Tú que estás sentado más alto que los querubines; ¡resplandece! Delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, despierta Tu poder Y ven a salvarnos. Salmo 80:1b-2 (NBLA)

Si tuvieras que identificar el tema número 1 de los villancicos navideños, descubrirías que no hay ni siquiera un segundo cercano.

¿La respuesta en una sola palabra? Ven.

La palabra resuena en muchas de esas letras familiares:
“Oh ven, oh ven, Rey Emanuel …”
“Ven, Jesús muy esperado …”
“Ven a mi corazón, oh Cristo …”

Esto no debería sorprendernos, porque “venir” es el significado central de la palabra “Adviento”. El tema del Adviento sobre la venida de Cristo refleja una expresión de anhelo de siglos.

“¡Por favor, Señor, ven!” Este grito quejumbroso resuena en todas las escrituras hebreas. Como dice el Salmo 80:1b-2: “Tú que estás sentado más alto que los querubines; ¡resplandece! Delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés, despierta Tu poder Y ven a salvarnos”.

El Mesías había sido prometido en repetidas ocasiones y se había orado por Él. Durante cientos de años, una lista de candidatos alternativos se presentaron como posibilidades aparentes. Pero todos llegaron y se fueron. Ese era el patrón: Venían y se iban. Nunca venían y se quedaban. Nunca venían y cambiaban las cosas. Nunca venían y salvaban nuestras vidas de lo que otros nos habían hecho y de lo que nos habíamos hecho a nosotras mismas.

Sin embargo, “cuando vino la plenitud del tiempo”, Dios Padre envió a Jesús (Gálatas 4:4a, NBLA, énfasis añadido). Él vino. Y aunque el mundo tardó en darse cuenta de Su llegada, pronto se hizo muy evidente, tanto para Sus amigos como para Sus enemigos, que había alguien nuevo entre ellos. Alguien distinto a los demás. Esa es la razón por los gritos de alabanza en la entrada triunfal de Jesús, la cruz ensangrentada del Viernes Santo y el gozo y asombro desbordantes de la mañana de Pascua.

De hecho, si alguna otra palabra puede competir por el protagonismo en los villancicos, es “gozo”. Pero si miramos bien, la esencia de la palabra “gozo” es el resultado de Su venida. Las letras de los villancicos que más nos llenan de gozo nos recuerdan cómo y por qué vino Él, y nos llama a nosotras a venir también:
“Venid fieles todos …”
“Venid y adoremos …”
“Adoremos, adoremos …”

Así que, el evangelio de la encarnación de Cristo es también el evangelio de la invitación. En vista de Su venida y del cumplimiento de Su promesa, estamos ahora a la luz de Su aparición, sirviendo como comunicadores compartidos de Su mensaje del evangelio.

Felizmente, siempre que no sabemos exactamente cómo expresar lo que significa nuestra salvación, los villancicos de generaciones pasadas nos proporcionan una ayuda que nunca parece envejecer.

Podemos cantarlo. Cantemos hoy de Su venida.

Señor, te alabamos ahora por Tu aparición, por Tu venida a nosotras. No sólo reconociste nuestra condición verdaderamente desesperada, sino que saliste de la seguridad del cielo directamente hacia nuestro peligro. Durante este tiempo de Adviento, mientras te adoramos de nuevo, que el gozo que recibimos se convierta en el gozo que compartimos, para que también otros conozcan de Tu venida. En el Nombre de Jesús, Amén.

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PROFUNDICEMOS

Salmo 79:8, … Venga pronto a nuestro encuentro Tu compasión … (NBLA)

Malaquías 3:1b, «… ya viene», dice el SEÑOR de los ejércitos. (NBLA)

¿Cómo podrías invitar a otra persona a que se una a ti durante este tiempo de Adviento, mientras tratas de recibir todo lo que el Señor ha venido a revelarnos en Cristo? ¡Nos encantaría saber en los comentarios!

© 2023 por Nancy DeMoss Wolgemuth. Todos los derechos reservados.

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