¿Por qué te desesperas, alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios! Salmo 42:11 (NBLA)

Mientras los minutos se volvían horas de espera en la sala de emergencia, deseaba desesperadamente escuchar algo de Dios. Con un dolor insoportable que se extendía desde mi cuello hasta mi brazo, oré a Dios por descanso y esperé dirección, ánimo o alguna señal de dejarme saber que no estaba tan sola como me sentía.

Sin embargo, lo único que escuchaba era silencio.

Confundida de por qué Dios habría de escoger precisamente ahora para no responder, mientras yo estaba en el hospital sola debido a las restricciones del COVID19, empecé a preguntarme si Él de verdad estaba conmigo. La idea del rechazo o abandono me perforó más profundo que cualquier herida física que yo estuviera experimentando en ese momento.

Como una madre ocupada, yo usualmente anhelo el silencio, pero diría que no hay peor sentimiento que cuando sientes que el silencio viene propiamente de Dios.

¿Qué debemos hacer cuando oramos a Dios, especialmente cuando estamos en una necesidad desesperante, y nos encontramos con el silencio? ¿Llegamos a la conclusión que Dios no nos escuchó? ¿Creemos que Él no está allí, o peor aún, que no le importa lo nuestro?

El escritor del Salmo 42 sabía cómo es clamar a Dios y solo encontrarse con el silencio. Sin embargo, en vez de recibir el silencio de Dios como rechazo, el escritor continuó confiando y adorando a Dios.

¿Por qué te desesperas, alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues lo he de alabar otra vez. ¡Él es la salvación de mi ser, y mi Dios! (Salmo 42:11).

De este Salmo, aprendemos tres formas importantes de acercarnos a Dios cuando sentimos que Él está en silencio.

1. Sigue buscando a Dios.

Nuestra reacción natural cuando sentimos que alguien nos está dando la espalda es alejarnos. Sin embargo, el escritor del Salmo 42 hizo lo contrario. Él anhelaba a Dios “Como el ciervo anhela las corrientes de agua” (Salmo 42:1, NBLA). Él no paró de llamar a Dios. El salmista nos muestra que no debemos dejar de buscar a Dios, incluso cuando lo sentimos distante, porque Él es la única fuente verdadera que puede satisfacer nuestras almas.

2. Recuerda lo que Dios ha hecho en el pasado.

Salmo 42:4 revela una clave poderosa de dos palabras para buscar a Dios cuando sentimos que Él está en silencio: “Me acuerdo” (NBLA). El salmista se acordó de haber adorado a Dios en Su casa, y aunque el salmista estaba lejos del templo, él aún se acordaba de Dios. Nos puede parecer que Dios está silente ahora, pero si dejamos que nuestra mente recuerde las veces en las que Él ha hablado y se ha movido en nuestras vidas, animaremos a nuestra alma a conocer que el silencio de Dios no significa que Él no está trabajando.

3. Pon tu esperanza en Dios.

El salmista no puso su esperanza en sus sentimientos o circunstancias, sino en Dios. A pesar de lo que él sentía, el escritor le dijo a su alma lo que tenía que hacer: “Espera en Dios…” (Salmo 42:11b). Nosotras servimos a un Dios que puede guardar silencio pero que nunca deja de actuar a favor de Sus hijos. Por eso, incluso cuando Dios se calla incómodamente, tenemos una esperanza que nos ancla hasta que volvamos a oír de Él.

La sala de espera de un hospital era el último lugar donde yo esperaba el silencio de Dios. Y mientras estaba tentada a cuestionar Su falta de respuesta, yo había caminado con Él lo suficiente para saber que aunque no podía entender Su silencio, siempre puedo confiar en Su carácter. Tiene un historial comprobado de rescatarme sin importar mi situación, y elegí creer que esta situación no sería diferente.

Cuando miro hacia atrás, puede que no haya escuchado a Dios como yo quería, pero ahora puedo ver que Él estaba conmigo, guiándome hacia los doctores que necesitaba y proveyendo el cuidado que solo Él pudo darme en aquella temporada de dolor. El hecho de que sobreviví esa situación es testimonio suficiente de que Dios nunca me dejó. Aprendí, al igual que el escritor del Salmo 42, que aunque Dios a veces está en silencio, nunca está ausente.

Querido Padre Celestial, gracias por nunca abandonarme y por caminar conmigo en cada temporada de mi vida. Cuando siento que estás quieto, por favor recuérdale a mi alma que Tú nunca estás lejos. Pongo mi esperanza en Ti. En el Nombre de Jesús. Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmos 18:6, En mi angustia invoqué al SEÑOR, Y clamé a mi Dios; Desde Su templo oyó mi voz, Y mi clamor delante de Él llegó a Sus oídos. (NBLA)

Salmo 62:5, Alma mía, espera en silencio solamente en Dios, Pues de Él viene mi esperanza. (NBLA)

¿Qué puedes recordar acerca de Dios para animar tu alma a esperar en Él cuando Él parece estar en silencio? ¡Nos encantaría saber de ti! Comparte tu opinión en los comentarios.

© 2023 por Christina Patterson. Todos los derechos reservados.

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