... y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo. Mateo 28:20b (JBS)
«Hay algunas heridas que nunca se pueden sanar».
Cuando le dije estas palabras a mi amiga, se sorprendió. Ella sabía del progreso que yo había tenido en muchas áreas de mi vida. Y, sin embargo, yo estaba segura de que siempre sentiría que no era suficiente, que nunca hacía lo suficiente, que era una carga para la gente que me rodeaba.
¿Alguna vez te has sentido así?
Sabemos que Dios puede liberarnos del pecado. Pero puede haber aflicción de nuestro pasado y heridas profundas en nuestros corazones, de las cuales nos hemos resignado a pensar que nunca seremos liberadas durante esta vida. Hay algunas mentiras tan arraigadas que nos hemos acostumbrado a ellas.
Aunque con frecuencia le pedía a Dios que “me sanara de todas mis dolores”, nunca le había pedido que me sanara de esos momentos precisos.
Saqué mi diario y escribí los recuerdos más dolorosos que necesitaba dejar atrás.
Mi lista tenía 28 cosas específicas. Palabras que la gente había dicho o había callado. Cosas que había hecho de las cuales no podía perdonarme. Personas que pensé que se quedarían, pero no lo hicieron. Personas que pensé que me defenderían, pero no lo hicieron.
Me uní a Dios en oración, entregando una por una cada circunstancia dolorosa. Pedí Su sanidad, perspectiva y paz. Oré por fuerza para perdonar y seguir adelante. Le pedí a Jesús que estuviera cerca y, mientras leía Sus palabras, me mostrara quién soy realmente ahora.
Entonces vinieron a mi mente las palabras de Jesús en Mateo: "….y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo” (Mateo 28:20b).
Él está conmigo todos los días. Nunca he estado sola.
Sí, Jesús estaba conmigo ahora… en el momento en que le entregué estas historias. Pero en ningún momento pensé que Jesús estaba conmigo en ese entonces, cuando sucedieron cada una de esas circunstancias dolorosas. Dios no sólo me ama ahora. Él estaba allí, amándome entonces. El Espíritu Santo, el Consolador, no sólo está aquí para mí ahora. Estaba allí también.
No sé qué historias propias te vienen a la mente. Los momentos en que alguien te traicionó o momentos de pérdida que destrozaron tu corazón.
Jesús no sólo está aquí ahora, queriéndote dar lo que necesitas. Jesús estaba allí entonces.
Esta es una herramienta que me ha liberado de heridas de las que nunca pensé que podría liberarme: pon a Jesús en la historia.
En tu recuerdo doloroso, ¿qué detalles te vienen a la mente? Date el espacio y el tiempo necesario para volver a ese lugar.
Ahora, ¿dónde está Jesús? ¿Está sentado? ¿Está de pie? ¿Qué aspecto tiene Su rostro cuando te mira? ¿Qué siente hacia ti en aquel momento? ¿Qué palabras te diría?
Amiga, tal vez ahora puedas recibir de Jesús lo que nadie más fue capaz de darte.
En ese salón de clase donde la gente te decía que no eras lo suficientemente buena, Jesús quiere decirte: «eres amada y digna. Ellos no tienen derecho a definirte».
En ese dormitorio donde alguien te hizo sentir sin poder y sin valor, Jesús quiere decirte: «eres amada y valiosa. No tienen derecho a quitarte esto».
En esa sala donde sentías que todo el mundo estaba en tu contra y nadie luchaba por ti, Jesús quiere decirte: «eres amada y vale la pena luchar por ti. Yo estoy de tu lado».
Mereces dejar de mirarte a través del lente roto de los demás. Cuando te mires a ti misma a través del lente de Dios y como Él te ve, te verás a ti misma como realmente eres y quien siempre has sido.
Eres más de lo que te han dicho.
Siempre has sido amada. Deseada. Elegida. Y vale la pena luchar por ti.
Y la verdad es esta: fuiste amada todo el tiempo.
Dios, me cansé de creer mentiras sobre mí misma. Al entregarte cada mentira y recuerdo doloroso, ayúdame a verlo a través del lente de la cruz y a recordar cómo me has visto siempre. Estoy lista para vivir como la hija de Dios que realmente soy: perdonada, sana y libre. En el Nombre de Jesús, Amén.
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PROFUNDICEMOS
Deuteronomio 31:8, Y el SEÑOR es el que va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas, ni te intimides. (JBS)
Considera tomarte un tiempo para escribir las heridas que te han retenido. Entrégalas a Jesús e invítalo a entrar en esos momentos.
¿Cómo cambia tu perspectiva el ver a Jesús en tu historia? ¿De qué manera el aplicar la Palabra de Dios a esos momentos cambia la forma en que ves tu vida? ¡Comparte con nosotras en los comentarios!
© 2023 por Hosanna Wong. Todos los derechos reservados.
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