En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel ... Pero David se quedó en Jerusalén. 2 Samuel 11:1 (NVI)

Él inició la conversación y fue más que transparente. Nuestro amigo joven nos contó todo a mi esposo y a mí sin que le preguntáramos… y fue bastante difícil.

Se me hizo un nudo en el estómago. Mientras repasaba los detalles, lo único que podía pensar era: ¿cómo es que alguien puede terminar en este tipo de situación?

En 2 Samuel 11, leemos acerca de otro joven que se encontró en un lugar de arrepentimiento.

En la primavera, que era la época en que los reyes salían de campaña, David mandó a Joab con la guardia real y todo el ejército de Israel … Pero David se quedó en Jerusalén (2 Samuel 11:1).

El rey David, quién debía estar peleando en la guerra, decidió tomárselo con calma en su palacio. Terminó en su azotea. Desde allí, vio a una mujer hermosa bañándose. Con pleno conocimiento de que ella estaba casada y que su esposo, Urías, se encontraba en la guerra (donde el mismo David debería haber estado), David la llamó a su casa.

Para resumir, el pecado se apoderó de David, y debido a sus decisiones terribles, el rey David hizo un gran lío para sí mismo y para los demás. No solo pecó contra Betsabé, sino que también cometió asesinato, ya que dispuso que Urías muriera en la guerra (2 Samuel 11:15).

Increíble cómo David perdió el control de la situación. El pecado no confesado suele hacerlo.

Cada vez que leo esta historia, muchas preguntas pasan por mi mente. ¿Cómo se metió en esa situación el rey David? Él era un rey. Los reyes van a la guerra. ¿Por qué no estaba en la guerra? ¿Se olvidó de quién era?

Cuanto más estudio este capítulo, me queda más claro que 2 Samuel 11 no es simplemente una lección sobre el fracaso moral; es una lección sobre el fracaso (y el éxito) diario también.

¿Qué pasaría si David hubiera comenzado su día haciéndole al Señor una simple pregunta: Señor, como tu rey designado, ¿qué debo hacer hoy?

Estoy segura de que los eventos pecaminosos de 2 Samuel 11 no habrían estado en la lista de cosas por hacer de Dios para David ese día... pero unirse a sus tropas en la batalla podría haber estado en la lista.

La verdad es que David no fue el primer rey que olvidó su responsabilidad asignada por Dios, ni fue el último. Antes de que pueda juzgar demasiado, el Espíritu Santo comienza a hacerme algunas preguntas: como hija del Rey, ¿siempre haces lo que debes hacer? ¿Siempre recuerdas quién eres y el propósito que tengo para ti?

Según 1 Pedro 2:9, si hemos recibido a Cristo en nuestro corazón, somos “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios…” (NVI, énfasis agregado).

¡Tú y yo somos realeza! Las elecciones que hacemos y lo que hacemos a lo largo de nuestros días le importan a Dios tanto como las elecciones del rey David le importaron a Dios.

¿Qué pasaría si comenzáramos nuestros días haciéndole a Dios esta misma pregunta: Señor, ¿qué debo estar haciendo hoy? ¿Tienes alguna tarea especial para mí? Luego, a medida que se nos ocurran las cosas, podemos anotarlas y agregarlas a nuestra lista de tareas pendientes.

Puede ser algo tan simple como llamar o enviar un mensaje de texto a alguien con quien Dios quiere conectarnos. O tal vez el Señor nos muestre a alguien por quien orar ... y, a diferencia del rey David, podemos ir a la guerra por ellos y clamar a Dios por ellos.

Cuando la conversación con mi amigo joven llegó a su fin, me inspiré, no por sus errores, sino por su confesión rápida y su humildad.

El Espíritu Santo estaba claramente obrando en la vida de mi amigo. Su disposición de arrepentirse y recibir consejo, corrección y reprensión me aseguró que él iba a estar bien a pesar de su metida de pata. Los planes de Dios para él aún incluían una gran esperanza y un futuro victorioso.

Amigas, ¿sabemos lo que Dios quiere que hagamos en esta temporada? Si no, tomemos unos minutos para preguntarle. Entonces tomemos unos minutos más para escuchar, dándole tiempo para que responda.

Padre Celestial, estoy tan agradecida que Tus misericordias son nuevas cada mañana. Por favor, dame la disciplina para buscarte a Ti y a Tu voluntad para mi vida todos los días. Ayúdame a nunca olvidar quién soy y a quién represento como hija Tuya. Gracias por amarme a pesar de mis defectos. Todo esto te lo pido en el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

1 Pedro 2:9, Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. (NVI)

Proverbios 16:3, Pon en manos del SEÑOR todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán. (NVI)

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