Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca. Filipenses 4:5 (NVI)

Casi todos los días, hablo con personas que sufren por diferentes razones.

Cuando estamos en esos lugares, una de las partes más difíciles es que sentimos no solo el dolor de nuestra situación hiriente, sino también el dolor compuesto de otros que hacen cosas que, sin saberlo, aumentan nuestro dolor.

Se hacen conjeturas.
Se asigna la culpa.
Se asignan etiquetas.
Se emite juicio.

No importa si alguien está sufriendo o no, podemos tomar una decisión hoy: seremos personas amables, viviendo Filipenses 4:5 — “Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca”.

¿Tu compañera de trabajo? ¿Tu amiga? ¿La mujer en el estudio bíblico que no parece participar mucho? ¿La mujer desconocida cuyo hijo está gritando en el supermercado? ¿La vecina que siempre parece gruñona y se queja de todos en tu calle? Tal vez ella está procesando algún tipo de dolor que no conoces. O está tratando de resolver algo muy complicado. Lo más probable es que ella esté enfrentando o haya enfrentado algo de gran desafío. ¿Cómo lo sé? Porque ella es una humana que vive en el mismo mundo confuso, a menudo caótico y difícil de entender que rompe tu corazón y el mío también.

En lugar de seguir nuestra primera reacción de etiquetarla según lo que está haciendo en este momento, oremos por lo que probablemente esté enfrentando en este momento. Y si es posible, ¿por qué no ofrecer una voz de aliento o un acto inesperado de bondad?

Es posible que no podamos ayudar a que el mundo entero sea hoy un lugar mejor. Pero, ¿por qué no ayudar a los que Dios pone justo delante de nosotras? En mi propia vida, hubo un momento en que sentía un dolor tan profundo en mi corazón que nada podía ayudarme. Pero recuerdo un día cualquiera cuando una de mis amigas me dejó algo de comer sin anunciarse. Ni siquiera pidió entrar. Ella simplemente me envió un mensaje de texto diciéndome que había dejado la cena en el pórtico delantero. Ella quería darme el espacio que necesitaba mientras se aseguraba de que yo supiera que ella estaba allí para apoyarme.

Lloré porque acababa de orar para que Dios me ayudara. Y entonces apareció mi amiga. A pesar de que la sopa que hizo no era la solución para lo que estaba enfrentando, me sentí mucho menos sola. Y sentí que Dios me veía.

Puedes amar, ayudar y orar por alguien sin conocer la historia completa. Ayuda con una pequeña necesidad visible. Haz esa llamada telefónica. Envía esa tarjeta que deseas recibir por correo. Deja un comentario alentador en sus redes sociales. Pasa por su hogar solo para saludar con su café favorito. Recoge una flor y colócala donde ella pueda ver algo hermoso. Creo que cuando de repente nos encontramos en el asiento del sufrimiento (y todos estaremos allí en algún momento), lo que hemos modelado a los demás a menudo nos será devuelto.

El juicio puede terminar cuando la amabilidad fluye a través de nosotras. Juntas, juzguemos menos a la persona y mostrémosle mucho más de Jesús hoy.

Dios, oro por esa persona que vino a mi mente mientras leía el devocional de hoy. Oro para que Tu consuelo y paz sean sus compañeros más cercanos en este momento. Ruego que animes esos lugares heridos de su corazón. Ayúdala a creer con confianza que todavía estás trabajando a favor de ella, incluso cuando no pueda verlo. Cuando me sienta tentada a hacer suposiciones o juzgar de alguna manera, ayúdame a vestirme de bondad para que ella pueda ver más de Ti a través de mí. Y recuérdame hacer algo amable por ella. Por mi propia cuenta, puede que no sepa lo que ella necesita, pero Tú sí. Ayúdame a saberlo también. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Gálatas 5:22-23, En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas. (NVI)

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