Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas. Salmo 18:29 (NVI)

El día después de que mi marido consiguiera una oferta de trabajo en una ciudad a 1600 km de distancia, di a luz a nuestra segunda hija.

En el transcurso de dos semanas, nos informaron que nuestra recién nacida necesitaría una cirugía de urgencia, lo cual consistiría en dos noches de estancia en el hospital, y no teníamos seguro médico. El nuevo puesto de trabajo no podía esperar, así que mi marido se fue con nuestras pertenencias, y yo me quedé en la casa de unos amigos mientras terminaba con las visitas posoperatorias y el acuerdo financiero con el hospital.

Aún se me llenan los ojos de lágrimas cuando recuerdo esos dos meses en mi vida.

Nunca había experimentado la desesperanza, angustia y preocupación revueltas en un torbellino caótico. Cuando he pasado por otros momentos difíciles en mi vida, he pensado muchas veces, si pude superar esa época de mi vida, puedo superar cualquier cosa.

Pero no quiero recordar esos dos meses solamente con tristeza y lamento. Quiero que una sonrisa acompañe las lágrimas. Dios hizo cosas maravillosas por nosotros: nos rodeó de amigos buenos y generosos que nos dieron de comer, nos acogieron en su casa y nos ofrecieron palabras de aliento que nos dieron esperanza. Dos días antes de que mis hijos y yo dejáramos la ciudad, el director financiero de nuestro doctor me informó que un subsidio del condado se haría cargo de nuestros considerables gastos médicos en su totalidad. Y hoy, mi hija se ha convertido en una mujer joven y exitosa.

Mientras Dios nos invita a dejar espacio al lamento en épocas de dolor, me he dado cuenta de que también tenemos muchas razones para bailar con gozo por las maneras en las que hemos sido testigos del cuidado de Dios hacia nosotras.

En las Escrituras, Nehemías nos da un ejemplo de cómo recordar etapas difíciles de la vida con alegría después de nuestra tristeza. Nehemías era el gobernador provincial durante la época en que los judíos exiliados habían regresado y reconstruyeron las murallas de Jerusalén… y la reconstrucción no fue fácil. Enemigos y detractores les perseguían a todas horas, lo que llevaba a los voluntarios a trabajar con un martillo en una mano y una espada en la otra.

Aún así la alianza de Dios con Su gente era tan evidente que los enemigos de Israel perdieron los nervios (Nehemías 6:16). Y cuando el proyecto de construcción terminó, Nehemías encabezó un grupo de personas para marchar sobre las murallas en alabanza a Dios, mostrando la fuerza de las mismas murallas que sus enemigos habían predecido iban a venirse abajo (Nehemías 4:3). Me encanta la imagen de la ceremonia dedicatoria de Nehemías. No fue un festejo privado y a puerta cerrada; fue una celebración por todo lo alto, ruidosa y con música que pudo escucharse desde lejos (Nehemías 12:43).

Nuestro versículo clave del día dice, “Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas” (Salmo 18:29). Con Dios, podemos reconstruir después de la devastación y luego bailar, incluso cuando otros dicen que no es posible, podemos seguir alabando a Dios porque Él nos ayudó a hacerlo. Nuestros recuerdos de tristeza y de sufrimiento no se borran, pero ahora llevan las huellas adicionales del enorme poder de Dios que hace que la sanación sea posible.

Imagino que tú también habrás pasado por etapas de dificultad. ¿Cómo caminó Dios a tu lado? ¿Cómo mantuviste fuerte tu fe, y cómo vieron fortalecida su fe los demás mientras te observaban a ti? Incluso si han pasado años, puedes recordar aquella época en la que tuviste que recoger las piezas quebrantadas y reconstruir tu vida. Como Nehemías, puedes bailar en alabanza por lo que has logrado con ayuda de Dios, aunque haya sido sumamente difícil.

Mi idea es ésta: como Nehemías, planifiquemos una celebración de la victoria. Podemos apartar un tiempo y un espacio para alabar a Dios por lo que Él ha hecho para llevarnos adelante y empujarnos a reconstruir.

Puedes invitar incluso a aquellos que compartieron el trabajo y las preocupaciones contigo, y juntos, contar lo que viste hacer a Dios. ¡Sé creativa! Para representar a la persona que eres y cómo Dios te ha liberado, puedes celebrar con música, comida, decoraciones, narrativa, manualidades, o cualquier vía que te ayude a expresar tu gozo de la mejor manera.

En medio de las dificultades y el sufrimiento, hay un tiempo para el duelo. Pero también hay “…un tiempo para sanar… un tiempo para construir… un tiempo para saltar de gusto” (Eclesiastés 3:3-4, NVI). Nuestra fe puede volverse más fuerte que nunca con la ayuda de nuestro Dios fiel.

Señor, te honro por estar conmigo en los momentos difíciles y por darme la fuerza necesaria para salir adelante. Danzo con gozo mientras contemplo todas Tus obras magníficas. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Nehemías 12:43, Ese día se ofrecieron muchos sacrificios y hubo fiesta, porque Dios los llenó de alegría. Hasta las mujeres y los niños participaron. Era tal el regocijo de Jerusalén que se oía desde lejos. (NVI)

Lee la historia sobre la dedicación de la muralla de Nehemías en Nehemías 12:27-43. ¿De qué manera Dios te ha dado gozo durante o después de épocas difíciles? Nos encantaría saber de ti, déjanos saber lo que piensas en la sección de comentarios.

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