...«Voy a hacer que todo mi bien pase delante de ti, y delante de ti voy a proclamar mi nombre, que es EL SEÑOR. Éxodo 33:19a (RVC)

«Esto no era parte del plan». Me senté en la cama de la habitación del hotel en China y susurré esas palabras. Mientras que mi marido y yo sosteníamos en brazos a nuestra hija recién adoptada, nos dimos cuenta de que sus necesidades físicas eran mucho más graves de lo que habíamos pensado.

El primer día que la sostuve, lloré. No entendía lo que estaba haciendo Dios. No me sentía preparada para ser madre de una niña con necesidades especiales. De repente, la historia de mi vida cambió. Había tantas preguntas y ninguna respuesta. ¿Irá a la escuela? ¿Quién se encargará de ella después de que yo no esté? ¿Soy capaz de hacer esto? ¡No estaba preparada!

Soy el tipo de persona que quiere respuestas válidas porque quiero prepararme y hacer planes. A través de la adopción de nuestra hija, Dios estaba empezando a enseñarme que la certeza no se puede encontrar en mis planes ni en la habilidad de predecir el futuro. Dios ha cambiado mi historia muchas veces desde aquel día de marzo con nuestra hija. Él aún sigue enseñándome, porque cuando esto sucede, aún soy rápida en cuestionar la bondad de Dios.

Tu vida probablemente también haya cambiado a lo largo de los años, y quizá tú solamente quieres saber qué esperar. Siento no poder decirte cómo será tu futuro. Pero sí puedo decirte quién sostiene tu futuro.

Nuestra hija sigue creciendo bien estos últimos 8 años pero algunos aspectos de su futuro son desconocidos aún. ¿Vivirá por su cuenta? ¿Qué tipo de cuidados necesitará de aquí a 3 a 10 o a 20 años? Estas preguntas persisten sin respuesta, pero la bondad de Dios nunca la ha abandonado a ella ni al resto de nuestra familia, y sé que Él nunca lo hará.

Dios es increíblemente bueno. En la Biblia, la historia de Moisés me ha enseñado cómo la bondad de Dios no está necesariamente atada a mis planes sino a Su gloria. Antes de dirigirse a la tierra prometida con los israelitas, Moisés le dijo a Dios, “«Te ruego que me muestres Tu gloria»” (Éxodo 33:18, NBLA). La respuesta de Dios fue, “…«Voy a hacer que todo mi bien pase delante de ti, y delante de ti voy a proclamar mi nombre, que es EL SEÑOR” (Éxodo 33:19a).

La gloria de Dios está atada a Su bondad, y la bondad de Dios está atada a Su nombre, el cual revela Su carácter. Moisés había conocido al Señor en la zarza ardiente (Éxodo 3:15), e incluso a través de plagas y peregrinaciones por el desierto, Dios continuó siendo bueno con Moisés y con Su pueblo Israel, tal y como Dios ha sido siempre y continuará siéndolo contigo y conmigo.

Puede que Dios nos lleve por un camino que no teníamos planeado, pero la bondad de Dios nunca nos abandona. Moisés no necesitó un plan detallado antes de dirigirse a la tierra prometida; él necesitaba recordar la bondad de Dios. Lo que pasa con esta bondad es que fue mostrada delante de Moisés. Todo lo que Moisés tuvo que hacer fue descansar en ella. Nosotras también debemos descansar en Su bondad. Nuestra vida no vendrá con un mapa, pero sí viene con una promesa: si seguimos a Dios, Su bondad nos seguirá todos los días de nuestras vidas (Salmo 23:6).

Querido Padre celestial, no sé lo que está por venir, pero Tú sí lo sabes. Ayúdame a descansar en Tu bondad que está arraigada en Tu carácter mientras que me aventuro con confianza en lo que sea que tengas planeado para mí. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Salmo 31:19, ¡Cuán grande es Tu bondad, Que has reservado para los que te temen, Que has manifestado para los que en Ti se refugian, Delante de los hijos de los hombres! (NBLA)

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© 2023 por Sarah Frazer. Todos los derechos reservados.

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