparado en frío a la terraza trasera. Quería seguir limpiando los correos electrónicos en mi bandeja de entrada al aire libre.
Pero al doblar la esquina hacia la cocina, vi a mi esposo que ya estaba en la terraza, poniendo las fundas en los muebles del patio, guardando los cojines y cerrando la sombrilla.
«¿Qué haces?» le pregunté. «Estaba a punto de salir… iba a tomarme el café y trabajar».
«Revisa tu aplicación meteorológica, Frances», me respondió, usando mi segundo nombre a modo de burla. Efectivamente, el radar de colores brillantes mostraba tormentas severas que se dirigían hacia nosotros en menos de media hora. También anunciaban viento fuerte, lo cual explicaba el comportamiento de mi esposo… se había preparado para la tormenta.
En solo pocas horas, las predicciones de los meteorólogos se hicieron realidad. Ráfagas de viento, rayos y relámpagos rebotaban alrededor de nuestro patio trasero. La preparación cuidadosa y oportuna de mi esposo había evitado cualquier daño a nuestros muebles del jardín, ¡o cualquier cosa que se interpusiera en su camino si el viento se lo hubiera llevado!
El Salmo 119:11 nos muestra a una persona que se prepara espiritualmente para futuras tormentas, específicamente, las tormentas causadas por la tentación al pecado:
“En mi corazón he atesorado Tu palabra, Para no pecar contra Ti”. Nos muestra a una persona que atesora y almacena la Palabra de Dios en su corazón para prevenir el daño del pecado que resulta cuando elegimos mal.
En la traducción original de este versículo, el concepto de atesorar y almacenar las Escrituras es representado en una sola palabra hebrea: tsaphan. Al estudiar esta palabra, puedo ver por qué no se traduce fácilmente a una sola palabra en español.
Por un lado, tsaphan significa “esconder, guardar, atesorar o almacenar”. Pero su significado no para ahí. ¡También ilustra los actos de acechar, observar sigilosamente y emboscar! Cuando combinamos todo en uno, vemos cómo podemos combatir el pecado… necesitamos equipar nuestros corazones con la Palabra de Dios.
De la misma manera que mi esposo aseguró y guardó nuestros muebles del jardín antes de una gran tormenta eléctrica, podemos atesorar y almacenar las Escrituras en nuestros corazones y recordarlas cuando las necesitemos para resistir las tentaciones que se nos presenten en el camino. La Palabra de Dios nos ayuda a defendernos de las artimañas de Satanás. Podemos estar armados y listos para sacar el arma de la Palabra cuando nos sentimos tentadas, tal como lo hizo Jesús en el desierto (Mateo 4:1-11).
Cuando tengo la tentación de arremeter con ira, Santiago 1:19 puede invadir mis pensamientos y recordarme: “Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse” (NTV). Cuando estoy a punto de abrir la boca y dejar escapar un chisme, puedo recordar Proverbios 11:13: “El chismoso anda contando secretos; pero los que son dignos de confianza saben guardar una confidencia” (NTV).
A veces, las aflicciones en la vida provienen de las decisiones equivocadas y pecaminosas que tomamos. Las consecuencias de tales elecciones nos dejan ansiosas y arrepentidas. Pero podemos proponer prepararnos para las tentaciones que se avecinan, antes de que nos alcancen, sabiendo que inevitablemente vendrán (Juan 16:33). No solo podemos leer y estudiar nuestras Biblias; también podemos aprender versículos de memoria. Estaremos mejor equipadas para resistir las tormentas de la vida cuando nos preparemos para ellas antes de que lleguen.
Preparémonos para los tiempos de prueba que seguramente vendrán. Cuando atesoramos la Palabra de Dios lo suficiente como para almacenarla en nuestra mente y corazón, estamos listas para confiar en su poder en tiempos de confusión o tentación.
Padre, gracias por el regalo de Tu santa Palabra que puede ayudarme a defenderme de las artimañas de Satanás y evitar que peque. Permite que atesore mucho las Escrituras y las guarde en mi corazón intencionalmente. En el Nombre de Jesús, Amén.
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