¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para siempre?¿Hasta cuándo esconderás de mí Tu rostro?...Considera y respóndeme, oh SEÑOR, Dios mío… Salmos 13:1,3a (NBLA)
«Creo que deberíamos llamarlo Chuck Norris».
«¿Qué tal Bruce Lee?»
«Yo digo que Chuck Lee … levanta la mano si tu voto es por Chuck Lee».
Esta fue una discusión durante la cena con mis hijos de 7 y 9 años de edad en ese tiempo, hablando sobre los nombres de su hermanito que estaba a punto de nacer.
«¿Qué les parece Zacarías? ¿O Cristián?» agregué, con la esperanza de cambiar la conversación chistosa.
«¡Oh! ¡Me gusta Zacarías! ¡Y Cristián!» dijo el mayor. «Levanten la mano por Zacarías Cristián».
Se alzaron todas las manos. Uff. ¡Qué alivio! Hubiera sido raro tener que explicar que mi hijo menor fue nombrado durante la étapa de kárate en nuestra casa.
¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que sabes que es tu vida, pero no la reconoces? Ahí estaba yo, en la mesa de opciones de nombres de karate.
Nuestra familia se había mudado para ministrar en una nueva comunidad, creyendo que Dios nos había llamado allí. Pero cuando dimos el paso de fe, Él se quedó en silencio. Dio órdenes de marcha; remontamos hacia adelante. Cuando miramos hacia atrás, Él se había ido. O al menos eso parecía.
Quizás tú también te identificas: sabías con todo tu corazón que estabas donde necesitabas estar. Pusiste todos los huevos en la misma canasta. Compraste el campo como tesoro (Mateo 13:44). Estabas segura. No cabía duda. Y después, esa misma confianza se desapareció.
Tal vez hayas orado con una desesperación similar a la del rey David en el versículo de hoy: “¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para siempre?¿Hasta cuándo esconderás de mí Tu rostro?...Considera y respóndeme, oh SEÑOR, Dios mío…” (Salmos 13:1,3a).
En mi propia oración de desesperación, añadí los detalles específicos:
Señor, este bebé es un milagro. ¡Y estoy tan agradecida por la bendición de un niño! Pero en medio del estrés y el agobio de la situación de nuestro ministerio, me siento mal y lloro por algo aparentemente insignificante: el nombre de este bebé. Nada me parece bien. ¡Ni mi vida, ni mi situación, ni los nombres de bebés en la lista! ¿Dónde estás Dios? ¿Por qué me has olvidado?
Zacarías.
Eso es todo lo que escuché en mi espíritu. Escéptica, oré, Por meses, no has dicho nada, ¿y ahora de la nada sale este nombre? ¡Que ni siquiera está en mi lista!
Quizá existía un significado mayor. Así que saqué mi libro de nombres de bebés para buscar el significado bíblico del nombre Zacarías:
Dios te ha recordado.
Me detuve al captar el significado. Dios te ha recordado.
Ahora me tocaba a mí, estar en silencio mientras me encontraba asombrada por la sabiduría y el tiempo de Dios.
Estaba tan distraída por las expectativas no cumplidas, que había asumido que Dios no estaba cerca. Pero en medio de mis oraciones frustradas, Él me recordó Su presencia al susurrar suavemente el nombre de mi hijo aún en el vientre.
Ese recordatorio tan personal y amable, no sólo tocó mi corazón en ese momento sino en cada vez durante los últimos 14 años cuando mi hijo Zacarías le ha susurrado a su mamá «te amo».
Si eres como yo, tiendes a buscar a Dios en los milagros obvios y enormes. Lo buscas en grandes demostraciones de poder como fuegos artificiales, donde puedes señalar y decir a los que te rodean: «¿lo ves? ¡Solo Dios pudo haber hecho eso!».
Mientras estamos ocupadas buscando lo grande y ruidoso, a menudo pasa desapercibida Su voz suave y apacible que viene en esas noches oscuras y desesperadas, noches de mucho silencio. En un mundo en el que "mientras más grande mejor", nos hemos vuelto insensibles a lo más pequeño pero aun espectacular. Pasamos por alto al Dios que se sienta tan cerca de nosotras que nos puede susurrar, con la dulzura y la intimidad de un Padre amoroso que le habla a Su hijo.
Amiga, seguir el llamado de Dios puede no cumplir con tus expectativas. Pero muy posiblemente Él quiera revelar Su corazón en nuevas formas que superan tus expectativas.
Y si hoy estás en el punto medio entre rendir tus expectativas o buscar cómo se moverá Dios en tu situación, permíteme recordarte esta simple verdad:
Dios no se ha olvidado de ti.
Señor, gracias por Tu cercanía incluso cuando no la siento. ¡Quiero percibirla! Ayúdame a sintonizarme, a escuchar Tus susurros y a esperar con la expectativa de que te acordarás de mí. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Isaías 49:14-15, Pero Sión dijo: «El SEÑOR me ha abandonado; el Señor se ha olvidado de mí». «¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! (NVI)
Isaías 44:21, Recuerda estas cosas, Jacob, porque tú eres mi siervo, Israel. Yo te formé, tú eres mi siervo; Israel, yo no te olvidaré. (NVI)
Si estás en una temporada en la que te sientes olvidada por Dios, ¡recuerda que Él está cerca! En los comentarios, anima a otras compartiendo cómo Dios ha superado tus expectativas.
© 2023 por Jodi Harris. Todos los derechos reservados.
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