Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. Proverbios 3:6 (NTV)

Era un día caluroso dentro y fuera de la aldea de huérfanos en Liberia. Doce niños estaban adentro practicando música de coro, sus ojos se desviaban hacia el campo de fútbol, donde la promesa de diversión y los gritos de sus amigos los atraían.

Aunque por dentro hubieran preferido salir y jugar al fútbol, estos niños decidieron que el coro valía el sacrificio.

Años antes, Liberia fue devastada por una guerra civil que dejó más de 25,000 huérfanos necesitados de cuidado. Así que para recaudar dinero y apoyo, se formó un coro de niños a capella para viajar por todo el país de Liberia y cantar en iglesias.

Dos de los adolescentes en ese coro, Jackson y Mark, habían quedado huérfanos como bebés cuando las fuerzas rebeldes mataron a sus padres y a la mayoría de sus hermanos.

Noche tras noche, estos niños se arrodillaban junto a sus camas improvisadas y derramaban oraciones de agradecimiento y esperanza de que algún día escucharían unas palabras sencillas pero transformadoras: «Eres mi hijo, bienvenido a tu casa».

Dios tenía un plan perfecto para responder a sus oraciones y trabajó milagro tras milagro para llevar el coro de niños a Estados Unidos. Solo Dios sabía que mi familia llegaría a ser parte de la respuesta a las oraciones de Mark y Jackson.

Yo ya tenía una vida ocupada y repleta, ya que era madre de tres niñas pequeñas. Así que puedes imaginar mi sorpresa cuando la noche en que fui a ver el concierto del Coro de Niños Liberianos en nuestra iglesia, me sentí inspirada a considerar la adopción.

Mientras estaba sentada en el concierto, Dios susurró a mi corazón que dos de esos niños que cantaban eran míos. No, pensé. Yo no.

Quería taparme los oídos y cantar, la, la, la, la, la … ¡No te estoy escuchando, Dios! Pero el palpitar en mi corazón no cesaba.

Decidí probar una nueva táctica con Él: Señor, solo vine aquí esta noche para traer a mis hijas. No estoy buscando un gran cambio en nuestra vida. La vida ya está muy ocupada con el trabajo, conferencias, escritura y educación en casa. Además, todas mis amigas pensarían que estoy loca.

Pero Dios no se desanimó con mi respuesta. Su instrucción a mi corazón se hizo más intensa a medida que avanzaba la noche. Después del concierto, le pregunté al coordinador del evento cuáles de los niños aún necesitaban hogares. Me dijo que ocho de los niños aún necesitaban encontrar familias y me animó a entrar en la zona de recepción donde estaban. Si Dios pretendía que algunos de estos niños fueran parte de mi familia, Él se encargaría de que yo lo supiera.

A regañadientes, entré en la zona de recepción. En cuestión de segundos, Jackson y Mark se acercaron a mí, me abrazaron y me llamaron mamá.

Me conmoví y me aterroricé al mismo tiempo.

Lo que comenzó como un pequeño impulso en mi corazón se convirtió en una gran decisión.

Clamé a Dios, desesperada por Su guía y sabiduría mientras reflexionaba sobre cada aspecto y luchaba con esta decisión en lo profundo de mi espíritu.

Sin embargo, las dudas y las preguntas inundaron mi mente.

Un día, llamé a una amiga y le conté todo lo que sentía. Ella me escuchó pacientemente sin responder mucho mientras yo preguntaba: «¿por qué yo?».

Entonces, en silencio y en oración, ella respondió: «porque Dios sabía que dirías que sí, Lysa».

Me quedé atónita. Creo que ese fue el mayor cumplido que podría haber recibido. Mi corazón se llenó de alegría mientras mi mente se llenaba de recuerdos de los años de pasos pequeños que Dios me llevó a dar para llegar al lugar donde podía estar preparada para dar este paso mucho más grande.

Ahora, muchos, muchos años después, pienso en cuando estaba sentada en ese banco de la iglesia, simplemente llevando mi vida ordinaria cuando la invitación extraordinaria de Dios estalló. Podría haber salido de esa iglesia, fácilmente ignorando el llamado de Dios. He hecho eso más veces de las que me gustaría admitir. Increíble pensar en todo lo que habría perdido si hubiera hecho eso.

Quiero que escuches lo que tengo en el corazón: no estoy diciendo que todas estén llamadas a adoptar. De hecho, el siguiente gran paso que Dios quiere que des podría ser algo pequeño. Pero nunca sabremos cuál es ese siguiente paso si no “busca[mos] su voluntad” en todo lo que hacemos, como nos instruye Proverbios 3:6.

Cada día, podemos buscar Su invitación a dejar atrás nuestros planes y unirnos a Él en Su obra maravillosa. Un pequeño paso de obediencia a la vez.

Querido Señor, hoy recibiré lo que Tú tienes para mí. Daré un paso de fe porque ¡Tus caminos son más altos que los míos! Abre las puertas que solo Tú puedes abrir. Cierra las puertas que solo Tú puedes cerrar. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Proverbios 16:3, Encomienda tus obras al SEÑOR, Y tus propósitos se afianzarán. (NBLA)

¿Cuál es un pequeño paso de obediencia que el Señor te está pidiendo que des hoy? ¿Cómo puedes buscar su voluntad en ese paso? Nos encantaría saber de ti en los comentarios!

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