Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el SEÑOR les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque el SEÑOR, estará con ustedes”». 2 Crónicas 20:17 (NVI)
Gemí mientras estaba sentada sola en mi carro estacionado frente a mi lugar de trabajo. El agobio y el cansancio me sujetaban al asiento.
Las semanas laborales de 50 a 60 horas se habían convertido en mi norma. Incluso con todas esas horas, seguía teniendo dificultades económicas. Lo peor fueron los sentimientos de culpa por sentirme tan abrumada. Debería estar agradecida de que tengo un trabajo. Solo tengo que superar esto. Todo está bien … ¿verdad?
La verdad es que todo no estaba bien. Las charlas de ánimo que tuve los lunes por la mañana conmigo misma en el estacionamiento pronto se convirtieron en una guerra que arrasaba por mi mente. No sabía cómo luchar contra mi problema ni cómo huir de él. Estaba perdida.
Es desalentador sentirse agotada y pensar: no se suponía que mi historia fuera así. Ya sea el informe médico que nunca imaginamos recibir, el fin de una relación que pensábamos que duraría para siempre o tal vez el trabajo por el que trabajamos tan duro y que no está resultando como esperábamos, a menudo no podemos escapar de las guerras intensas que sentimos dentro y alrededor de nosotras. Sin embargo, desearíamos poder escondernos en lugar de enfrentarlas.
Afortunadamente, Dios nos dio la hermosa historia del rey Josafat que puede ayudar a enseñarnos cómo lidiar con nuestros problemas a Su manera.
En 2 Crónicas 20 nos encontramos con Josafat, rey de Judá. Acababa de recibir la noticia de que un gran ejército vendría a destruirlo a él y a su pueblo.
Josafat suplicó al Señor: “no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti»” (2 Crónicas 20:12b, NBLA).
La respuesta tierna de Dios tranquilizó el corazón ansioso del rey: “Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el SEÑOR les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque el SEÑOR, estará con ustedes” (2 Crónicas 20:17).
Dios se preocupa por nuestra seguridad y bienestar y, a menudo, proporciona una forma de escapar del peligro. Sin embargo, en esta historia Dios llamó al rey a enfrentar su problema con alabanza. Y cuando empezó a cantar la gloria de Dios, el enemigo empezó a caer (2 Crónicas 20:21-22).
Dios no le dijo a Josafat que luchara contra su problema, ni le dijo que huyera; le dijo que lo afrontara con Dios a su lado. El rey enfrentó su situación imposible y respondió con alabanza antes de saber el resultado.
En momentos en los que te encuentres en una situación aparentemente imposible y no estés segura de si debes luchar, huir o afrontarla, puedes invitar a Dios a ese espacio. Incluso si todo lo que te queda es un susurro, susurra Su nombre.
Una decisión sencilla me ayudó a enfrentar la batalla con mi trabajo: decidí comenzar a escuchar música de adoración de camino al trabajo por la mañana. No solo como música de fondo, sino que cantaba en voz alta con la letra. No es necesario tener una voz perfecta para alabar. La alabanza es una postura, no una actuación. La decisión de afrontar cada día con alabanza me recordó que Dios estaba en el carro conmigo y entraba conmigo al trabajo todos los días. Parece más fácil decirlo que hacerlo, pero cuando reconocemos Su presencia, notamos Su poder. Nuestro grito de batalla es el nombre de Jesús.
Mientras comenzamos a cantar, Dios está obrando. Cuando lleguemos al borde de nuestro campo de batalla, veremos que el Señor ya ha ganado.
Padre, dame la fuerza para afrontar este día con alabanza. Ayúdame a recordar que esta batalla no es mía sino Tuya. Ayúdame a mantener mis ojos en Ti en cada situación que enfrente. Te alabo, Padre, por Tu bondad. Gracias por derrotar a todos mis enemigos. Gracias por mantenerme a salvo. Gracias por amarme. En el Nombre de Jesús, Amén.
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Salmo 27:6, Entonces será levantada mi cabeza sobre mis enemigos que me cercan, Y en Su tienda ofreceré sacrificios con voces de júbilo; Cantaré, sí, cantaré alabanzas al SEÑOR. (NBLA)
¿Qué batalla estás enfrentando hoy? ¿Qué te impide alabar a Dios antes de saber el resultado? Comparte con nosotras en los comentarios!
© 2023 por Taylor Stuart. Todos los derechos reservados.
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